La debilidad de Joe Biden frente a la crisis en Medio Oriente podría desplazar a Estados Unidos como mediador. En este caso, China podría cobrar protagonismo.
Horas después de que entrara en vigor el alto al fuego negociado por Egipto el viernes 21 de mayo en la mañana, Pekín promocionó su propia contribución a la tregua entre Israel y el grupo terrorista Hamás. Por lo tanto, pidió un regreso al diálogo por la paz.
Según South China Morning Post, China parece ansiosa por posicionarse como un agente de paz alternativo, disfrutando de la inusual atención y capitalizando los fracasos de Estados Unidos, un aliado clave de Israel, para resolver una de las disputas más antiguas en el Medio Oriente.
Esa es la postura que ha mantenido el gigante asiático en los últimos meses. En marzo, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, realizó una gira por Oriente Medio, donde prometió que el Dragón Rojo desempeñaría un “papel constructivo” en el intento de resolver los interminables conflictos regionales.
Allí presentó una oferta para albergar conversaciones en Pekín entre Israel y los palestinos.
¿Qué interés tiene China sobre el conflicto entre Israel y Hamás?
El 16 de mayo Wang Yi arremetió contra Washington por bloquear los esfuerzos internacionales para buscar una reducción de la violencia, mientras presidía una reunión en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre los últimos enfrentamientos armados en Cisjordania, explica un comunicado la cartera de Asuntos Exteriores de China,.
“Lamentablemente, simplemente debido a la obstrucción de un país, el Consejo de Seguridad no ha podido hablar con una sola voz”, dijo Wang durante la sesión virtual, refiriéndose a los repetidos esfuerzos de Washington para bloquear la adopción de una declaración conjunta condenando la violencia.
Ante la tensión entre ambas potencias en la ONU, el ex embajador chino en Irán, Hua Liming, explicó que “teniendo en cuenta el deterioro de los lazos entre Estados Unidos y China y especialmente la campaña liderada por Estados Unidos para arrinconar a China sobre Xinjiang, no hay forma de que China no lance un contraataque”.
Xinjiang es la zona de mayor población musulmana en China, donde el régimen comunista es acusado de un genocidio por encerrar en campos de trabajo forzado a 1 millón de personas de la minoría étnica y religiosa uygur.
El término genocidio aplica en cuanto se ha reducido hasta en un 24 % la reproducción en esa zona, donde la esterilización forzada consta entre los reclamos contra el régimen.
“Estados Unidos debería darse cuenta de que las vidas de los musulmanes palestinos son igualmente preciosas”, dijo el 14 de mayo la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Hua Chunying, fue más directa y acusó a Washington de “ignorar el sufrimiento” del pueblo palestino mientras lideraba una cruzada internacional contra China por su trato a los musulmanes uygur.
También reprendió a Washington antes de la reunión por “estar del lado opuesto de la justicia internacional”.
Esto último resulta llamativo en cuanto a Hamás, pues es un gobierno islamista pero acepta ayuda de China cuyo régimen comunista es acusado de perseguir a sus hermanos en la fe: los uygur.
Muertes frenan avances de paz en Medio Oriente
El derramamiento de sangre en los últimos días es un retroceso de lo que fue la administración de Donald Trump, que logró acuerdos de paz en la región.
Incluso logró que Israel pacte no avanzar sobre los territorios palestinos y el respeto al acceso de los lugares santos para los musulmanes, a cambio de lograr alianzas políticas, económicas y en materia de salud entre Israel y Emiratos Árabes Unidos, también con Baréin.
El expresidente Trump ha advertido a su sucesor que el panorama podría complicarse aún más. Por eso le ha pedido que «No empuje a Rusia al regazo de China» y que se centre primero en China.
Pues, tanto China como Rusia están avanzando militarmente en Ucrania el primero y sobre Taiwán el segundo.
Y mediar frente a un conflicto tan tenso como el palestino-israelí podría ayudar al Partido Comunista China a mejorar su imagen ante el mundo mientras avanza a la par sobre la soberanía de Hong Kong y Taiwán a pasos agigantados.
Sin dejar de lado que el mundo entero sigue con sus libertades reducidas por una enfermedad que se desató en Wuhan.
De modo que al régimen le conviene toda la publicidad a su favor.