No es un secreto que Argentina es sinónimo de buen vino y buena carne. Sin embargo, la oferta es tan amplia que si un visitante no cuenta con demasiado tiempo, puede omitir alguno de los lugares imperdibles. Si estás de paso por aquí o querés saber si conocés todas las joyitas de la Ciudad, no te pierdas esta lista.
Siga la vaca
Es la opción si hay mucha hambre, como para comilona con amigos, o si recién llegás a Buenos Aires y querés tener un primer acercamiento al asado nacional, para luego profundizar con los cortes preferidos. El formato es el de “parrilla libre”, es decir buffet para servirse lo que uno quiera, cuantas veces quiera. Hay mesa de entradas, ensaladas y guarniciones como arroz, puré o papas fritas, y la parrilla, que hay que visitar cada vez que uno quiere carne. Aunque no tiene la sofisticación del resto de las recomendaciones de la lista y la calidad de los cortes puede variar según el día, siempre hay alguna opción más que digna. A veces lo es el asado, otras el vacío o el bife de chorizo. Por eso hay que pedir un poquitito de cada cosa para no saciarse en el proceso de cata y ver cuál es la variante apropiada para el atracón del día de la fecha.
Consejo: propina al parrillero al momento de buscar el primer corte. Luego, a seguir sus consejos. Él sabrá mejor que vos.
Buena la actitud: te dejan llevar tus botellas de vino por un costo accesible de “descorche”, que a veces ni siquiera lo cobran.
Puerto Madero, Alicia Moreau de Justo 1714
La estancia
A metros del Obelisco, sobre Lavalle a la altura del tramo peatonal, se encuentra esta tradicional parrilla que cautiva desde su vidriera. Al pasar, uno ve el asador criollo campestre, con las carnes paradas en estacas, en forma casi perpendicular al fuego. Aunque está en el microcentro, es una buena opción para conocer algo parecido a un típico asado de campo, tanto por la ambientación del lugar, como por los cortes y el proceso de cocción.
Aunque hay de todo, el asado de costilla ancho merece mención especial en la lista de los orgullos nacionales. Las papas fritas son un excelente acompañamiento. Es cierto que el centro de Buenos Aires ya no es lo que era, pero este lugar mantiene la calidad de los años de oro de Argentina.
Tiene final feliz: muy probablemente al momento de la cuenta, pidas o no postre, el mozo te convide con una copita de espumante o algún lemoncello para cerrar una jornada maravillosa, ideal para compartir en pareja.
Microcentro, Lavalle 941
Don Julio
La calidad de esta parrilla no se discute. Don Julio ahora está en la mira de los amantes de la carne de todo el mundo. Es que la organización World´s 50 Best Restaurants la eligió como el mejor restaurant de América Latina. Los que tuvimos la suerte de comer allí antes de ese reconocimiento, no nos sorprendimos demasiado. Cualquier primer puesto es subjetivo y discutible (entre una pequeña elite de los mejores finalistas, claro), pero en ese grupito de los que están “a otro nivel”, sin dudas está Don Julio.
Todos los cortes son perfectos, aunque hay que saber esperarlos, ya que se preparan en el momento y al gusto del comensal. La calidad es superior, por lo que es un lugar ideal para ocasiones especiales. Lo que es un pecado dejar pasar son las achuras: son exquisitas. Los platos son grandes y se pueden compartir, y lo mismo las porciones de achuras como entrada. Aunque los precios se ven algo imponentes a simple vista en el menú, con una entrada y una porción de carne con guarnición comen dos personas.
Punto alto: la carta de vinos. Si probaste algún vino especial que no volviste a encontrar en otro lado, es probable que en Don Julio lo tengan disponible. Porque si hay algo que le hace justicia a esa carne premium es esa carta de vinos completísima y de primerísimo nivel. Una de las mejores de Buenos Aires.
Dulce espera: Como hay mucha demanda, es probable que tengas que aguardar un rato por tu mesa. Pero la espera tiene recompensa. El staff del lugar te va a convidar con empanadas y una copita de espumante, ideal para abrir el apetito.
Palermo, Guatemala 4699
El boliche de Nico
Es el punto justo entre el clásico bodegón de Buenos Aires y la parrilla. Es más, si alguien no quiere comer asado, tiene a disposición las minutas tradicionales de los boliches porteños. Si bien está alejada del circuito turístico tradicional, el acceso no es complicado. Se puede llegar fácilmente con la línea de subte (metro) B, que es la que pasa por Avenida Corrientes. Hay que dirigirse rumbo a Juan Manuel de Rosas y bajar en la estación Triunvirato. No vayas a buscar glamour porque no lo vas a encontrar. Vas a comer muy bien y a pagar un precio razonable.
Ideal para visitar con amigos o con familia, el lugar cuenta con mesas tanto dentro como fuera del local. Si uno no se decide por algún corte en especial, tiene la opción de la parrillada, con varias opciones incluidas, como para compartir entre dos o más personas. Lo que no se puede dejar de probar son las mollejas. Son todo lo que está bien en materia de achuras.
Lo más lindo del mundo: el costillar. Lamentablemente no lo hacen todos los días. Sale solamente el martes. Vale la pena, si hay antojo, tener marcado el día en el calendario y sobre todo llegar temprano, no sea cosa que se acabe. Son muy pocas las opciones para este corte en la Ciudad. La otra alternativa es irse al campo con los gauchos. Si no lo terminás comiendo con la mano, pelando todo el hueso de la costilla, hacete vegetariano porque no entendés nada de la vida. Nadie te va a mirar mal si agarrás el hueso como un cavernícola y te lo llevás a la boca. Falta de respeto sería que quedara con algo de carne y fuera a la basura. Si tenés perro y le querés dejar un poquito está bien.
Villa Ortúzar, Avenida de los Incas 4287
La brigada
Uno de mis lugares en el mundo. Un sitio mágico que es sinónimo de un momento inolvidable. La atención es increíble, como para acompañar una de las mejores carnes de Buenos Aires. Todo el equipo de La Brigada tiene marcado a fuego que cada instante tiene que ser perfecto. No importa si a uno no le preocupa que le cambien el plato o los cubiertos entre entrada y plato principal, los mozos se niegan a ofrecer un servicio que esté por debajo del standard del lugar. Una vez, al pedir que me calentaran un corte que estaba comiendo (era tan grande que era imposible terminarlo a temperatura), me trajeron uno nuevo “a estrenar”, y cuando le dije al mozo que ya era demasiado, me respondió: “Esto es La brigada, señor. Estamos para atenderlo y que esté muy a gusto”. Me compró para siempre. Fue la inversión más barata de la historia, porque les aseguró un cliente de por vida. Venga el importe que venga en el ticket, te hacen sentir que salió barato.
Los ojos del dueño, Hugo Echevarrieta, un emprendedor que se hizo de abajo y se convirtió en un referente gastronómico indiscutido, controlan que todo salga como corresponde. Su staff le tiene tanto respeto como admiración. Cualquier intento de saltear el protocolo de uno de los mejores servicios de Buenos Aires por parte del comensal tendrá la misma respuesta por parte de los mozos: “Hugo no nos deja”.
Todo lo que pidan de carne valdrá la pena, pero no dejen de probar las mollejas en la entrada y el sabayón caliente de postre. La calidad y el momento especial ameritan un buen vino. Nada de amarretear con la bebida o pedir una gaseosa. Encontrará grandes opciones en la carta a un precio razonable. No recomiendo esas botellas especiales porque se acabarían y las quiero para mí.
El cielo en la tierra: la cava en el subsuelo. Pasen a visitarla, es un lugar indispensable para un amante del buen vino. Pídanle con confianza a alguien del local, que seguro les abre la puerta. Allí guardan sus botellas varios habitués famosos como Joan Manuel Serrat.
El show de la cuchara: cuando te traigan la carne a la mesa, no esperes que la corten con el cuchillo. Sacá el celular, hacé videito e inmortalizá el momento visual de la jornada, porque vale la pena. No necesariamente porque seas un fanático de las redes sociales o le quieras dar envidia a tus amigos. Es un lindo recuerdo del corte de carne increíble que te estás por comer.
San Telmo, Estados Unidos 465