Con el eufemismo de la «operación militar especial» el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunciaba el inicio de la guerra formal contra Ucrania. Fue el pasado 24 de febrero. La declaró al mismo tiempo que la ONU se reunía de emergencia debido a las tensiones previas. Pero la cuerda se rompió, o mejor dicho, Putin la rompió con el tan temido anuncio.
Lo que vino después fueron escenas dantescas día tras día que de inmediato han llegado a cada rincón del planeta. Porque si hay una novedad en esta guerra en comparación con otros grandes conflictos de la historia ha sido el uso de las redes sociales.
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Lo que el mundo observa desde hace dos meses es la puesta en práctica del autoritarismo puro y duro que defiende el asedio a territorios soberanos en el afán por revivir un proyecto fracasado. Esta ceguera de poder sigue provocando la muerte de miles, el desplazamiento de millones y la destrucción de ciudades que alguna vez fueron hogar de muchos.
Seis momentos han sido cumbres durante estos últimos dos meses. Importantes no dejarlos pasar para recordar cómo actúan los autócratas en tiempos modernos.
El nefasto anuncio
Era oficial, la guerra había comenzado. Putin dijo que avanzaría con «la desmilitarización de Ucrania y el castigo de los nazis y criminales», mientras que en la ONU, el secretario general, António Guterres, suplicaba para evitarla. Las imágenes de los dos momentos en paralelo quedaron para la historia.
Terminada la reunión, el embajador ucraniano Sergiy Kyslytsya sostuvo ante la prensa dos hojas. Una con la declaración donde Rusia reconoció el 22 de febrero la independencia de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk. Y la otra cuando se anexó Crimea en 2014. La primera era la fiel copia de la segunda y la muestra de que Putin continuaba su libreto expansionista.
La tibieza de los organismos internacionales finalmente comenzaba a convertirse en pronunciamientos un poco más sólidos en apoyo a Ucrania. Mientras tanto, las protestas estallaban en Rusia en contra de la invasión.
Zelenski en los medios
Si el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, no hubiera aparecido en redes sociales probablemente los gobiernos del mundo no se hubieran sentido presionados para actuar, enviar recursos o imponer sanciones a Rusia. Eso fue un punto a favor para Ucrania. Los analistas así lo afirman.
Luego de pronunciar la alarmante frase “nos dejaron solos”, para referirse a la Unión Europea (UE), Zelenski y miembros de su gabinete comenzaron a informar todo lo que estaba ocurriendo. La movida mediática incluso provocó que figuras como el primer ministro británico, Boris Johnson, o la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajaran hace poco a Kiev.
Zelenski ha participado en videoconferencias con la OTAN, el Congreso de los Diputados de España, el Parlamento del Reino Unido e incluso ha enviado videos a premios como los Grammy. Al mismo tiempo, se anunciaban sanciones contra Rusia, las más radicales luego de décadas. Era lo menos que podían hacer aquellos países que se mantuvieron inoperativos hasta que la guerra comenzó.
Sentados para negociar
Las conversaciones comenzaron el 28 de febrero y se creyó que al poco tiempo llegaría la paz. Pero no fue así. Más de 500.000 personas habían huido de Ucrania para la fecha sin la posibilidad de volver. Hoy esa cifra es de cinco millones de personas, mientras otras siete se desplazaron internamente, según la ONU.
En la mesa de conversación, Rusia pidió requisitos inconcebibles para Ucrania, como garantizar la neutralidad y entregar parte de su territorio. Lo único que salió de allí fue la creación de corredores humanitarios. La información que trascendió para el 16 de marzo era que estaban trabajando en un acuerdo de 15 puntos.
Uno de los que ha estado presente es el multimillonario ruso y amigo de Putin, Roman Abramovich, también sancionado. Los síntomas de envenenamiento que presentó luego de una de las reuniones se convirtieron en noticia.
La hora más oscura para Mariúpol
Hay algo que ningún ser viviente debería experimentar: los horrores de la guerra. Las cicatrices que quedan son profundas y eso lo saben las madres, bebés y personal médico que ocupaban el hospital materno infantil de Mariúpol, bombardeado por fuerzas rusas. Moscú lo justificó asegurando que el lugar funcionaba como base de los nacionalistas.
Ya el término “crimen de guerra” comenzaba a resonar con fuerza. Las embarazadas cubiertas de polvo y sangre trataban de salir del lugar. Por esos días habían denuncias por usos de bombas de racimo y otras armas ilegales.
En tanto, el ejército ruso sufría bajas y civiles ucranianos también morían. Esta etapa marcó el pleno apogeo de la guerra. Con tales escenas resultaba fatídico pensar que el conflicto iba a continuar por mucho más tiempo.
Aparecieron las fosas comunes
El mundo volvió a mirar en detalle los acontecimientos cuando se anunció que el gobierno ucraniano abrió fosas comunes por la cantidad de fallecidos en Mariúpol. La cifra ya superaba los 2100 muertes civiles. En Chernígov, una ciudad cercana a Kiev, habían escenas similares.
Estas muertes han sido el lamentable daño colateral de una guerra que busca apoderarse del sur de Ucrania. Militares de alto rango del Kremlin lo anunciaron recientemente. El objetivo es crear un gran corredor desde el Donbás que pase por Mariúpol y la península de Crimea hasta Moldavia.
Crímenes en Bucha y el repliegue
Conforme Rusia recrudeció los ataques, también mostraba signos de debilidad. Que soldados rusos se entregaran en suelo ucraniano fue una de estas. Pero del lado ucraniano también habían bajas. Ante la imposibilidad de avanzar en Kiev, Moscú anunció la “nueva fase de la guerra” para concentrarse en el sur.
Apenas comenzó el repliegue salieron a la luz escenas dantescas en Bucha. Un asesinato masivo de civiles que el gobierno de Zelenski atribuyó a Rusia. No hay palabras que puedan describir las imágenes sin ser demasiado gráficas. Nuevamente fue necesario abrir fosas comunes. Para el 7 de abril las autoridades contaban 320 muertes, pero el número de cuerpos encontrados seguía subiendo.
Así va la guerra, con 2345 civiles muertos, según la ONU, con la posibilidad de que sean más. Cifra adicional a los 1300 soldados ucranianos y 21000 militares rusos fallecidos, según el gobierno de Zelenski. Aunque Rusia cuenta 1351 de sus efectivos muertos frente a 14000 ucranianos. La propagando de guerra y la batalla por controlar la información es parte de otra historia que ha estado presente durante estos dos meses.