México se acerca a los 100 mil muertos y a un millón de contagios por COVID-19. En las últimas semanas la situación se ha complicado. Las autoridades sanitarias insisten en que la pandemia está controlada, pero las cifras muestran otra realidad.
En el último día se registraron 5 mil 746 nuevos contagios y 617 defunciones.
En una de sus múltiples apariciones, el encargado de la estrategia para enfrentar la emergencia sanitaria, el polémico subsecretario de salud, Hugo López-Gatell, dijo que una “situación catastrófica” sería llegar a 60 mil muertos.
Así lo dijo el 4 de junio:
“Ya por la segunda semana de febrero hicimos una primera estimación de la carga esperada de enfermedad, el mínimo era 6 mil, otro escenario era 8 mil, teníamos así hasta 28 mil que se redondean en los 30 mil. Incluso un escenario catastrófico que podría llegar a los 60 mil”.
El 26 de agosto de 2020 se llegó a esa catastrófica cifra y se ha superado por mucho. Hasta este martes 10 de noviembre, se reportan 95 mil 842 muertos. Si duplicamos o triplicamos, como refieren estudios científicos que sería la cifra real de fallecimientos por COVID-19, podríamos estar hablando de ¿190 mil, 280 mil? De ese nivel puede ser la tragedia que vive México.
¿Domada la pandemia?
Las autoridades de salud y el Gobierno mexicano han insistido desde los primeros meses ‘que estaba controlada la pandemia’.
En abril, cuando apenas comenzaba en México la emergencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador se atrevió a decir que la pandemia se había domado.
Y así va, semana a semana, mes a mes, con la esperanza de que realmente se controle. Cada día siguen muriendo entre 500 y 800 personas. El panorama es desolador.
La estrategia para enfrentar la pandemia ha fallado. A ocho meses de haber iniciado, el Gobierno de López Obrador sigue sin aceptarlo y no la modificará, están empeñados en que ha sido exitosa, aunque se haya rebasado la “cifra catastrófica”.
Precario sistema de salud
El coronavirus ha evidenciado los serios problemas que hay en el sistema de salud mexicano. Nada que no se supiera. México está en los primeros lugares de defunciones en el mundo. Es el país donde más personal de salud ha muerto. Donde las pruebas para detectar COVID-19 son escasas, donde se cuestionó desde el inicio de la pandemia el uso de cubrebocas; donde hoy se recomienda, pero el presidente sigue sin usarlo.
México, el país donde la gente prefiere enfrentar la muerte en su hogar y con los suyos que en un hospital público; donde la sociedad está agotada del encierro y ha relajado las medidas sanitarias.
Las preguntas sobran, las respuestas escasean. ¿Por qué el 80 por ciento de las defunciones por COVID-19 han ocurrido en hospitales públicos? ¿Hay algo que se oculta en torno al manejo de la enfermedad y su tratamiento en esas instituciones? Esa realidad nada tiene que ver con el personal de salud que trabaja sin descanso —para ellos agradecimiento y reconocimiento por su valioso su trabajo— .
Creer las versiones oficiales de que se está saliendo de la crisis económica y sanitaria, sería un enorme aliciente. Pero los hechos están muy distantes a esos buenos deseos.
A la emergencia sanitaria, habrá que sumarle la económica. Se han perdido más de un millón 200 mil empleos formales. Más de 12 millones de mexicanos han perdido sus ingresos. Cientos de empresas no volverán a abrir. El futuro no es halagüeño, se pronostica que la recuperación económica podría tardar hasta un lustro.
Las cifras muestran otra realidad
El camino todavía es largo, vienen tiempos de influenza y complicará la situación. En México, la emergencia se mide a través de un semáforo epidemiológico, algunos estados han tenido que retroceder al color naranja porque los casos de contagio y fallecidos han aumentado, incluida la capital. Esa es la verdad, aunque el secretario (ministro) de Salud, Jorge Alcocer, insista que en las 32 entidades del país está controlada la pandemia.
Los estados del norte, Chihuahua y Durango se encuentran en riesgo máximo y con hospitales saturados.
Además, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Yucatán, Aguascalientes, Querétaro, Jalisco, Zacatecas, Baja California Sur y la Ciudad de México presentan un incremento sostenido en contagios y fallecimientos. Esa es la realidad.
Para enfrentar está pandemia, se requieren recursos y una eficiente estrategia, no discursos; apoyos, no rollos.