
La pareja presidencial, constituida por Andrés Manuel López Obrador y Beatriz Gutiérrez Müller, ha puesto en marcha los motores del populismo nacionalista. Y esta vez la campaña para alinear a los mexicanos en una causa común es la repatriación de objetos arqueológicos que hoy integran diversas colecciones europeas.
Esta gestión, se enmarca en el contexto de tres aniversarios relevantes que tendrán lugar en el territorio del otrora poderoso imperio azteca el año próximo, a saber: los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, los 500 años de la conquista y los 200 de la conclusión del proceso de independencia.
Y la tarea ha sido asumida por la esposa del presidente, quien si bien en su momento se negó a asumir el título de primera dama, se ha convertido en la práctica en una especie de “canciller” informal.
¿Qué se quiere obtener?
Entre los objetos a cuya recuperación dedica ahora sus energías Beatriz Gutiérrez Müller se encuentra por ejemplo, el llamado “penacho de Moctezuma” —un exquisito adorno nativo realizado en plumas de quetzal sobre base de oro y piedras preciosas— actualmente conservado en Viena, así como tres de las cinco piezas del llamado Códice Borgia y un mapa de Tenochtitlan, preservados a la fecha en el Vaticano.
Dejemos de lado por un instante la discusión histórica acerca de si tales «penachos, códices y mapas” fueron “regalados” por los nativos americanos a los conquistadores o si fueron objeto de “rapiñas y saqueos”.
Soslayemos también sus quinientos años de estadía en colecciones europeas que los han conservado, exhibido, y restaurado. Lo cierto es que varios expertos, incluso mexicanos, han señalado los riesgos de movilizar ciertas piezas, dada su fragilidad, en particular las del célebre “penacho”.
Según reseña EFE, Gerard van Bussel, del Museo Antropológico de Viena indicó que «el penacho es demasiado frágil» y que cualquier vibración «en el aire o la carretera lo destruiría». «Me gustaría conocer a la persona dispuesta a asumir esa responsabilidad», sentenció.
¿Auténtico interés o maniobra política?
Ello nos lleva a preguntamos: ¿le interesa realmente al Gobierno mexicano la recuperación del patrimonio que alegan sustraído? ¿O es más bien una maniobra típica del populismo nacionalista para generar exaltación en las masas y promover «la unión frente a un enemigo común”?
Tal como han escrito Axel Kaiser y Gloria Álvarez en “El engaño populista”, “un rasgo esencial de la mentalidad populista ha sido siempre —y continúa siendo— el culpar de todos los males de la sociedad a otros, el líder populista fomenta el resentimiento en contra de algún supuesto enemigo (…)».
La misma tesis de que los latinoamericanos somos pobres víctimas explotadas fueron las que popularizó el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su best seller «Las venas abiertas de América Latina”.
En palabras de Vargas Llosa, ese libro es «una descripción de un dogmatismo marxista que caricaturiza la realidad de América Latina». Y agregamos, por más que el propio Galeano haya renegado de esta obra con posterioridad, sus efectos en la mentalidad de la región han sido devastadores.
Así pues, preguntado sobre las razones del marcado interés en el penacho de Moctezuma el profesor del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de México (UNAM) Iván Escamilla niega que sea más valioso que otros objetos.
En una entrevista brindada a BBC Mundo explica que «en los siglos XIX y XX, el penacho cobró una serie de connotaciones y valores, y para mucha gente terminó representando la grandeza de las civilizaciones mesoamericanas que se supone son la raíz de la nacionalidad mexicana».
Como afirma Alberto Benegas Lynch (h) en su recordado artículo “Nacionalismo, cultura de la incultura”, “aludir a la cultura nacional es tan desatinado como referirse a la matemática asiática o la física holandesa (…) Se considera que lo autóctono es siempre un valor (…) con lo que se destroza la cultura para convertirla en una especie de narcisismo de trogloditas que cada vez se asimila más a lo tribal (…) Quienes necesitan de la ‘identidad nacional’ ocultan su vacío interior (…) que pretenden disfrazar con la lealtad a una ficción“.
Pedir perdón
Por lo demás, no solo son pedidos de objetos concretos lo que ha llevado Beatriz Gutierrez Muller en su gira. También ha estado repartiendo cartas, en las que reclama por ejemplo que España o el Vaticano pidan perdón por los abusos cometidos durante la Conquista, hace 500 años.
La petición fue confirmada por López Obrador en un video publicado en su cuenta de Facebook: «Envié una carta al rey de España y otra carta al Papa para que se haga un relato de agravios y se pida perdón a los pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conoce como derechos humanos», dijo el presidente.
Solicitudes que tanto el rey Felipe VI de España como el papa Francisco han desestimado.
De hecho, no es la primera vez que España se expide sobre el tema. El año pasado, en un comunicado, afirmó que «la llegada, hace 500 años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. Nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro pasado compartido sin ira y con una perspectiva constructiva, como pueblos libres con una herencia común y una proyección extraordinaria».
El Papa, por su parte, considera que la Iglesia ya pidió perdón al menos en tres ocasiones: lo hicieron sus predecesores Juan Pablo II en 1992 y Benedicto XVI en 2007 y él mismo en su visita a Bolivia en el 2015.
Como un intercambio de figuritas
Las estrategias incluyen también propuestas de intercambio. En la carta al presidente de Italia, Sergio Mattarella, solicitando un par de Códices, López Obrador oferta: “Si usted nos ayuda, nosotros corresponderíamos enviando una exposición de piezas arqueológicas espléndidas (…) o bien [podemos] aportar obras de grandes artistas mexicanos como Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y otros”.
Pero lo que no parece estar poniéndose sobre la mesa con la debida transparencia es que en el caso de que algunas de las piezas requeridas fueran efectivamente “prestadas” para los aniversarios en cuestión, la legislación mexicana prohibiría luego su regreso transatlántico.
Cabe recordar aquí el caso del Códice Tonalamatl-Aubin que, habiendo sido sustraído de la Biblioteca Nacional de París por un mexicano en 1982, sigue en el país bajo la eufemística figura de “préstamo renovable” porque “devolverlo” iría contra la ley.
Comparación histórica
Consultado por Infobae, el especialista mexicano en Estudios Legislativos Fernando Dworak comparó el acto del “lopezobradorismo” con el de Constantino I al enviar a su madre a Tierra Santa en búsqueda de las reliquias de la Vera Cruz, a fin de consolidar la religión cristiana en el Imperio Romano.
Tras la pantalla del discurso nacionalista mexicano existen, seguramente, motivaciones mucho menos espirituales.