El cine y la política tienen una relación estrecha. Cómo nos muestran a los países en la pantalla grande ayuda a forjar nuestro criterio respecto a ellos. En el caso de Mulán, Disney exalta una historia épica que esconde un presente desolador.
Detención en campos de concentración, esterilización forzada, extracción de órganos, entre otros vejámenes, han sido los atropellos sufridos por alrededor de un millón de uigures, la minoría musulmana de Xinjiang, China, donde Disney filmó su última producción.
«Imponer medidas destinadas a prevenir los nacimientos dentro del grupo» encaja dentro de la definición legal de genocidio, destaca Isaac Stone del Centro de Asia Society para las relaciones entre Estados Unidos y China en una columna de opinión en The Washington Post.
Denuncia cómo Disney ayuda a normalizar un crimen contra la humanidad y destaca cómo se cumplen los criterios para hablar de genocidio, puesto que cayó la tasa de natalidad en Xinjiang en picada un 24 % en el 2019.
‘HORRIFIC’: Asia analyst @GordonGChang sounds off on Disney and the production of new live-action movie Mulan, citing China’s concentration camps, and their military threat to the US. [with Newsmax TV’s @JohnFBachman. https://t.co/VlT7z8drtO] pic.twitter.com/tm3JwQTeTJ
— NEWSMAX (@NEWSMAX) September 8, 2020
La normalización de los atropellos del Partido Comunista de China no se limitan a la locación de la filmación, incluso aparecen agradecimientos al Departamento de Propaganda del régimen al final de los créditos.
Para quien no esté familiarizado con el rol del Departamento de Propaganda, en marzo del 2020, cuando recién se desató la pandemia a nivel mundial, el Partido Comunista chino anunció haber ganado la «guerra popular» contra el coronavirus. Incluso publicó un libro traducido a seis idiomas donde China brindaba consejos al mundo para replicar el supuesto éxito que tuvo venciendo la propagación de la COVID-19.
No obstante, el viernes 17 de abril se reportó que en verdad la cifra de muertos era 50 % superior a lo originalmente reconocido en Wuhan, ciudad donde se originó la pandemia.
Convencionalmente las historias de Disney tienen héroes. Pero en esta ocasión ha elegido favorecer al verdugo. En los créditos, Disney ofrece un agradecimiento especial a más de una docena de instituciones chinas que ayudaron con la película, incluyendo cuatro departamentos de propaganda del Partido Comunista de China en la región de Xinjiang, así como la Oficina de Seguridad Pública de la ciudad de Turpan en la misma región, organizaciones que están facilitando crímenes contra la humanidad.
Por ello Isaac Stone Fish insiste en su columna: «Es lo suficientemente sorprendente que vale la pena repetirlo: Disney ha agradecido a cuatro departamentos de propaganda y a una oficina de seguridad pública en Xinjiang, una región del noroeste de China que es el lugar de uno de los peores abusos de los derechos humanos en el mundo en la actualidad».
En la ciudad de Turpan, por ejemplo, locación de la película, existen campos de “reeducación” para la minoría étnica uigur. En el 2017 inició la campaña con una guía detallada de preguntas y respuestas. Frente a la sustracción de los padres de familia de sus hogares, los miembros del partido respondían ante sus hijos: “Están en una escuela de formación” y “Tienen muy buenas condiciones para estudiar y vivir allí, y no tienen nada de qué preocuparse”.
Congraciarse con el Partido Comunista Chino le ha traído beneficios a Disney, como la apertura de Shanghai Disneyland en junio de 2016. Según el presidente ejecutivo de Disney, Bob Iger, es la “mayor oportunidad que la compañía ha tenido desde que el propio Walt Disney compró un terreno en Florida Central (donde está situado Disney World)”.
Disney se ha empeñado por congraciarse con el régimen luego de un cruce en 1997, cuando la productora sacó una película sobre el Dalai Lama.
“Cometimos un error estúpido al lanzar ‘Kundun'”, dijo el entonces director ejecutivo de Disney, Michael Eisner, al primer ministro Zhu Rongji en octubre de 1998. “Aquí quiero disculparme, y en el futuro deberíamos evitar este tipo de cosas, que insultan nuestros amigos, de suceder “.
Vale aclarar que el líder religioso vive exiliado, pues el comunismo tiene una esencia atea y estatólatra (rinde culto al Estado). Por eso persigue tanto a musulmanes como a líderes budistas.
Ahora que la imagen de China está deteriorada por causa de la pandemia del coronavirus y la censura contra médicos y periodistas que intentaron alertar el peligro a tiempo, Disney intenta “rescarcir” su “error” del pasado, con publicidad a favor.