
México fue a las urnas este domingo 1 de julio y eligió, eligió de manera abrumadora que su próximo presidente por el siguiente sexenio sea Andrés Manuel López Obrador, quien en su tercer intento por llegar a la primera magistratura del país azteca, lo logró con una coyuntura de hastío y de desesperación de la sociedad mexicana por los extremos niveles de inseguridad, violencia y corrupción.
Un López Obrador que nunca presentó propuestas concretas pero que sí prometió luchar contra la corrupción y el estatus quo al cual siempre llamó “la mafia del poder” que según él era compuesta por el derechista Partido Acción Nacional (PAN) y por el oficialista de centro derecha Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La retórica de este candidato estuvo siempre envuelta de ataques e intolerancia, culpando al sistema mexicano, a Estados Unidos, medios de comunicación, sus adversarios políticos e intelectuales por la situación de México.
La manera tan arrasadora en que el partido político creado y liderado por AMLO es una mala noticia para el equilibrio de poderes pero una buena noticia para la rendición de cuentas que el nuevo presidente de México tendrá que hacer ya que al tener la mayoría en el Congreso, Senado y haber ganado jefaturas de gobierno tan importantes como la de Ciudad de México, ya “la mafia del poder” ha quedado diluida y no habrá nadie más a quien responsabilizar que no sea al mismo López Obrador y a su organización política.
Ya es momento que López Obrador se pare sobre sus propios pies y asuma responsabilidad por sus acciones y las de quienes gobernarán en conjunto con él, ya los discursos de ataque deben quedar atrás y comenzar a construir puentes de diálogo y reconciliación, porque con el poder absoluto que le fue concedido en las urnas, desde el 1 de diciembre no habrá más responsable que él de las buenas y malas decisiones que se tomen respecto al futuro de México.
Una muestra del hastío en el que se encuentra actualmente la sociedad mexicana es que el oficialista PRI estaría registrando su representación más baja históricamente en los órganos legislativos siendo superado por hasta tres veces por partidos de izquierda como el Partido de los Trabajadores, Partido Encuentro Social y el mismo Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Estas personas cansadas de no obtener respuestas por parte del gobierno de Peña Nieto votaron más que con razón, con enojo, e hizo uso del “voto de castigo” para según se leyó en redes sociales “dar una sacudida que necesitaba México para tener un verdadero cambio” sin embargo, esto podría estar muy lejos de suceder.
Y es que cinco minutos después que se cerraran los centros de votación, el conservador José Antonio Meade, candidato por el PAN, en conferencia de prensa reconoció su derrota e indicó que la ventaja favorecía a AMLO, y 15 minutos más tardes, Ricardo Anaya, ahora expresidenciable por el PAN, hizo lo mismo.
Este hecho es inédito en América Latina ya que se dio con menos del 1% de los votos contados, los políticos mencionados fueron guiados por datos arrojados por encuestas a boca de urna, lo que hace suponer que las cifras que cada partido tenía ya les indicaban que la derrota sería abrumadora pero para poder dar este paso atrás en la contienda más que hidalguía pudo haberse dado una negociación que garantizara que cada organización política tendría participación en las tomas de decisiones que el virtual ganador haría, lo que pondría en tela de cuestionamiento el personaje anti sistema que había fabricado AMLO.
La llegada de López Obrador al poder ha encendido las alarmas no solo en México sino también en la región ya que su simpatía con el socialismo podría dar un aliento de vida a este sistema que ya se ha visto derrotado en América Latina, siendo Venezuela, Nicaragua y Cuba los países que aún están viendo su cara más cruel y violenta.
Por otro lado, México había protagonizado en los últimos años del gobierno de Enrique Peña Nieto una ofensiva diplomática bastante importante al denunciar y realizar acciones relevantes como la organización del “Grupo de Lima” compuesto por gobiernos latinoamericanos que denuncian y exigen acciones contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, pero esto podría cambiar con AMLO en la presidencia ya que durante su amplia campaña no demostró que le molestara el socialismo.
Y aunque en diferentes ocasiones negó simpatizar con las ideas del Foro de Sao Paulo, todos los integrantes del mismo como Cristina Fernández y el mismo Maduro fueron los primeros en saludar su victoria y sentir esperanza por el resurgimiento de la “patria grande”.
América Latina se encuentra en un momento de despertar de las ideas transochadas del socialismo ya que países como Argentina, Ecuador, Brasil, Uruguay ya han vencido en las urnas a líderes políticos que habían instaurado dicho sistema de gobierno y actualmente aún están en la batalla por recuperarse de los enormes daños económicos y sociales que habían tenido, pero México recién ingresa a esta etapa.
Pero más allá de observar la decisión tomada por los mexicanos, se ha de aplaudir que la democracia fue la gran ganadora, así como la paz, ya que después de un proceso electoral que tuvo un saldo de alrededor de 130 candidatos de elección popular asesinados, este domingo todo transcurrió en calma y civilidad, con una participación del 65% de los ciudadanos habilitados para votar, fue un ejercicio democrático ejemplar que arrinconó al PRI a un tercer lugar como fuerza política y a su vez consolidó a Morena como el ganador de ganadores.
La democracia no siempre puede complacer a todos, y es de respetarse, ahora falta que esta sea nutrida por López Obrador como lo prometió este domingo en su discurso de aceptación del triunfo. Qué la libertad sea el norte del presidente electo de México mientras que la prosperidad y seguridad sea posible para quienes creyeron en su propuesta de gobierno.