La especulación casi lógica indicaba hace dos años que las chances de racionalidad económica en un gobierno con Alberto Fernández a la cabeza, eran directamente proporcionales a las chances de un divorcio político con su vice, Cristina Kirchner. Sin embargo, las paradojas de la política argentina, y la lógica en la que el mismo presidente se encerró, hizo que la etapa “más kirchnerista” de su gestión haya comenzado luego del distanciamiento con la ideóloga del Frente de Todos. La absurda “guerra contra la inflación” ha sido el primer triste y decadente capítulo de un albertismo tardío, que terminará inevitablemente en fracaso rotundo.
- Lea también: El desesperado papelón del canal kirchnerista para no «perder» más encuestas
- Lea también:
El panorama es tan desolador, que ya ni vale la comparación con Venezuela. La desastrosa coalición peronista llevó a la Argentina, no hacia el chavismo, sino hacia su burdo pasado. Nicolás Maduro y compañía se dejaron de joder con la retórica bélica en materia de precios y se resignaron a la expresión libre de los mismos en dólares. ¿El resultado? Hace tres meses que tienen menos inflación que el denominado Reino de Peronia, entre los entendidos en la materia, donde Fernández reedita lo más absurdo y atolondrado que hicieron Chávez y Maduro. Ese delirio que el mismo régimen de Caracas decidió abandonar, con resultados que están a la vista.
El anuncio del viernes, sobre los detalles de la “guerra contra la inflación” fue otro fallido más, que incrementó la desconfianza sobre la gestión. Un pésimo condimento que complementa las causas monetarias tradicionales, que generan el drama inflacionario argentino. Luego del primer anuncio de un anuncio, valga la redundancia, y las especulaciones sobre el contenido del mismo, el presidente volvió a balbucear acerca de especuladores y formadores de precios. La novedad fue la presentación de un “fondo de estabilización” que no entusiasmo ni siquiera a los partidarios del gobierno.
Tras un fin de semana donde se sintió la remarcación de precios, como probablemente nunca antes en los últimos años, esta mañana la vocera de Alberto se presentó ante los medios para ponerle la frutilla al postre. En un nuevo capítulo de las frases inolvidables de la política argentina, Gabriela Cerruti señaló: “La inflación es un fenómeno endémico, casi un maleficio”. Como era de esperar, las redes sociales le hicieron justicia. Al instante miles de usuarios le recomendaron al gobierno las clásicas soluciones de los curanderos para cortar las brujerías.
Con la complicación de la guerra (real, la de Europa del Este) y la alta inflación en dólares, Alberto Fernández comienza a transitar de la peor manera el final de su mandato. Si las amenazas de su ministro de Desarrollo Productivo, que esta mañana aseguró que no “permitirán” incrementos de precios “injustificados” según sus criterios, el desabastecimiento (además del incremento del índice inflacionario) será una realidad en el corto plazo. Lo paradójico, es que el kirchnerismo lo señalará con el dedo y dirá que es todo culpa de Alberto.
Todo tristemente predecible.