En Argentina la “carne de planta” es algo que recién está empezando a circular. Mientras que en otros países del mundo ya hay marcas líderes haciendo productos que ganan espacios importantes en el mercado, hasta hace poco aquí seguíamos con poco más que milanesas de sojas insulsas a la hora de reemplazar la carne de res. Pero en mi último viaje a tierras de góndolas más nutridas, apenas pude compatibilizar un supermercado y una cocina a mí disposición, me quité la curiosidad con respecto a esta cuestión.
Desde hace meses que había visto varios videos, sobre todo de la marca “Impossible”, que cerró un acuerdo con Burger King para su “Impossible Whooper”. La opinión de varios bloggers y youtubers, que hasta dijeron que las hamburguesas sin carne incluso eran “más ricas”, no hizo más que incrementar mi desconfianza, pero también mi curiosidad. Una empresa que viene creciendo a pasos agigantados, con un fundador ambicioso que se propone cambiar el destino del mercado gastronómico mundial como lo conocemos, bien cuenta con recursos de sobra para poder incentivar opiniones en la red. ¿Desconfiado? Bueno, un poquito puede ser. Pero no soy el único…cada vez que escribo sobre un vino o un restaurant, no falta el que sugiere que hay “chivo” encubierto. Jamás pondría mi nombre a algo con lo que no estoy de acuerdo, pero si alguien quiere que vaya a probar algo de cortesía, encantado.
Con las provisiones de “plant-based meat” decidí hacer dos cosas: pastel de papas (o pastel de carne, según se conozca) y, lógicamente, hamburguesas. Para el que no conozca, el pastel de papas es básicamente un relleno de carne picada con cebolla salteada (que puede tener según el gusto agregados como aceitunas, huevo duro picado, ají morrón, ajo o pasas de uva) entre un suelo y un piso de puré de papas. Aquí también se puede jugar un poco y muchos le agregamos buenas porciones de queso rallado o mantecoso.
Ya ver la pasta rosa reaccionar en la sartén caliente con algo de aceite de oliva fue una sorpresa. La sensación al tacto fue prácticamente idéntica a la carne picada y verla “sangrar” y dorarse (como con el producto vacuno original) sobre el teflón me dejó literalmente anonadado. No creí que ese fenómeno químico tan conocido con la carne pueda ser emulado a la perfección, pero era lo que veían mis ojos. Aunque faltaba lo más importante, comencé a pensar que las opiniones de los influencers gastronómicos podían ser honestas y no producto de incentivos espurios.
Si bien los creadores de la “Impossible” dijeron que lograron emular el gusto, el color y la sensación al paladar, hay algo que no pudieron hacer: el olor de la carne en el fuego. No se asoma nada ni parecido. Dependerá de cada opinión cuánto vale esta cuestión en particular. En un asado, mucho. Pero los productos con “carne-no carne picada”, no son para la parrilla al carbón. Ahí hace falta asado, y el asado es con hueso. Aunque ya existen nuevos experimentos que ya permiten emular el músculo de la carne vacuna mediante clonación celular sin vaquicidio de por medio, para comer un costillar por ahora hay que apelar a los métodos tradicionales.
Volviendo a la receta, para que no me queden dudas hice la mitad con el producto de moda en el primer mundo y la otra con carne picada tradicional. Sin cámaras ni sobornos de por medio, me gustó más la sección innovadora. Además de la cuestión de la moral y la culpa (que silencio con la tercerización y la división de trabajo), la sección de la carne de planta tenía lo mismo que la otra, pero además era más liviano. La cuestión del salteado con cebolla y aceite le aportó el punto graso justo, ante la ausencia lógica de la grasa animal.
Lo mismo me pasó con la hamburguesa. Al prepararla con queso, cebolla salteada y algo de lechuga y tomate, si había algo para disimular se logró. En comparación con la otra hamburguesa también se repitió la cuestión que era más liviana. Seguramente, si hay que comerla sola a “pan y queso”, es probable que la carne de planta no pueda dar la batalla de igual a igual que da, a veces ganando, con recetas preparadas. Leyendo luego vi que mucha gente tuvo experiencias similares con tacos y otras preparaciones con verduras y salteados.
Resumiendo, ¿apareció el producto que reemplazará a la carne vacuna? No. ¿Es este otro producto engañoso como las milanesas de soja que, supuestamente, eran idénticas a las de vaca? Tampoco. Este producto, sí reemplaza muy dignamente a la carne en su versión picada. Puede decirse que, según la preparación, puede superarla. Pero hablamos exclusivamente de carne picada.
Puede que lo mejor de estos productos sea compartir menú con personas vegetarianas o reducir al menos el consumo de carne para todas las recetas que llevan la clásica “picada”. No es poco. Veremos con que nos sorprende el futuro el maravilloso capitalismo, que sigue haciendo del mundo un lugar mejor cada día.