El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ya no escatima en lanzar nuevas amenazas a diestra y siniestra contra los países que se opongan a su expansión en Ucrania. El mandatario simplemente anunció que ejecutará “ataques relámpago” contra quienes, a su juicio, cometan “injerencia”.
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Es una escalada de la retórica bélica de Putin y sus funcionarios. Ahora con el avance por el sur y este de Ucrania, el Kremlin se siente con mayor poder. Traer de vuelta la hegemonía que alguna vez tuvo la Unión Soviética es el objetivo, y para ello, Moscú está dispuesto a violar derechos fundamentales y acuerdos internacionales.
“Si alguien, insisto, se dispone a interferir en los acontecimientos en marcha y crea amenazas estratégicas inadmisibles para Rusia, debe saber que nuestros ataques de respuesta serán relámpagos, rápidos”.
Putin ofreció estas declaraciones durante una sesión del Consejo de Parlamentarios en San Petersburgo, agregando que tienen “todos los instrumentos para ello”. Es decir, fue una referencia al armamento hipersónico, según la agencia EFE.
Ataques rápidos de Putin con misiles hipersónicos
“Los usaremos si hace falta. Y quiero que todos lo sepan”, prosiguió Putin para completar su mensaje. Es decir, todos aquellos ensayos con misiles hipersónicos que venían preocupando a la comunidad internacional, finalmente podrían convertirse en ofensivas reales.
A mediados de marzo este tipo de armamento fue usado a solo 50 kilómetros de la frontera con Rumania, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), para destruir un supuesto depósito de armas ucranianas. El mandatario está orgulloso de su arsenal y varias veces lo ha calificado de “invencible”. Todo esto no hace más que acrecentar los temores de una escalada aún mayor.
Ningún tratado ha frenado las ambiciones de Moscú. Ni el Memorando de Budapest de 1994, ni el Protocolo de Minsk de 2014, ni los tratados internacionales creados desde que terminó la Segunda Guerra Mundial para evitar repetir los errores del pasado.
Los argumentos revanchistas continúan sobre todo contra Occidente, que Putin califica como el responsable de convertir a Ucrania en una “anti-Rusia” y de empujarla a enfrentarse contra su vecino, “atacar la anexionada península de Crimea y la región del Donbás; poseer armas nucleares y abrir laboratorios químicos y biológicos”.
Rusia cerró el grifo a Bulgaria y Polonia
Sumado a esta amenaza de Putin sobre posibles “ataques rápidos”, ahora está el hecho de que Rusia comenzó a cortar el suministro de gas a varios países. Bulgaria y Polonia ya integran la lista de las interrupciones del servicio y al ser naciones de tránsito, las consecuencias podrían padecerlas otros vecinos europeos en el corto plazo.
El motivo —además de revanchismo— tiene que ver con que el gobierno ruso exigió a finales de marzo el pago en rublos y no en euros ni en dólares. Acceder a esas monedad se volvió complicado a partir de las sanciones. Entonces la alternativa es abrir una cuenta especial en rublos y otra en divisas en Gazprombank, el tercer mayor banco del país.
Son tiempos en que la diplomacia debe andarse con cuidado, no solo la estadounidense sino también la europea, considerando que la dependencia del gas ruso llega a 50 % en 14 países de ese continente, según la Agencia Europea para la Cooperación de Reguladores de Energía (ACER).
Moldavia, precisamente el país a punto de ser invadido en la región separatista de Transnistria, lidera ese ranking junto a Bosnia-Herzegovina y Macedonia del Norte. Es una partida cerrada en el juego geopolítico que tiene en vilo al mundo libre.