Representantes de la oposición venezolana, entre ellos el dirigente Leopoldo López, estuvieron en conversaciones con funcionarios clave de la Administración Biden en Washington esta semana. Allí presuntamente exploraron negociar el levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen de Nicolás Maduro. Todo esto bajo la promesa de la realización de “unas elecciones transparentes” en el país caribeño.
Los voceros de la coalición opositora se reunieron con legisladores estadounidenses, así como con funcionarios del Departamento de Estado, del Tesoro y de la Casa Blanca. Según reseñó El Nuevo Herald, el objetivo era averiguar si Estados Unidos estaría dispuesto a aliviar las penalidades impuestas a la dictadura que rige desde Caracas.
Y es que la maltrecha PDVSA, así como las sanciones contra varios personeros chavistas y el bloqueo de varios activos en EEUU son las únicas armas que tiene la oposición para negociar con Juan Guaidó a la cabeza, cuya imagen hoy está presa del desgaste.
“La suspensión de las sanciones es de suma importancia para el régimen, y probablemente es la principal razón por la que decidirían asistir a una mesa de negociaciones”, agregó también un alto funcionario de la oposición citado por el medio estadounidense.
Del mismo modo, indicó que precisamente “este es uno de los temas que la delegación vino a discutir aquí. Ahora, la posición de la administración Biden es que, aunque están dispuestos a considerar la posibilidad, esto solo sucedería si hay garantías reales por parte del régimen de que está dispuesto a avanzar realmente” hacia una transición democrática.
El encuentro del miércoles incluyó al presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Menéndez, demócrata de Nueva Jersey, así como los senadores republicanos de Florida, Marco Rubio y Rick Scott. Posteriormente, la facción opositora se reunió con funcionarios del Departamento de Estado, incluyendo a la subsecretaria de Estado Wendy Sherman, la número dos dentro del departamento.
Los “frutos” que estarían en juego
Tanto Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá han bajado el tono contra el régimen de Nicolás Maduro. A raíz del cambio de mando en la Casa Blanca se ha hecho más notorio y extensivo a otros países. Este viernes los voceros de estos gobiernos emitieron un comunicado que así lo demuestra. En concreto, estarían dispuestos a revisar las sanciones si el chavismo y la oposición logran “avances significativos” para celebrar unas “elecciones transparentes”.
La declaración contó con la huella del socialista Josep Borrell, quien se desempeña como alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, acompañado de Antony Blinken, en su condición de secretario de Estado de Estados Unidos y también estuvo el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, Marc Garneau.
Curiosamente, el pronunciamiento se produjo después de que los aliados del opositor Juan Guaidó se reunieran con funcionarios estadounidenses en Washington esta semana. En el texto se percibe un cambio de órdenes respecto al desenvolvimiento anterior. Ahora, el comunicado conjunto se enfoca en una “negociación integral y con plazos concretos”.
Asimismo, se apela a que “se debería restaurar las instituciones del país y permitir que todos los venezolanos se expresen políticamente a través de elecciones locales, parlamentarias y presidenciales creíbles, inclusivas y transparentes”.
El juego está marcado. Las conversaciones podrían darse con carácter de urgencia, porque la recompensa, la joya de la corona, también se asoma en el documento: “Estamos dispuestos a revisar las políticas de sanciones sobre la base de un progreso significativo en una negociación integral”.
Este dictamen coloca al chavismo y a la oposición en un terreno complejo.
La pulseada por las sanciones y la morisqueta del diálogo
Desde la administración de Barack Obama, Estados Unidos se ha encargado de imponer sanciones al régimen de Nicolás Maduro. Estas penalidades subieron de tono con Donald Trump, durante la gestión del entonces mandatario republicano sitiaron a la dictadura en muchos aspectos.
A principios de 2019, Estados Unidos acentuó sus sanciones a PDVSA por acusaciones de que Maduro manipuló su reelección de 2018. Ottawa y Bruselas también han sancionado a varios altos funcionarios venezolanos.
De acuerdo con Reuters, la coalición opositora ha restablecido el contacto con funcionarios noruegos en las últimas semanas para facilitar una negociación con el régimen, tras el fracaso rotundo del diálogo en 2019.
Ahora, la posible presencia de Noruega en los diálogos también pone el terreno movedizo para los opositores. En primera instancia porque este país ha fungido como mediador en pactos que han terminado por ser acuerdos de impunidad.
Para muestra, uno de los equipos colaboró hace un par de años en el diálogo entre el régimen y el entonces gobierno interino fue el mismo que habría participado en los diálogos de paz con las FARC en Colombia, acuerdo que hoy queda como una burla a la población colombiana.
Y es que además de los intereses económicos que podría tener Noruega en Venezuela, esta nación no se vislumbra como un ente imparcial en el diálogo. Nunca ha condenado las violaciones a los DDHH que el régimen de Nicolás Maduro ejecuta de manera desmesurada, ni ha criticado la crisis humanitaria que enfrentan los venezolanos desde hace más de siete años.
Sin embargo la oposición apuesta nuevamente a esta ficha: el diálogo. Aseguran que la pandemia y recrudecimiento de la crisis les pueden asegurar un objetivo concreto que es la salida de Nicolás Maduro de Miraflores. Hasta los momentos estas supuestas negociaciones han sido patrañas. Esperemos que esta vez la coalición sepa jugar bien sus cartas.