El combate a la corrupción tiene que dejar de ser un discurso electorero, para convertirse en un resultado del gobierno. El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ya tiene que rendir cuentas a los mexicanos, no basta con acusar en la tribuna a los corruptos, tiene que asegurarse de que las leyes se cumplan. Tras casi dos años de gobierno, necesitamos saber ¿cuántas denuncias se han traducido en investigaciones por corrupción en manos de la fiscalía?, ¿cuántas sentencias condenatorias han sido efectivas contra la red de corruptelas que una y otra vez aseguró que combatiría?
AMLO tiene un reto enfrente: la desaparición de 109 fideicomisos ahora está en manos del Senado mexicano, una bolsa millonaria que tenía fondos de apoyo en la reconstrucción de desastres naturales como terremotos o huracanes, fondos de la financiera rural, el fondo minero, el fondo para el fortalecimiento de las sociedades y apoyo al ahorro, así como el fondo para las pequeñas y medianas empresas, pero también para investigaciones científicas, producción cinematográfica, apoyo a deportistas de alto rendimiento, protección a víctimas del delito y periodistas. Recursos que son indispensables en muchos casos, para la protección de la vida de las personas o la vida cultural, científica y deportiva del país. Sin embargo, ante las sospechas de denuncias por corrupción, decidieron desaparecer todo, los programas y el financiamiento.
Hay que decir que López Obrador aseguró que “el dinero no va a desaparecer. Lo que se está buscando es que no haya corrupción, que haya transparencia”. Y vamos por partes. Si el gobierno mexicano denuncia que los fideicomisos estaban llenos de aviadores y corrupción, que se investigue y castigue.
Una y otra vez, el gobierno mexicano ha insistido en que el uso de la mayoría de esos fondos son opacos, discrecionales, sin reintegro al erario de recursos no utilizados. En suma, otra presunta red de corrupción millonaria. Nadie se opone a la aplicación de la ley contra delincuentes. Lo que necesitamos es que avancen los procesos judiciales hasta ver a culpables tras las rejas.
No obstante, nadie nos asegura que con la extinción de la figura de fideicomisos, la corrupción en efecto deje de existir. Los programas desaparecen, pero no hay reglas de operación para usar esos millones de pesos. No hay combate a la corrupción, otra vez hay opacidad. Ese dinero podría ser manejado con discrecionalidad, pero por otras manos. Necesitamos transparencia, que haya reglas de operación, que no haya espacio para los desvíos de recursos. Que no sean todo lo que criticaban y aseguraban que combatirían, una vez que estuvieran en el poder.
Campaña electoral en puerta
Por otro lado, el gobierno dice que este dinero será para pagar los servicios sanitarios en medio de la pandemia, entre ellos las vacunas contra el coronavirus. Y vienen las interrogantes: ¿si no le quitan los recursos de protección a periodistas amenazados, víctimas de la violencia o afectados por terremotos, el gobierno no tiene dinero para comprar vacunas? o ¿qué pasará si tienen que decidir entre otorgar recursos para apoyar a víctimas de la violencia – que alcanza niveles históricos- o pagar tratamientos médicos para enfermos en medio de la pandemia del coronavirus? ¿cuál será su prioridad?
Lo peor de todo es que nuevamente la decisión siembra la duda sobre si este dinero no se convertirá en fondos para las campañas electorales del 2021. Hay dudas sobre si este dinero no será la nueva caja chica del gobierno mexicano porque no ha habido un plan de recuperación económica efectivo. ¿Acaso la crisis sanitaria está por desatar la peor crisis económica y de seguridad en México?
Es tiempo de corregir. Que el poder judicial haga su trabajo. Que el Estado de derecho se fortalezca desde adentro. Adelante señor presidente, combata la corrupción. Es más, que se denuncie, investigue y sancione a los de antes y a los de ahora. No es posible que la burocracia , y la clase política, sumadas al talento mexicano, no sean ejemplo de transparencia. Eso, más que cualquier otra cosa nos resta competitividad.
Pero sobre todo, es momento de restablecer la transparencia en todos los ordenes de gobierno mexicano. Que sepamos en qué se gasta cada peso, quién responderá por él y los resultados de su inversión. No es tarea fácil, cierto, pero es momento de comenzar a rendir resultados y demostrar eficacia en el gobierno. López Obrador ya no es oposición y hoy como presidente, tiene que rendir cuentas. Es momento de tener cero tolerancia ante los corruptos.