Aumentar las cifras de vacunados contra el COVID-19 se convirtió desde hace un año en la prioridad de gobiernos de todo el mundo. En estas ansias por controlar el virus, desde América hasta Europa se impusieron restricciones que merman cada vez más las libertades contra quienes deciden no inyectarse. Por ejemplo, Nueva York anunció este lunes la vacuna obligatoria para el sector privado.
Pero hay una iniciativa surgida en el estado de Queensland, Australia que, en la urgencia por promover la obligatoriedad de las vacunas para preservar la vida de algunos, está dejando de lado la vida de otros. Se trata de la nueva medida de la agencia de salud oficial de dicho estado en Australia, llamada Queensland Health, bajo la cual a los pacientes no vacunados se les negarán trasplantes de riñón, pulmón o corazón.
La instancia dice ceñirse a “las prácticas nacionales e internacionales con respecto a los protocolos de trasplante y vacunación”. Por lo tanto, quienes no se quieran vacunar deberán esperar hasta que se levante la restricción y tener sus respectivos procedimientos. Sin embargo, dicha política no se revisará formalmente sino hasta febrero de 2022, reportó Canada On 24. Es un tiempo inviable para un paciente con falla cardíaca.
Resulta imposible no remitirse a la “chinificación” a la que hace unos días hacían mención líderes políticos europeos. Ellos, ante numerosas restricciones impuestas por países como Austria, Grecia, Italia o Portugal, mencionaron las similitudes con las draconianas órdenes del régimen de Xi Jinping, que encierra y obliga a sus ciudadanos a vacunarse. Ahora el estado australiano se suma a la lista.
Al final de la fila
El Servicio de Trasplante de Riñón de Queensland respaldó el requisito mínimo de dos dosis contra el COVID-19 antes de que cualquier persona reciba un trasplante de riñón, pulmón o corazón en la ciudad de Australia. Presentan como argumento que un receptor queda altamente inmunodeprimido después del trasplante, por ende, precisa ambas vacunas contra el virus.
Esto, a juicio de la agencia de salud oficial australiana garantiza que “la seguridad y el bienestar de todos los pacientes” sea prioritaria. No obstante, la medida causa alarma por las vidas que se están poniendo en riesgo. Sumado a que a partir del 17 de diciembre se impondrán prohibiciones para los no vacunados. No podrán ingresar a bares, restaurantes, cafés, hoteles, estadios deportivos, parques temáticos, entre otros, según el Gobierno estadal, que controla 10 de las 30 ciudades más grandes de Australia. Dueños de negocios en la ciudad de Rockhampton reclamaron por la decisión.
Asimismo en noviembre pasado se desataron protestas en Melbourne tras siete semanas de confinamiento estricto.
Business owners have rallied in Rockhampton, calling for action over looming restrictions for unvaccinated people. But the State Government is remaining firm, today announcing mandates for "high-risk" workers. https://t.co/PNrJc2LX5T @Tayla_Larsen #7NEWS pic.twitter.com/fgYyMknaCJ
— 7NEWS Central Queensland (@7NewsCQ) November 30, 2021
Apartheid de vacunas
En países sudamericanos, como Venezuela y Cuba se registraron en abril casos de discriminación hacia personas contagiadas con COVID-19. Como especie de apartheid, ambos regímenes dictatoriales ordenaron marcar las fachadas de las casas de quienes daban positivo.
Ahora, parece que los no vacunados se enfrentan a una actitud similar, aunque más extendida por todo el mundo obviando el poder de elección individual. Es el caso de Italia, donde a partir de este 6 de diciembre y hasta el 15 de enero de 2022 la policía podrá solicitar el pase “súper verde” a quienes estén en restaurantes y bares para saber si están vacunados o si se recuperaron del virus los últimos seis meses. Las nuevas medidas refuerzan los pases verdes de COVID-19 existentes que se pueden obtener tras una prueba negativa, indicó BBC.
En América Latina ya existen órdenes parecidas. Como lo es el Pase Libre que deberán tramitar los habitantes de la provincia de Buenos Aires, Argentina si desean participar de actividades deportivas, culturales, religiosas y recreativas en espacios cerrados.