En algún momento se comió muy bien en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Por esos días de llamaba formalmente “Capital Federal” y si algo abundaba por sus calles eran excelentes restaurantes y bodegones con insuperables propuestas gastronómicas. Aunque los argentinos siempre tuvieron sus platos y lugares preferidos, casi en todos lados un bife de chorizo o un plato de pastas era como para sacarse el sombrero.
Lamentablemente, Argentina ya no es lo que era y, lógicamente, los boliches de Buenos Aires tampoco. Muchos cerraron definitivamente sus puertas, otros perdieron el nivel con los cambios de dueños y varios simplemente perdieron la calidad de otros tiempos. Sin embargo, todavía hay algunos de esos restaurantes y bodegones que mantienen el encanto y el nivel de la época de oro y a precios razonables. No hay excusa para no visitarlos a todos.
Spiagge Di Napoli
El nombre lo dice todo. Si extrañás las pastas de la abuela, y pensás que no tienen reemplazo en el mundo actual, al menos dale una oportunidad. Este bodegón con todas las letras ubicado en el barrio de Boedo en Independencia 3527, además de pastas excepcionales con abundante queso rallado, tiene buenas carnes y excelentes minutas. Los postres también son generosos y como para compartir. Para ir, volver y esperar con ansias la próxima vez.
El Antojo
Ostenta el merecido título de la “Mejor milanesa de bodegón de Buenos Aires”. Vivas donde vivas en la ciudad, el viaje a Villa del Parque, más justamente a Tinogasta 3174 vale la pena. Paradojas de la vida, la mejor versión del plato más popular de Argentina que hace honor a Milán, que su versión más popular, casi contradictoriamente, hace referencia Nápoles, está preparado por un paraguayo.
Christian Franco, que abrió “El Bodegón” en Asunción (Palma 140), donde replica con la misma calidad su emprendimiento porteño, logró la milanesa perfecta: tierna, bien condimentada, liviana y, por sobre todas las cosas, enorme. Es que detrás del rebozado hay más que un trozo de carne. ¿Qué esperás para ir?
El Palacio de la Papa Frita
Se trata de un digno sobreviviente del microcentro de Buenos Aires, que ya no cuenta en general con la calidad de sus restaurantes y bodegones del pasado. Comer allí es un viaje a los setenta o los ochenta, donde hasta los mozos recuerdan la magia de los buenos tiempos. Las pastas y las carnes son muy buenas, pero lo que hay que probar sin duda son las papas soufflé. No se encontrará otra cosa así ya en ningún lado. La guarnición estrella engalana tanto los clásicos bifes como las milanesas, que son las mejores que podemos encontrar en la cercanía del Obelisco. Antes de irte después de una buena comida, seguí mi consejo: panqueque de manzana y banana quemado al rhum. Corrientes 1612.
La Gran Taberna
Ubicada en Combate de los Pozos 95, justo a la vuelta del Congreso, se trata, probablemente, del único boliche español que mantuvo su calidad intacta. Es que José Álvarez, que fundó la Taberna en 1976, sigue detrás del mostrador y la cocina para garantizar que todo sea como de costumbre. El histórico propietario fue uno de los pocos gastronómicos que salió por televisión a enfrentar la arbitrariedad estúpida de la municipalidad, que pretendía hacerlo trabajar con horario restringido, justo después que se habilitó nuevamente el consumo en el lugar. “¡Yo no cierro nada!”, dijo ante las cámaras, luego de que casi lo llevaran a la quiebra. Las pelotas del “gallego”, como el nivel de su comida, también son de otros tiempos. Digno de admiración y respeto.
Algo para destacar es que no es un lugar exclusivamente de especialidades. Además de los clásicos y excelentes pescados y mariscos, las carnes, pastas y minutas son también un diez. Así que, si uno está antojado de un pulpo a la gallega, pero algún otro comensal del grupo tiene un paladar más tradicional para estos pagos, sin dudas es el lugar para ir. El sabayón caliente con nuez que sirven de postre es un mimo al alma. En más de una oportunidad, luego de haber comido en casa u otro lugar, fui solamente por eso para disfrutarlo sentado en la vereda. Consejo: no lo intenten en casa. Aunque me abrieron gentilmente la cocina y me mostraron las marcas de los productos y el procedimiento, fracasé estrepitosamente en el intento.
Sarkis
La joyita armenia de Buenos Aires, ubicada justo en la esquina de Thames y Jufré, tiene un secreto que muchos habitués conocemos: hay que ir temprano o tarde. Si no la espera para una mesa es larga. Pero ¿Por qué se reedita todas las noches la larga fila alrededor del local? Simple, porque vale la pena. El bodegón de la familia Kabatián es un lugar donde no solamente los descendientes de armenios comen lo que saben. Los judíos sefaradíes y los árabes también encontramos allí muchos de los sabores de la infancia.
Aunque la carta es amplia, me cuesta salir del clásico falafel, el hummus y el kafta completo de cordero. Es que no fallan nunca jamás. No importa si van en pareja, de a cuatro o de a seis. El postre de la casa, la “Copa Sarkis”, alcanza para todos. Solamente pidan varias cucharitas.