Bad Bunny es un producto. No se manda solo. Las empresas que lo patrocinan definen sus contenidos. Y esto es muy obvio. Tales consorcios ya tienen estudiados los mercados y saben qué es lo que se está vendiendo mejor.
Pero hay cosas que no cambian y siempre venden bien, como el sexo. Y otras, de mercados de moda, como el del supremacismo LGBT, apoyado por las izquierdas progresistas de todo Occidente para conquistar ideológicamente y ganar elecciones y más poder. Bad Bunny es el empleado del año del progresismo.
- Lea también: Balenciaga: marketing terrorista del supremacismo progre
- Lea también: El Nuevo Orden Mundial impone su lenguaje progre-globalista
Pero vamos por partes. Se trata, en el fondo, de dinero. El progresismo funciona porque es un buen negocio pese a que desde sus filas se sataniza al capitalismo. No seamos ingenuos. Si no lo fuera, nadie compraría sus contenidos.
La gente nefasta de Planned Parenthood, por ejemplo, con los ojos brillándoles de ambición y avaricia, calculó muy bien desde hace muchos años, cómo sería de redituable que la ONU impusiera el aborto como si fuera un “derecho de salud reproductiva” a escala global, y tenía a jóvenes pagados aconsejando a los participantes de diversas naciones en las salas de negociaciones cuando apenas se iba cocinando la Agenda 2030.
Echen un ojo a la entrevista que le hace el padre Javier Olivera Ravasi (su lucha de gran relevancia), a Neydy Casillas, una consultora que estuvo in situ durante años en la conformación de esa agenda inmoral, y que da su testimonio, como participante, y como católica que es.
Es un gran negocio y no hay que ser unos genios para saber quiénes están usando al tal Conejo Malo (para todo malo menos para generar billetes sin escrúpulos) para promoverse, todas marcas con claro rostro progresista. Miremos esto, tomado de “Diario Libre”:
“Con falda, uñas pintadas y maquillaje, el rapero (Bad Bunny) engalanó la portada de la edición de noviembre 2021 de la revista Allure. Para la edición, posó con llamativos atuendos de casas de lujo como Prada, Balenciaga, Fendi y Louis Vuitton”.
Nótese que se presenta patrocinado por marcas con clara ideología progre. En un artículo previo, intitulado “Balenciaga: marketing terrorista del supremacismo progre”, escribí al respecto: “Balenciaga, una empresa asquerosamente exitosa. Con el marketing más agresivo, psicótico e ingenioso de todas las casas de moda, y con unos resultados comerciales innegables. ¿Les afectó el escándalo relacionado con niños y juguetes adaptados como objetos sadomasoquistas? Contra todos los pronósticos, no parece ser así. Revisen cómo cotiza Kering (Balenciaga)”.
Las marcas hacen lo que sea con tal de ganar más dinero, y es lógico. Lo contrario sería socialismo. Sin embargo, hay quienes se prestan a ser usados, como títeres, porque no tienen ideología, religión, ni nada que se oponga, y su dios es el becerro de oro y los placeres del siglo.
Bad Bunny ha sostenido además de las mencionadas, una relación con las marcas Crocs, Adidas, Prada, Fendi y Louis Vuitton.
Sigamos con el relato de Diario Libre sobre Bad Bunny:
“Su forma de vestir, según reveló en la entrevista que acompañó las fotos, nunca fue parte de un plan específico. ‘Cuando estaba empezando a hacer música, mi estilo se volvió parte del proceso de liberar mi mente y espíritu. Desde joven lo tengo. Solo hay que liberarlo’, dijo. A eso agregó que su influencia femenina a la hora de vestir viene desde que era niño y se paseaba por los pasillos de ropa de mujer junto a su madre. ‘Ir de compras con mi mamá era una de mis cosas favoritas porque me perdía en la sección de mujeres mirando conjuntos, colores, cortes, diseños. Luego, cuando era mi turno para comprar ropa, era un aburrimiento. Los mismos pantalones y camisetas, pantalones y camisetas de distintos tamaños. ¡Las mujeres lo tienen todo!’”, confesó.
¿Hay que creerle todo eso a Bad Bunny? ¿O es sólo marketing para aparecer como sin prejuicios, e incluso como un “hombre deconstruído”, que acepta ser afeminado porque desde niño lo ha sido? Por supuesto, eso es sólo marketing y prueba de eso es cómo este sujeto ejecutó un número de baile actuando de una forma marcadamente estereotipada en su video “Ella perrea sola”, con lo que muestra que no es en él tal comportamiento algo natural, esencial a su persona, sino que echa mano de los peores clichés sobre los gays, para intentar agradar al sector rosa, el nicho que más consume los productos de moda que este reggaetonero anuncia.
Es decir, más bien es un machista destructivo que se hace pasar por “hombre con masculinidad deconstruida”, y prueba de ello son sus letras, que toman a la mujer como un juguete sexual, como un objeto para ser usado en obtener placer.
Que Bad Bunny piensa diferente y es un gran visionario. Ajá. Cuando veo su video “Me porto bonito”, queda muy claro que este tipo es un vil producto más: ¿Cuál deconstrucción? Nalgas, autos, pool party, bikinis, alcohol… ¿En qué es esto diferente de cualquier video de Pitbull, de Dr Dre, de LMFAO, de Drake, de decenas otros. En nada absolutamente.
¿Qué “masculinidad deconstruida” hay en usar a las mujeres semidesnudas para vender sus videos y ganar más dinero? Y pensar que hay feministas que le han aplaudido por aparecer vestido de mujer. Porque según ellas eso es ser un hombre que acepta a las mujeres. Qué ridículo. No hay que vestirse de mujer para amar a la mujer. No dicen nada de cómo este cantante usa el cuerpo de la mujer como una carnada para atraer consumidores.
La extrema vulgaridad de sus letras y lo explícito las pone en el espectro de la pornografía. ¿Por qué hace todo esto? Para vender más.
Y además, como si todo eso no fuera suficiente para erigirse como un ícono de todo lo que no hay que hacer, dando un pésimo ejemplo, Bad Bunny actúa, y lo ha hecho en el papel de un narcotraficante joven, rico, y asesino, en el papel de Arturo “Kitty” Páez, en la serie Narcos (México), tercera temporada.
Si los jóvenes van a tomar a este espécimen como ejemplo, un modelo de conducta a imitar y seguir, el resultado real podría ser: desorientación, confusión moral, posibles enfermedades sexuales, depresión, vacío existencial, problemas de conducta, delincuencia. Y sobre todo, el alejarse de lo más importante, de la dimensión de trascendencia de la vida, que sólo brinda el verdadero amor, la religión y Dios.
Bad Bunny mañana tal vez se convertirá en cristiano y renegará de toda su juventud. Pero mientras, está llevando al barranco a muchos. Guarden este párrafo. Al tiempo.