En gran parte del mundo de habla hispana se le dice “piña”. Sin embargo, para los argentinos es ananá. Y aunque es un fruto dulce y jugoso (si está en su punto), que pareciera que nada tiene que ver con un plato caliente con queso, su combinación es aceptada y celebrada por muchas personas. Sin embargo, la “hawaiana” o “carioca” tiene una militancia intransigente hater muy fuerte.
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Lo incomprensible es que, si de ortodoxia hablamos, en Argentina, donde para muchos se come la mejor pizza del mundo, hay muchas extravagancias que pasan desapercibidas. Grandes pizzerías como Güerrín tienen opciones con pollo y mariscos incluso. Pero los odiadores seriales de la versión con ananá concentran todos sus disparos en la agridulce, que en sus versiones más extremas (como la de Los Campeones) se sirve con caramelo.
En el liberalismo argentino la grieta parece ser a muerte. En lo personal, probablemente por mi paladar acostumbrado a mezclar lo dulce y lo salado por la gastronomía árabe y sefaradí que conozco de la cuna, a mí me encanta. En el bando de los que disfrutamos la cuestionada pizza están los economistas de Libertad y Progreso Agustín Etchebarne y Natalia Motyl. Pero es principal enemigo del plato en cuestión, probablemente a nivel mundial, es Manuel Adorni.
Todos saben que, para el ideario liberal, no existen los delitos sin víctima. Por lo tanto, los liberales consideramos que solamente tienen que estar prohibidas las acciones que tienen un victimario y alguien que sufra sus acciones. Para Adorni la pizza con ananá “tiene que estar prohibida”. En su opinión sí hay una víctima y es la identidad de la pizza en sí, que la considera sagrada.
“Más allá si sus orígenes están en Grecia o en Italia, es indudable que la pizza como la conocemos es italiana. Y los italianos la pizza con ananá no la aceptan. Ese es uno de los tantos motivos por lo que debería estar prohibida. Si en Italia no la aceptan, no la aceptan. Punto y se terminó”, aseguró.
En diálogo exclusivo con PanAm Post, el economista, que atendió las preguntas del medio con más rapidez que cuando se lo consulta por la coyuntura económica, señaló que la mezcla de ingredientes, en el caso de esta pizza, le parece “nauseabunda”. Pero si para Adorni es inaceptable esta versión con unas rodajas de ananá natural, todavía hay algo que considera peor: cuando es un producto de lata con almíbar.
El referente liberal aseguró que no tiene nada con la fruta en particular, sino que su problema es el de la combinación. De la misma manera repudia las empanadas y el pastel de papas cuando llevan pasas de uva.
Además de la cuestión subjetiva y personal, el economista indicó que también hay cuestiones objetivas como para oponerse a la pizza de ananá: “Tampoco se puede pedir una mitad y mitad con otros gustos, si la otra persona no quiere saber nada con ese gusto”.
A todos aquellos que consuman con gusto pizza de ananá: reclusión perpetua y trabajos forzosos de por vida.
— Manuel Adorni (@madorni) January 18, 2021