Esta cuestión podría inscribirse como una de las diferencias conceptuales entre el marxismo original y sus representantes argentinos en el Congreso en 2024. Los delincuentes comunes, para Marx y Engels, estaban dentro de un grupo denominado “lumpenproletario”. En sus propias palabras, formaban parte de la “putrefacción de las capas más bajas de la sociedad”. Los teóricos del denominado “socialismo científico” no tenían esperanzas en que estos individuos pudieran ser sujetos revolucionarios con conciencia social. Consideraban que eran fáciles de manipular, por lo que podrían estar siempre a disposición de la burguesía explotadora capitalista.
Si los políticos de la izquierda argentina tuvieran este enfoque crítico (aunque sea desde su error conceptual marxista), podrían incluso cosechar una mejor llegada en el electorado. Sin embargo, desde hace años, los socialistas locales tienen una forma de interpretar el problema de los delincuentes (y la delincuencia) de una forma diferente: los consideran víctimas del sistema capitalista. Excluidos que no tuvieron oportunidades en la vida, por lo que fueron prácticamente arrastrados al mundo del crimen. Curiosamente, también dicen representar a los trabajadores humildes que, a pesar de la adversidad, se levantan todos los días para ganarse el sustento decentemente sin dañar a nadie.
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Cada vez que un hecho de inseguridad sacude a la opinión pública –que eleva sus exigencias de penas más duras y procesos judiciales más breves– los diputados de izquierda salen siempre con el mismo discurso: que el problema de la delincuencia no se solucionará con el Código Penal. Ellos proponen consolidar un modelo económico colectivista y aseguran que, sin el capitalismo de por medio, nadie tendrá necesidades. Por lo tanto, nadie saldrá con un arma a robar o a matar por la calle. Detrás de esto subyace la tesis de que el delincuente que empuña un arma no es el victimario sino la víctima. ¿Quién es el responsable entonces? ¿La verdadera víctima, que en este caso es una niña inocente de nueve años? No. Toda la sociedad, que no decide terminar con el capitalismo, para abrazar definitivamente la utopía socialista.
Por estas horas, el incalificable asesinato de la pequeña Umma indigna prácticamente a un país entero que grita “justicia”. Sin embargo, los diputados del Frente de Izquierda no se han tomado la molestia ni siquiera de mencionar el hecho en sus redes sociales. ¿Será porque los padres de la niña pertenecen a las fuerzas de seguridad? La actitud mezquina de estos representantes de la ciudadanía, que tienen una banca en el Congreso Nacional, indica que para ellos hay crímenes y crímenes. Por lo tanto, existen criminales y criminales.
Nada de esto es nuevo. Este marco conceptual retorcido lo utilizan para interpretar también la sangrienta década del setenta. Hace unos años, Gabriel Solano dijo en televisión, en el marco de un debate con la actual vicepresidente, Victoria Villarruel, que “depende quién ponga las bombas”, determina si se trata de un hecho delictivo repudiable o no.
Para Bregman, Del Caño, Solano, Castillo y compañía, pedir castigo para los delincuentes que fusilaron a una niña de nueve años y darles sus condolencias a los padres, debe ser una cuestión “de derecha”. Por algo no representan a casi nadie y sacan insignificantes resultados en todas las elecciones presidenciales. Resulta increíble que consigan los votos suficientes como para darles alguna mínima representación parlamentaria, como la que tienen.