El próximo Super Bowl se celebrará el 11 de febrero, pero varias marcas no estarán ahí para gastar millones de dólares en anuncios publicitarios. Las últimas en dar a conocer esta decisión son Stellantis, General Motors y Ford, fabricantes estadounidenses de vehículos que califican su situación como “difícil”.
¿Qué hay detrás de esto? Varios factores relacionados con las ventas y con la exigencia del Gobierno de Estados Unidos para reducir el uso de vehículos que usan combustible para cambiarlos por los que funcionan con electricidad. Stellantis, que abarca las marcas Jeep, Dodge, Chrysler y Ram indicó en un comunicado que “están evaluando necesidades empresariales” por lo que tomarán “las decisiones apropiadas para proteger sus operaciones en Norteamérica”. La empresa viene de informar que sus ventas en EE. UU. cayeron 1 % en 2023 y se redujeron a 1,5 millones de vehículos.
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Y es que el año pasado un anuncio de 30 segundos costó unos siete millones de dólares, según una reseña de la agencia EFE. Esto significó un aumento de medio millón de dólares más en comparación con 2022 y 1,5 millones más que en 2021. Un monto que los fabricantes de vehículos estadounidenses no están dispuestos a asumir en un contexto que se vuelve cada vez más hostil por las imposiciones del gobierno demócrata de Joe Biden, apegado a una agenda verde que reporta más fallas que beneficios.
Marcas enviaron carta a la Casa Blanca
Una carta enviada a la Casa Blanca en diciembre revela la situación de los fabricantes de vehículos. El texto, firmado por la Alianza para la Innovación Automotriz (representante de General Motors, Toyota Motor, Volkswagen, Ford Motor, Stellantis y otros), expresó lo siguiente sobre las reglas para que en el año 2032 el 67 % de los vehículos nuevos que se vendan sean eléctricos:
“Podrían forzar prematuramente el abandono de muchos vehículos con motor de combustión interna y sus ingresos asociados, reduciendo la disponibilidad de capital necesario para que los fabricantes de automóviles financien la transición a los vehículos eléctricos”.
La carta, a la que accedió Reuters, planteó una “necesidad crítica” de crear una amplia coordinación gubernamental en los niveles más altos de la política. Pero se desconoce si la Casa Blanca prestó atención al exhorto. En cambio, Biden presenta su agenda verde con una sonrisa, ignorando —así como lo hacen sus votantes progresistas— que detrás de la extracción de minerales hay profundos problemas como la dependencia a China por la necesidad de materiales como grafito y tierras raras que se extraen en el gigante asiático o el trabajo infantil en minas de cobalto, cobre y otras materias primas con las que se fabrican las baterías eléctricas.
La fragilidad del control gubernamental
Stellantis también anunció que no participará en el Salón del Automóvil de Chicago, uno de los más importantes del país, y que se celebra en febrero. De manera que apartarse de los costosos anuncios en el Super Bowl no es el único recorte que están aplicando.
Lo que revela cada decisión de estas compañías es que las ansias por elevar el control gubernamental sobre el comercio de vehículos que usan combustible o gas podría afectar la oferta en el mediano plazo. Si bien la demanda de vehículos eléctricos superó a la del año 2022, una simple eventualidad, como la que ocurrió en California en septiembre de ese año —cuando el gobernador progresista Gavin Newsom pidió a los hogares racionar energía— demuestra que aún queda un largo trecho por recorrer para prescindir de los combustibles fósiles.
En tanto, la ausencia de muchos fabricantes de vehículos durante la transmisión del Super Bowl seguramente será notable en las pantallas y en la recaudación que tenga el evento.