Los espacios de libertad y desarrollo construidos desde 2001 en Afganistán se están desmoronando. El dominio alcanzado por los talibanes desde mediados de agosto de este año se está filtrando cada vez más para condenar a la sociedad al mismo sistema impuesto antes. Con la excusa de la ley sharía, esta vez los extremistas anunciaron la prohibición de transmitir películas y novelas donde participen actrices y aquellas consideradas “inmorales”.
A la mujeres periodistas se les ordenó usar el hiyab islámico, un tipo de vestimenta que solo deja la cara descubierto. En pocas palabras, las mujeres casi desaparecerán de las pantallas. Es conocido que los talibanes practican desde siempre la contradicción moral. Ellos condenan y asesinan a los homosexuales pero dentro de sus filas tienen relaciones íntimas entre ellos. ¿Quedarán solo hombres en películas y novelas? ¿Qué pasará con la industria del cine afgano?
“Películas extranjeras y nacionales que promuevan la cultura y tradiciones foráneas y la inmoralidad”, también serán prohibidas, dijo el Ministerio afgano para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio. Instancia que por cierto fue creada para sustituir al Ministerio para Asuntos de la Mujer.
Tampoco se debe insultar a nadie en los programas de entretenimiento ni emitir dramas televisivos en los que se “insulten los ritos islámicos o la dignidad humana” o vídeos “que muestren el cuerpo desnudo de los hombres”, se lee en el comunicado que reseñó EFE.
Pantallas apagadas
Hay que mirar atrás para saber qué ocurrirá en el futuro con el cine y la televisión afgana. Es poco probable que solo queden hombres en las pantallas. Simplemente no habrá nada que ver. Cuando los talibanes comenzaron en 1996, más de 7000 películas afganas fueron enterradas bajo el suelo, en falsos techos y detrás de paredes de ladrillo. La anécdota es recordada por el portal hindú The Print.
Toda forma de entretenimiento era inmoral. Solo había una estación de radio, Voice of Sharia, que transmitía propaganda y programación islámica. Las personas descubiertas mirando alguna película eran castigadas. Una reseña de France 24 rememoró que tener un reproductor de video podría dar lugar a un azote público.
Cuando los talibanes cayeron en 2001, la industria del cine afgano experimentó la libertad durante 20 años. Desde entonces nacieron títulos ganadores de premios en el Globo de Oro o el Festival de Venecia. Por ejemplo, Osama narraba la historia de una niña que se viste de niño para junto a su familia sobrevivir en un Afganistán dominado por los talibanes. Ganó como mejor película en lengua extranjera en los Globos de Oro de 2004.
Sahraa Karimi es la única mujer afgana en el mundo con un doctorado en cine y dirección. Es la primera y única mujer en ser directora general de Afghan Film, la agencia estatal de cine. Ella huyó el pasado 17 de agosto hasta Kiev, donde fue recibida por el gobierno ucraniano. Días antes publicó una carta donde aseguraba que no se iría, pero el terror impuesto por los talibanes pudo más.
To All the #Film_Communities in The World and Who Loves Film and Cinema!
I write to you with a broken heart and a deep hope that you can join me in protecting my beautiful people, especially filmmakers from the Taliban. #Share it please, don't be #silent. pic.twitter.com/4FjW6deKUi
— Sahraa Karimi/ صحرا كريمي (@sahraakarimi) August 13, 2021
El emblemático cine Ariana Cinema
Durante esos 20 años el cine afgano resplandeció. Los cines también exhibían películas de Bollywood y películas de acción estadounidenses, en particular las protagonizadas por Jean-Claude Van Damme, contó Abdul Malik Wahidi, a cargo de las entradas a Associated Press.
El cine Ariana Cinema en la capital afgana ahora luce vacío. No hay espectadores y los empleados van con alguna esperanza de recibir sus salarios. La directora de Ariana, Asita Ferdous, la primera mujer en el cargo, ni siquiera puede entrar a las instalaciones.
El cine abrió sus puertas en 1963 y en marzo de este año recibió una festival de películas al que asistieron actores afganos, relató la agencia de noticias. Las siguientes palabras pertenecen a Rahmatullah Ezati, el proyeccionista principal de Ariana y vaticinan lo que vendrá con el desarme de la industria cinematográfica que comenzó con la exclusión de las mujeres.
“Si un país no tiene cine, entonces no hay cultura. A través del cine, hemos visto otros países como Europa, Estados Unidos e India”.