Está claro que el dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, quiere reescribir la historia y la cultura del país centroamericano. Lo ha demostrado al ilegalizar organizaciones independientes, censurar medios de comunicación y más recientemente al confiscar la Universidad Centroamericana (UCA) que durante más de 60 años estuvo bajo la administración de la orden de los jesuitas.
Ni siquiera el idioma castellano se salva de las garras de la dictadura sandinista. Es que así como ordenó disolver el año pasado la Academia Nicaragüense de la Lengua, adscrita a la Real Academia Española (RAE), ahora cerró un acuerdo con el régimen comunista chino para impulsar la enseñanza del mandarín en los colegios y universidades del país.
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En otras palabras, Ortega prefiere que en Nicaragua se enseñe mandarín, el idioma oficial chino, por encima del español. Lo cual no es más que otra muestra de los profundos lazos que lo unen al régimen del gigante asiático, en el marco de una amistad —y dependencia económica— tan profunda hacia su homólogo Xi Jinping que a finales de julio pasado le cedió 15400 hectáreas para la explotación minera. Al tirano poco le importaron los reclamos de la comunidad indígena por el repunte que esto provocará en el extractivismo “y la creación de condiciones para mayor violencia, colonización y genocidio de los pueblos que habitan estos territorios”.
Dominio chino en Nicaragua
Solo la prensa y algunos miembros del régimen tuvieron acceso a la firma del acuerdo que impulsará la enseñanza del mandarín en Nicaragua. También estuvo Laureano Ortega Murillo, el hijo del dictador y encargado de dar forma a los convenios con China, así como la vicepresidente Rosario Murillo, en calidad “de asesor presidencial”. Por el lado del régimen de Xi Jinping estuvo la directora general adjunta del Centro para la Educación y la Cooperación en Lenguas del Ministerio de Educación, Yu Tiangi.
El siguiente paso del sandinismo será preparar a los docentes y a los estudiantes “para fortalecer, además del lenguaje, las relaciones únicas en nuestros pueblos hermanos”, dijo la ministra de Educación, Lilliam Herrera. En otras palabras, a pesar de que dictaduras como la nicaragüense, cubana o venezolana utilizan una y otra vez la palabra “imperialismo” para criticar a Estados Unidos y hablar de un supuesto sometimiento desde Washington a países latinoamericanos, estos totalitarismos terminan rendidos a otro imperio, el chino, que busca desplazar a EE. UU. como primera potencia mundial.
Sin embargo, esta forma de adoctrinamiento no es nueva. Los modelos dictatoriales lo han hecho a lo largo de la historia, ya que manipular la educación garantiza el control sobre el pensamiento colectivo. Por más que Ortega presione para borrar los rastros de identidad y cultura, aún hay iniciativas que tratan de frenarlo, como la decisión de la RAE de seguir apoyando a la Academia Nicaragüense de la Lengua para que funcione a pesar de la persecución.
Firma del memorándum de aprendizaje del idioma Chino mandarín, participando el Asesor Presidencial para la promoción de las inversiones, el comercio y la cooperación internacional, ministra de educación y la directora general del Centro para la educación en lengua de China. pic.twitter.com/cEUc1YvXp9
— TN8 Nicaragua (@canaltn8) September 22, 2023