
La Argentina potencia, cuando abrazó el ideario liberal de la Constitución de Juan Bautista Alberdi (que llegó a tener el PBI per cápita más alto del mundo en 1895) se nutrió de los inmigrantes que llegaron sobre todo a inicios del siglo XX. Al país lo construyeron en gran parte los españoles (“gallegos”, sin importar si llegaban de Galicia o de otro lugar), los judíos (en sus variantes de “rusos” y “turcos”) y los “tanos”, entre otros tantos inmigrantes del mundo que vinieron en búsqueda de libertad, paz y oportunidades.
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Las grandes ciudades, que eran pobladas por una diversidad maravillosa, pronto ofrecieron sus variantes gastronómicas, tanto para los paisanos propios de cada colectividad, como para los demás que también elegían sus opciones. En la década del treinta, muchos italianos que lograron consolidarse con algunos años en el país, fundaron varias pizzerías que con el tiempo se convirtieron en verdaderos clásicos sobrevivientes al tiempo y a las crisis económicas nacionales.
Puede que las recetas no sean las originales ortodoxas. Es que esta tierra fértil ofrecía cierta abundancia con las que los inmigrantes no contaban en sus países de origen al momento de emigrar. La mezcla de sabores y los gustos de los paladares de otros pueblos también hicieron lo suyo, por lo que la pizza argentina fue formando una identidad propia: mucho queso, mucha salsa, masas de distinto volumen, aceitunas y hasta versiones osadas con huevo, conservas, pescados, mariscos y mezclas agridulces. Pizzerías como la del genovés Juan Banchero del barrio de La Boca aportaron invenciones inmortales como la fugazza con queso, de la que el local (que continúa vigente) se enorgullece hasta hoy.
Además de este clásico porteño del sur de la ciudad, que también se encuentra en el centro a metros del obelisco, recomendamos un par de lugares a los que hay que ir a comer pizza al menos una vez en la vida. Para no herir susceptibilidades aclaramos que la lista no tiene ningún orden en particular. Todos son clásicos de Buenos Aires con su magia propia.
El Fortín
Ubicada en Montecastro (Álvarez Jonte 5299), lleva como nombre el apodo del club de fútbol Vélez Sarsfield. La especialidad de la casa es una maravilla que mezcla unos generosos morrones con abundantes rodajas de longaniza. Con sed no se van a quedar, ya que pueden acompañar la comida con jarras grandes de cerveza para compartir. Aunque está algo alejada del centro de la ciudad, si se está de visita y se quiere probar las mejores pizzas de Buenos Aires, el viaje es una obligación. Guardar, en lo posible, un espacio para el postre ya que cuentan con una pastelería increíble a precios accesibles.
El Cuartito
Un español oriundo de Pontevedra le mojó la oreja a la “mafia” italiana, se metió en su terreno y fundó una de las mejores pizzerías del país. Cuando le preguntaron por el secreto, el hombre, que se jactó de no haber pagado nunca publicidad, aseguró que los productos de primera calidad son el secreto.
“La muzzarella es de primera, cara, pero la mejor. La salsa de tomate, también. No almacenamos, compramos por semana sesenta cajones de botellas de un litro ochocientos de salsa de tomate”.
Para el emprendedor, la masa “tiene que ser como una novia”: hay que acariciarla con cariño y pasión. “Si la hacés cansado o sin ganas, te sale mal”. Si pasás por Talcahuano 937, te recomendamos empezar con unas empanadas y luego rendirte a la especialidad de la casa, que tiene rodajas de tomate, morrones, huevo, panceta y mucha magia.
Güerrín
Fundada en 1932 por el italiano Franco Malavezzi, la leyenda cuenta que antes de morir le dejó la posta a sus leales y queridos empleados que siguieron con la tradición del lugar. Ubicada en Corrientes 1368, el lugar es frecuentado tanto por los que tienen tiempo para sentarse a comer, como por los que van de paso y solamente cuentan con unos minutos para una porción de “dorapa” en la barra.
Lamentablemente, hay que reconocer (y en el local tendrían que tomar nota de esto) que la calidad es variable y depende según el día. Cuando hay suerte, el producto es absolutamente excepcional. En esos días, la mezcla de la masa suave y el exceso de muzzarella brindan un show pornográfico a la vista. Decir erótico sería quedarse corto. Es algo explícito. Cuando sale “más o menos” es una buena pizza. No se come mal nunca, pero nadie entiende en Buenos Aires esta volatilidad, que ya no es un secreto entre los consumidores.
Probablemente sea la pizza más representativa de la ciudad, por lo que, si hay solamente una oportunidad, puede que sea el lugar ideal para tener de primera mano la experiencia de la pizza porteña. Un punto alto son las empanadas fritas de carne y jamón y queso. Muy recomendables.
https://www.youtube.com/watch?v=takd1cJLyP8
Los Campeones
Ubicada en el barrio de Barracas, sobre la Avenida Montes de Oca a la altura del 856, esta pizzería es una de las que se las rebusca eficientemente para mantener el mismo gusto y la calidad con el paso de los años. Con un horno a leña que hace muy bien su trabajo, y maestros pizzeros experimentados que tienen grabado a fuego el estilo del lugar, Los Campeones ofrece una de las mejores pizzas de muzzarella de Argentina.
Esta variante, que es la más clásica y simple, se luce en este lugar, ya que el queso y el tomate son excepcionales y se encuentran en el punto justo. El horno y la leña de quebracho aporta lo suyo, como el roble de la barrica a un buen vino de guarda.
Otra recomendable es la fugazza rellena con jamón y queso. Para el que se anime (ya lo sé, no es para cualquiera) la “hawaiana”, al menos para mí, es espectacular. Tiene jamón, ananá (piña) y caramelo. No sean conservadores y denle una oportunidad.
Angelín
Fundada en 1938, la casa asegura que fue la creadora de la “pizza canchera”. Es decir, la que tiene solamente tomate condimentado y que se comía en los estadios de fútbol por aquellos años. Entre Villa Crespo y Palermo, en la Avenida Córdoba 5270, además del invento propio (que se sigue vendiendo como hace ochenta años) las otras variedades son igual de interesantes y recomendables.
Un punto que hay que reconocerles a los muchachos del boliche, además de la salsa de tomate riquísima, es la buena predisposición del delivery. Si no estás tan cerca del lugar, pero tienen disponibilidad, puede que te lleven la pizza a tu casa. Así que, si no estás demasiado lejos y estás antojado, llamá que por ahí tenés suerte.