A pocas semanas de las elecciones primarias, donde la candidatura de Javier Milei aparece como un disruptivo espacio competitivo ante las dos grandes fuerzas políticas del país, todos los cañones en los medios de comunicación apuntan contra el libertario. El lanzamiento de un libro, acusaciones por ahora poco fundamentadas y ataques sincrónicos buscan reducir el caudal de votos de un precandidato presidencial que propone las reformas que ningún otro espacio ni siquiera sugiere.
Desafortunadamente, Argentina tiene experiencia en operaciones políticas previo a las elecciones. No hace mucho, Enrique Olivera fue acusado de tener millonarias cuentas sin declarar en el exterior, cuando se candidateaba por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Luego de los comicios, donde sufrió una merma considerable producto de las acusaciones, se confirmó que todo era una burda mentira.
A grandes rasgos, por estas horas las acusaciones contra Milei rondan alrededor de cuestiones personales con sus perros, un acuerdo con Sergio Massa por candidaturas en la provincia de Buenos Aires y la supuesta venta de lugares en las listas.
Con respecto a los asuntos de supuesta índole “íntima”, que ahora aparecen en las páginas de un “oportuno” libro de timing electoral, los que nos dedicamos al periodismo en Argentina sabemos que se trata de material que mucha gente deseaba que se publique desde hace tiempo. De más está decir que existe una cantidad importante de personas que tienen interés particular en contra del libertario. Esto puedo confirmarlo de primera mano.
Seguramente, por alguna rencilla personal que podría yo tener con Milei por cuestiones del pasado vinculadas a una actitud poco considerable de su parte, mucho del material que se publica en su contra se me fue ofrecido “en bandeja” para difusión. No sólo con los señalamientos del nuevo libro, sino desde las viejas acusaciones de fraude. Claro que hice oídos sordos y no me presté a ninguna de esas operaciones, que podrían haberme dado un rédito en el corto plazo. No todo vale en la vida y sí todo vuelve en algún momento.
Detrás de esas “ofertas”, uno podía ver que, más allá del interés de la difusión de cuestiones que no tenían demasiada carga probatoria, existía la animosidad contra el referente de La libertad avanza. Claro que en momentos electorales, estos factores terminan coincidiendo con los que tienen la necesidad que el espacio libertario se derrumbe en las encuestas.
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Con respecto a las supuestas transacciones en materia de candidaturas, lógico que es lícito que el público tenga acceso a la información. Claro que, ante esta cuestión, hay que tener presente dos cosas. Por un lado, las acusaciones, como las de Juan Carlos Blumberg, por ahora, se basan en un “me dijeron”. Por otro lado, por el lado de Juntos por el Cambio y el kirchnerismo es sabido que las candidaturas se compran con fondos públicos, ante el silencio total del periodismo.
¿Cómo funciona esto? Los que conocemos la política de cerca tenemos bien en claro que para llegar a una banca, el camino más usual es el siguiente: se comienza a militar con un “referente” y se accede a una planta transitoria, es decir a un contrato de asesor en las legislaturas o el congreso. A partir de ese momento, el empleado, en lugar de realizar labores técnicas para el diputado exclusivamente, pasa a trabajar también de militante. Responde a la línea interna de la persona que le consiguió el puesto y lo más importante pasa a ser la labor política. Luego de un tiempo, el asesor ocupa un puesto testimonial en una lista, para en un futuro conseguir un lugar “saliente”. En las elecciones de este año, como en todas las anteriores, las listas de JxC y del kirchnerismo están plagadas de estos casos. En todas sus facciones. Sin embargo, la financiación de los candidatos (y las carreras políticas) con dineros públicos, que no se trata de una sospecha sino de un hecho a la luz del día, no padece ninguna auditoría mediática.
Con estas cuestiones nadie está diciendo que se deje de lado o no se investiguen las acusaciones que se propagan por estos días. Sin embargo, es imposible dejar de lado y evitar mencionar la evidente doble vara y la animosidad coordinada y planificada de las últimas horas en contra de Javier Milei.