Después de la izquierda ganar el poder en Chile no lo soltará tan fácil. Extender su permanencia es la lucha que libra ahora con la Convención Constitucional como aliada y el primer resultado ya está en la mesa: la aprobación de la reelección presidencial inmediata que favorecería a Gabriel Boric, quien asumirá el cargo el 11 de marzo.
La medida que asesta un duro golpe a la alternabilidad institucional democrática contó con la mayoría mínima exigida (13 votos a favor y 12 en contra) dentro de la Comisión de Sistema Político para avanzar luego a la plenaria, donde requerirá el voto favorable de las dos terceras partes. Y ahí los tendrá. La convencional Patricia Politzer asegura que “es difícil que no llegue a buen término”. Imposible contradecirla cuando la izquierda ocupa 118 de las 155 curules.
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En primera votación, se aprueba Estado Plurinacional, régimen presidencial y sistema unicameral. La comisión seguirá deliberando para acercar posiciones antes de enviar sus propuestas al Pleno donde se requieren 2/3 para la ratificación definitiva. Esto recién comienza. pic.twitter.com/QvjZ8Lp2TD
— Patricia Politzer (@patriciapolitz) January 28, 2022
El Partido Comunista está de gozo con el consenso que obtuvo su propuesta que coló mediante Bárbara Sepúlveda para reconfigurar la composición y atribuciones del poder Ejecutivo, que mantiene y profundiza el presidencialismo y crea además una vicepresidencia paritaria.
Significa entonces que el presidente electo, Gabriel Boric, entrará al palacio de La Moneda el próximo 11 de marzo con la posibilidad no salir hasta 2030, considerando que la reelección inmediata sería por un solo periodo. De esa forma, Boric podría gobernar por ocho largos años, comparables con los diez de Rafael Correa en Ecuador, los 12 del kirchnerismo en Argentina y los 14 de Evo Morales en Bolivia. La reelección indefinida en Venezuela ha permitido que la cuenta del chavismo sea más larga.
Congreso unicameral y Estado plurinacional
La misma votación que favoreció la reelección también alcanzó para eliminar el Senado, estableciendo un Congreso unicameral y declarando a Chile un “Estado plurinacional e intercultural” donde “los pueblos tienen derecho a la autonomía, al autogobierno y participación en todos los órganos de elección popular a través de escaños reservados”.
Es “la fórmula de presidencialismo más extraña posible. Se aprobó la elección conjunta y paritaria de un presidente y vicepresidente, un Congreso unicameral conformado por tres tipos de congresistas elegidos por distritos, circunscripciones regionales y escaños reservados; pero se rechazaron todas las propuestas de tramitación de la ley (salvo de los pueblos indígenas). Habrá Congreso pero no se pueden tramitar leyes”, asegura Tomás Jordán, abogado y académico de la Universidad Alberto Hurtado, según reseñó La Tercera.
La conclusión de Jordán se basa en que el sistema político chileno tiene varias complejidades: la traba y el bloqueo permanente entre presidente y Congreso; la escasa capacidad de sistema de procesar las demandas ciudadanas (pensiones, seguridad pública y salud); un sistema de partidos débil y fraccionado y una ciudadanía que no participa entre elecciones.
“Si examinamos el mix aprobado por la comisión, ninguno de los problemas se podrá solucionar fácilmente”.
Un panorama desafiante
En ese escenario, la figura del vicepresidente representa un riesgo de gobernabilidad porque puede ser un aliado o convertirse en opositor al jefe de Estado, sin dejar a un lado los intereses personales del vicepresidente, si quiere o no hacer carrera política a futuro, transformándose en una sombra para fortalecer el híperpresidencialismo o en su principal verdugo para debilitarlo.
Basta con mirar a Dilma Rousseff, destituida bajo el liderazgo del vicepresidente Michel Temer o Fernando Lugo en Paraguay eclipsado por Federico Franco.
En Chile todo parece posible cuando el vicepresidente ejercerá como un coordinador que disputará con el presidente el nombramiento de las autoridades políticas sin poder ser removido ante alguna diferencia.
El problema es el desconocimiento sobre estas andanzas que ocurren puertas adentro. Según la última encuesta del Instituto del Sector de Encuestas de Opinión Pública (Ipsos, por sus siglas en francés) 50 % de la población admite estar nada informada de la jornada nacional de deliberación.
#ConvenciónConstitucional 50% dice estar nada informado de la jornada nacional de deliberación, y sólo un 20% declara estar muy informado sobre las iniciativas populares de norma.
Estudio Ipsos – @EsPublicoCL | https://t.co/m2kOSOPRnf pic.twitter.com/fes9xgdKnR— Ipsos Chile (@IpsosChile) January 28, 2022
“Al puro estilo chavista”
El convencional Cristián Monckeberg divulga en Twitter que “en un par de días, el esfuerzo moderador de Gabriel Boric fue borrado con el codo por sus partidarios en la Convención” con una “receta segura de desastre”, al conocerse la intención de garantizarle la reelección cuando aún no ha jurado en el cargo.
En un par de días, esfuerzo moderador de Presidente E @gabrielboric fue borrado con el codo por sus partidarios en la @convencioncl: Presidencialismo unicameral/receta segura de desastre; Control de medios de prensa; fin a autonomía del #PoderJudicial; Semana negra sin dudas.
— Cristián Monckeberg (@cmonckeberg) January 27, 2022
Una catástrofe “al puro estilo chavista”, según su par, Bernardo Fontaine, ante el proyecto que intenta remover de sus cargos a los magistrados de la Corte Suprema y la Corte de Apelaciones.
Al estilo chavista, pretenden entregar al poder político, al futuro Presidente Boric, el control de los máximos tribunales. Así, la democracia se derrite porque no habrá independencia entre el poder judicial y gobierno. Qué opina @gabrielboric de esto? #ConvencionConstituyente pic.twitter.com/rRSbRNg99j
— Bernardo Fontaine (@berfontaine) January 27, 2022
Con el panorama chileno en estos términos, América Latina pareciera haber hecho un quiebre irreversible con uno de los legados más importantes que marcaron sus procesos de transición democrática: la prohibición de esquemas de reelección consecutiva para promover una mayor alternancia en el poder y disminuir así los conflictos políticos alrededor de la presidencia.
Rendirse ante la reelección es rendirse a un mecanismo que otorga excesivos poderes y permite el uso de prerrogativas para debilitar a los adversarios, socavar la división de poderes y garantizar así su continuidad. Su rechazo en otras latitudes es pragmático. Intentar prohibirla no induce a mayores consensos políticos.
Los primeros casos fueron los de Argentina y Brasil durante las presidencias de Carlos Menem y Fernando Henrique Cardoso, respectivamente; sumándose luego Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.