Andrea Álvarez me bloqueó hace tiempo en X. El poco relevante suceso tuvo lugar después de que la increpara públicamente con un asunto incómodo: su apoyo al modelo de sustitución de importaciones, que por su oficio de música (profesional y bien equipada) es muy cuestionable desde lo moral.
Probablemente, la expercusionista de Soda Stereo no esté muy familiarizada con el término “sustitución de importaciones”, pero lo cierto es que a ella, como a todo el progresismo musical local, les cabe la relación con esta política oscurantista. Ni bien llegó Javier Milei a la presidencia, Álvarez se sumó a las manifestaciones que proponen abortar las reformas que la actual gestión busca implementar. De volver al desastre previo, además del estatismo, del déficit fiscal y de la emisión monetaria descontrolada, Argentina también retornaría de lleno al modelo que, para proteger a unos pocos industriales locales, pretende que la gente no tenga acceso a importaciones a precios accesibles.
Al igual que Álvarez, la progresía musical exhibe sus instrumentos y equipamiento internacional de primer nivel. Algo que los aficionados a la música, que no cuentan con grandes recursos, no pueden acceder jamás. Claro que ellos aprovechan las giras y presentaciones, donde siempre se traen elementos que aquí no se consiguen o cuestan fortunas. Para un argentino de ingresos medios bajos, obtener una guitarra (o incluso un simple pantalón) significa optar entre productos de baja calidad o destinar una fortuna que requeriría meses de ahorro.
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Claro que mi entredicho económico con la percusionista progre “anti Milei” no fue noticia, ni amerita este breve artículo. Lo que sí es digno de mención es lo que le sucedió esta semana y que las puso en todos los portales de noticias. Resulta que denunció en sus redes sociales que el actor, exfuncionario y exdiputado kirchnerista Claudio Morgado la estafó junto a su mujer, Vanesa Moreno.
La pareja de Morgado le habría propuesto conseguirle dos computadoras MacBook Pro, a precios que no existen en el mercado local. Una de 1000 dólares, que habría comprado para el hermano y otra de 500. Sin embargo, luego de hacerse de los billetes, Moreno no entregó los equipos ni devolvió el dinero. Tras la denuncia pública, Álvarez corroboró que no había sido la única estafada.
Con el tema en los medios de comunicación, el exlegislador kirchnerista señaló que su mujer no estaba bien psicológicamente, por lo que estaba tramitando una internación para un tratamiento de salud mental. Claro que nada de esto conforma a la artista, que por ahora parece mostrarse más preocupada por recuperar sus dólares que por el problema psiquiátrico que sufriría la mujer de su amigo. El progresismo siempre es empático, pero primero está el dinero. Dólares, claro.
Seguramente, Álvarez siga manifestándose en contra del “neoliberalismo”, avalando directa o indirectamente modelos económicos dirigistas corporativos. Es probable que ni siquiera ella comprenda a ciencia cierta las consecuencias de las políticas que promueve, que en el ámbito musical, hace que exista una elite privilegiada con acceso a instrumentos que el resto no puede comprar. ¿Percibirá aunque sea la incompatibilidad de las políticas que defiende con el intento de adquirir “por izquierda” y “de favor” una computadora importada a un precio accesible?
Estos episodios al menos los dejan en evidencia ante la opinión pública y desenmascaran su hipocresía total. Mientras tanto, la mayoría de los argentinos aguarda por una apertura del comercio internacional, para poder comprarse las cosas que los ciudadanos del mundo pueden adquirir.