Sin tomarse de la mano, besarse o abrazarse en público. Esas son las reglas del emirato absolutista de Qatar contra los homosexuales que visiten el país por el Mundial de fútbol de 2022. Cualquier muestra de afecto podría ser castigada bajo la ley sharía. La misma que utilizan los talibanes a su conveniencia en Afganistán. Y si bien es reprobable la imposición de una agenda LGBT en el ámbito ideológico y cultural en occidente, también es reprochable el otro extremo, el que imponen países islámicos en contra de las libertades individuales, contemplando penas de encarcelamiento, lapidación y otros crímenes contra los derechos humanos amparándose en su ordenamiento jurídico extremista.
El encargado de reiterar tales prohibiciones fue uno de los representantes del Comité Organizador de Qatar 2022, Nasser Al-Khater, durante una entrevista con CNN. A pesar de que se negó a admitir que la homosexualidad es ilegal en el emirato, contrastó la situación señalando que «en diferentes países hay más indulgencia con las demostraciones públicas de afecto».
Aunque puede ser comprensible la preocupación de las autoridades qataríes por las posibles expresiones efusivas contrarias a la moral de su sociedad, también es válida la intranquilidad que esto genera a jugadores, personal técnico y espectadores del mundo libre que acudirán a esta cita, sobre todo por la poca claridad en cuanto a los límites de estas normas y la discrecionalidad con la que se aplica la ley sharía.
Uno de los mayores temores lo tiene el futbolista australiano Joshua Cavallo, declarado abiertamente homosexual. El deportista confesó su miedo de viajar a Qatar «porque había leído que en ese país existía la pena de muerte hacia los homosexuales».
Nasser Al Khater dice que las personas LGTB serán bienvenidas al Mundial de Qatar pero no podrán tener muestras de afecto.
Terrible que esto pase en el Mundial y que la FIFA lo consienta pic.twitter.com/UnY0V86Ci7— Futbolescencia (@Futbolman10) December 1, 2021
«Respetamos las diferentes culturas y esperamos que otras culturas respeten la nuestra», añadió el vocero del Comité Organizador. Acá es cuando surgen los contrastes. ¿Qué respeto puede exigir una cultura que viola derechos humanos? La gestión del país viene empañada por abusos contra trabajadores migrantes y empleadas domésticas; así como castigos contra la libertad de expresión y restitución de la pena de muerte, según alerta Amnistía Internacional, sin mencionar que las mujeres siguen estando duramente discriminadas.
Cárcel y muerte
Las preocupaciones por la celebración del torneo de fútbol más importante del mundo en Qatar surgieron en 2010, cuando el país quedó seleccionado por la FIFA. Sería la primera vez que el campeonato iba a celebrarse en el Medio Oriente. Eso, sin duda traería consecuencias. El entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter, dijo en tono irónico que gays y lesbianas debían «abstenerse» de toda actividad sexual.
El vocero del emirato absolutista aseguró que el futbolista australiano no debe tener miedo. «Al contrario, le damos la bienvenida aquí en el Estado de Qatar, le damos la bienvenida para que venga a ver incluso antes del Mundial. Nadie se siente amenazado aquí, nadie se siente inseguro».
Pero no se puede ocultar que este país está entre los cinco miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en los que se podría imponer la pena de muerte por actos sexuales consensuales entre personas del mismo sexo. No obstante, hay poca certeza jurídica al respecto. Y es que Código Penal de 1971 en su artículo 201 castiga la práctica con más de cinco años de cárcel. Pero la pena de muerte podría considerarse, dependiendo de la interpretación de la ley sharía.
¿Y cómo se celebrarán los goles?
Con lo antes mencionado, es natural preguntarse: ¿qué pasará con las muestras de afecto entre los jugadores? Abrazos, besos y otros gestos efusivos son comunes ante las cámaras cuando marcan un gol. La logística que implementará el régimen de Qatar en 2022 para hacer respetar su ley deberá ser enorme.
«Todos son bienvenidos aquí y todos se sentirán seguros aquí. Qatar es un país tolerante. Es un país acogedor. Es un país hospitalario», reiteró el funcionario qatarí.
Un informe de Amnistía Internacional que cita la variedad de abusos que se cometen en este país demuestra lo contrario. Este balance citó una «imprecisa» ley aprobada en enero que establece hasta cinco años de cárcel y una multa de 100.000 riales qataríes (más de 25000 dólares) a quienes difundan información «tendenciosa».
Por otro lado, las mujeres menores de 25 años deben obtener un permiso de sus tutores varones para realizar actividades cotidianas como firmar contratos y salir del país. Según la ONU, el hecho de no poder salir de sus casas sin el permiso deriva en una privación de libertad de facto a manos de sus familias.
La cereza del pastel es posiblemente la muerte de unos 6500 trabajadores migrantes que participaron en la construcción de infraestructuras para el Mundial de Qatar 2022, según una investigación de The Guardian, posiblemente por explotación y pocas condiciones laborales, señala el medio.
El respeto cultural que invoca el vocero del Comité Organizador del Mundial Qatar 2022 choca con las libertades individuales a las que están habituados jugadores, personal técnico y espectadores de países occidentales donde –alegando la necesidad de inclusión– organismos como la Unión Europea han intentado excluir elementos culturales y religiosos propios como la Navidad para no herir la susceptibilidad de otras culturas.
La poca claridad en cuanto a la interpretación de la sharía y los límites de las leyes qataríes, así como el turbio historial de este país en cuando al respeto a los derechos humanos hacen que la comunidad LGBT –que en occidente ha ganado terreno en todos los ámbitos culturales hasta el punto de imponer una agenda de la mano del progresismo de la izquierda– en territorio islámico sea un colectivo realmente vulnerable.