Nadie puede confundirse con la reforma constitucional que plantea el jefe de Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a menos de cuatro meses de las elecciones presidenciales en el país. Su promesa de “devolver el humanismo”, con un paquete de 20 cambios a la Carta Magna, para ―en su opinión― alcanzar más justicia, honestidad, austeridad y democracia, es sólo una estrategia en la víspera de estos comicios. En esa jornada electoral su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) buscará seguir en el Palacio Nacional, ahora bajo el mando de Claudia Sheinbaum.
Asumir esta iniciativa de AMLO con otra perspectiva es pisar el terreno de la ingenuidad política, cuando el lanzamiento de las modificaciones ocurre en el remate del mandato.
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Si bien su discurso insiste en la necesidad de una “transformación nacional”, para superar lo que en sus múltiples discursos tilda como “el periodo neoliberal oscuro de 36 años que entregó bienes del pueblo y de la nación a una minoría”, todo es parte de una narrativa propagandística. En realidad, su objetivo es confrontar y polarizar al país azteca antes de la cita en las urnas.
“Le deja servida la mesa a Sheinbaum”, asegura Luis Carlos Ugalde, director de Integralia Consultores. El experto, en concreto, precisa que López Obrador “llama a votar masivamente por Morena, para lograr la transformación”.
¿Cuáles son los objetivos de la lista de reformas enviadas por el presidente?
Uno de ellos es dejarle la mesa puesta a @ClaudiaShein
Entrevista completa con @JoseCardenas1 en: https://t.co/gsCcOXIlzj pic.twitter.com/Z6adubAu5o
— Luis Carlos Ugalde (@LCUgalde) February 6, 2024
Jugada con riesgos
A la candidata de Morena ahora le corresponde asumir la oferta de la reforma constitucional. Este paquete de medidas incluye eliminar plurinominales, (de representación proporcional), con lo que se reduciría la Cámara a 300 diputados de los 500 actuales. También incluyó una reforma del Poder Judicial para reducir de 11 a 9 los ministros de la Suprema Corte, que además deberán ganar su puesto por elección popular.
Sin embargo, la polémica en torno a las medidas reside en sus intenciones de desaparecer órganos autónomos. Su meta es que sean absorbidos por el Estado. Entre los afectados figuran el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el Instituto Nacional de Transparencia y Acceso a la Información y Protección de Datos Personal (INAI), la Comisión Reguladora de Energía (CRE), entre otros.
Sheinbaum tendrá, incluso, que ser parte de los sueños cándidos de AMLO que buscan prohibir el uso de fentanilo mediante una ley y que se garanticen los servicios médicos gratuitos, pese a estar en deuda al respecto desde su acenso en 2018 a la jefatura de Estado.
¿Le gustará? ¿Estará totalmente de acuerdo? No tiene más opción. El mandatario la eclipsa y se apodera de la campaña, la cual comienza formalmente el 1 de marzo con una lista de reformas que constituyen una suerte de plataforma de una nueva campaña presidencial, aunque su nombre e imagen ya no estarán en la boleta de votación.
Estrategia entre fracasos
Además de “servir la mesa”, López Obrador también ha establecido las bases del próximo gobierno, al imponer a su candidata la tarea de repetir elogios a su agenda. De esta manera, le niega la oportunidad de imprimir su propio sello a una eventual administración.
La jugada podría tener altos costos para ambos. Las encuestas otorgan a Sheinbaum un 52% de preferencia entre los electores en este momento en comparación con Xóchitl Gálvez, ficha de la coalición integrada por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Por ahora, la voz de esta opositora solo aglutina 27 %. También rebasa el 3% del candidato del Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez.
Las tendencias podrían cambiar con el debate de las reformas constitucionales, considerando que el presidente arrastra el fracaso tanto de la reforma electoral, como la energética que impulsó en 2022. Ninguna de ellas prosperó. La primera desató oleadas de protestas, mientras que la segunda no consiguió los votos necesarios. En aquel entonces, sumó solo 275 votos a favor de la coalición oficialista, 223 en contra de los opositores y 0 abstenciones. Sin los dos tercios de los 498 diputados presentes, es decir, 332 parlamentarios, la iniciativa quedó en papel y palabras.
Ahora, la oposición está en una encrucijada con esta jugada de AMLO. Si combate sus propuestas exponiendo el populismo que las ronda, beneficiará al presidente al ampliar su mensaje. La indiferencia o diseñar propuestas novedosas de futuro es el único camino para dejar a López Obrador a un lado y a Sheinbaum sin opción de triunfo.
El reto es grande, porque si Morena gana la mayoría calificada el 2 de junio, López Obrador alcanzaría a despedirse el 30 de septiembre con un “legado histórico”. Ahora, si no lo logra, forzará a su bancada a someter el paquete de cambios a votación en el Congreso. Mediante esta estrategia se deja constancia de este rechazo.