Como un “acto de terrorismo” están calificando grupos de derechos humanos el envenenamiento con gas de unas 700 estudiantes en Irán, país donde se siguen registrando protestas mientras organizaciones internacionales y otros gobiernos parecen haber dejado de lado el tema en medio de otros acontecimientos como el empeoramiento de la guerra en Ucrania.
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No obstante, la nación del Medio Oriente está lejos de volver a la aparente tranquilidad que tenía antes del estallido de las protestas que exigen el fin del régimen islámico. La muerte de Mahsa Amini a manos de la policía de la moral en septiembre de 2022 fue el detonante, pero los continuos abusos a los derechos humanos de la población se convirtieron en el combustible para que los reclamos se mantengan.
El precio no solo lo pagan las casi 700 chicas envenenadas que terminaron hospitalizadas desde noviembre pasado, sino otros 1200 estudiantes universitarios quienes en diciembre sufrieron una sospechosa intoxicación alimentaria. Todo podría deberse a que las instituciones educativas se convirtieron en el epicentro del descontento nacional. Las jóvenes decidieron sacar los retratos de líderes religiosos de las aulas, se quitaron los velos, cortaron sus cabellos y recibieron en varias ocasiones el apoyo de hombres cansados de la represión. Por salir a protestar fue que el futbolista de 26 años, Amir Nasr-Azadani, fue condenado a 26 años de cárcel.
Según el medio Iran International, muchas familias se han reunido frente a las escuelas para expresar su preocupación e indignación, coreando consignas contra el régimen.
Schoolgirls in Ardabil in northwestern Iran have been hospitalized due to breathing problems after being poisoned, a video obtained by @IranIntl shows. pic.twitter.com/72VSg1eNEQ
— Iran International English (@IranIntl_En) March 1, 2023
El régimen se lava las manos
Desde el Ministerio de Interior controlado por los extremistas dicen que “todavía no han encontrado al culpable detrás del problema”. Es decir, evitan asumir cualquier tipo de responsabilidad diciendo que “las agencias de inteligencia están investigando el asunto” y exhortando a “no sembrar el pánico”.
Casualmente, el acumulado de casos —ocurridos en ocho colegios e institutos de la ciudad de Ardebil, tres escuelas de Teherán, una en Parand y otra en Kermanshah— ahora le sirve al viceministro de Salud para asegurar que “algunas personas quieren que se cierren todas las escuelas, especialmente las de niñas”. De esta manera, el autoritarismo del ayatolá Ali Khamenei podría finalmente prohibir la educación a las mujeres. En otras palabras, se concretaría el objetivo de seguir coartando derechos fundamentales a pesar de que con la falsa disolución de la policía moral se pretendía dar una imagen de supuesta moderación.
El primer caso de envenenamiento se registró a finales de noviembre en la ciudad de Qom, localidad que ha sufrido el mayor número de casos, de acuerdo con la agencia EFE. Los síntomas de las estudiantes pasan por mareos, dolores de cabeza e irritación en los ojos.
Suspendieron clases en Teherán
Para evidenciar el recelo que el régimen le tiene a los reclamos de los jóvenes iraníes, la Universidad de Teherán suspendió del 16 de marzo al 7 de abril el alojamiento y funcionamiento de los comedores. Asimismo, las clases serán vía internet hasta abril.
Tanto hombres como mujeres salieron a protestar en todo el campus gritando “la educación en persona es nuestro derecho absoluto”. El Consejo de la Unión de Estudiantes dejó claro que las autoridades “tienen miedo de la presencia de alumnos en la universidad” y que la falta de presupuesto “es una falsa excusa para cerrar las universidades en el segundo semestre”.
Respecto al envenenamiento, hubo un pronunciamiento de parte del gobierno de Joe Biden en Estados Unidos. El portavoz del Departamento de Estado de EE. UU., Ned Price, dijo que “esperan que las autoridades iraníes investiguen a fondo” y que “hagan todo lo que esté en su mano para detenerlos y hacer rendir cuentas a sus autores”. No hubo exhortos directos contra el régimen islámico.