Disney finalmente aplicó el “enfoque diferente” que había prometido para la película en versión live action de Blancanieves. La compañía de productos infantiles tuvo que virar para otro lado durante las filmaciones luego del reclamo que hizo el actor Peter Dinklage por elegir a una actriz latina para el papel principal, ignorando que se mantenía la estigmatización sobre personas de baja estatura.
Ese episodio, ocurrido el año pasado, fue vergonzoso para una empresa que vanagloria su supuesto compromiso social y es obediente con la teoría crítica de la raza y la ideología de género. El detalle, es que el nuevo enfoque termina siendo la guinda del pastel que cambia casi por completo la historia de la princesa alemana convertida en película infantil en el año 1937.
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Imágenes difundidas en internet son la prueba de cómo el público de Disney se encontrará con una historia distinta. Allí se observa a una supuesta doble de la actriz principal acompañada de “criaturas mágicas” que varían de etnia, géneros y estaturas. La clave de la empresa es borrar lo que diferenciaba a grandes clásicos en lugar de promover un discurso de valoración. Por ende, se volvió moneda corriente escuchar frases como “prefiero la versión original” o “me quedo con la anterior princesa” de los espectadores que salen de las salas de cine añorando las películas de su infancia. Hoy, la industria del entretenimiento se enloda tratando de lograr lo que para ellos es políticamente correcto.
Disney strikes again…
Snow White is Hispanic and the 7 Dwarfs include 6 full-grown adults pic.twitter.com/cKLkFCuiKT
— End Wokeness (@EndWokeness) July 14, 2023
Sin príncipe azul
Otra figura que va a desaparecer de la adaptación woke de la película de Blancanieves es el príncipe azul. En cambio, se centrará en una princesa “más fuerte” que sueña con convertirse en líder, apunta un reporte de Daily Mail. La propia protagonista, Rachel Zegler, declaró que esta versión “es una historia refrescante sobre una mujer joven que tiene una función más allá de ‘algún día vendrá mi príncipe'”.
De cualquier manera, quienes acudan a las salas de cine saben que no encontrarán lo mismo que vieron hace décadas. Y quienes ahora son padres y madres, sopesan si vale la pena pagar la entrada por las nuevas versiones. En ese sentido, otro largometraje que atravesó gran escrutinio fue La Sirenita por una actriz que hizo ruido a los ojos de los espectadores. Un detalle pequeño pero no invisible, fue que a las otras hijas de Poseidón y hermanas de Ariel también les cambiaron el color de piel. La inclusión forzada incomoda, pero Disney continúa empeñado en llevarla adelante.
Como en todo tema, siempre hay grises, como el hecho de que estos movimientos “inclusivos” de la compañía deben obedecer sí o sí a la agenda progresista que cubre marcas e instituciones estadounidenses. No se tolera a quien piense diferente y evidencia de ello fue el despido de la actriz Gina Carano hace dos años de la serie The Mandalorian por emitir una opinión políticamente incorrecta para la empresa al no estar alineada con el discurso izquierdista.
Mayor hipocresía sale flote por parte de Disney en casos como la versión live action de Mulán, filmada en Xinjiang, China, donde la minoría musulmana uigur es sometida en campos de concentración por orden del régimen comunista de Xi Jinping. La excepción con esta película de Blancanieves, es que la empresa pudo recular antes de su estreno en la pantalla grande, pero la jugada resulta tan desconcertante como el resto de sus estrategias.