Faltan cinco meses para las elecciones presidenciales en Colombia, en las que no solo se juega el futuro del país sino también la estabilidad de la región. La cercanía geográfica con Venezuela, el acecho de los grupos narcoguerrilleros que operan en la frontera con la protección que reciben del lado venezolano y la coincidencia ideológica del candidato que lidera las encuestas con el fracasado socialismo bolivariano constituyen un coctel explosivo para una nación que el Foro de Sao Paulo tiene en la mira por ser la única que hasta la fecha no ha logrado sumar a sus intereses. Lo paradójico es que mientras el exguerrillero y actual senador de extrema izquierda, Gustavo Petro, mantiene el primer lugar con una amplia ventaja, a la hora de definirse por una tendencia ideológica, la mayoría de los colombianos se identifica con la derecha.
La última medición de la firma Invamer, contratada por Noticias Caracol y Blu Radio, ubica a Gustavo Petro a la cabeza de las preferencias de los colombianos con 42,1 %, seguido por el centroizquierdista Sergio Fajardo con 18,9 %, en tercer lugar aparece el exalcalde de la ciudad de Bucaramanga, Rodolfo Hernández con 13,8 %, la cuarta posición la ocupa el candidato escogido por el uribismo Óscar Iván Zuluaga con 12,7 %, y cierra la tabla el exalcalde de Medellín, Federico Gutiérrez –quien se medirá en la consulta de la derecha– con 11,4 %.
Pero la inclinación ideológica de los colombianos va en otra dirección. Esta misma encuesta arrojó que 36,2 % de los encuestados manifestó tener afinidad con la derecha, 22,1 % prefiere el centro, 21,7 % se identifica con la izquierda y 20 % dice no tener una corriente política definida. ¿Por qué se observa está contradicción? Todo indica que los electores de derecha no se han sentido identificados con los dirigentes políticos que más se acercan a esta tendencia.
Las desilusiones de la derecha
La corrección política ha llevado a muchos a intentar quitarse la etiqueta de derecha coqueteando –sin éxito– con el centro. “Les da pena decir que son de derecha”, comentan algunos usuarios en las redes sociales. Los ejemplos están a la vista: Mauricio Macri en Argentina, Sebastián Piñera en Chile y el propio presidente de Colombia, Iván Duque.
Los colombianos se identifican más con la derecha , pero a los políticos de derecha les da pena decir que son de derecha. Por eso ninguno despega. pic.twitter.com/k5VutYNtiO
— John Milton Jr (@jbagbam) December 6, 2021
Sus políticas proteccionistas y los controles estatales han desencantado a sus bases de electores. Los resultados están a la vista: Macri perdió la reelección en Argentina, el candidato de Piñera quedó de cuarto lugar en la primera vuelta en Chile y Duque dejará el Palacio de Nariño con un alto nivel de rechazo. De acuerdo con la encuesta de Invamer, en noviembre de 2021 el mandatario colombiano tenía una aprobación de apenas 25,1 % frente a la valoración positiva de 29,3 % que tenía en agosto. La desaprobación entre estos dos meses subió de 67,6 % a 69,8 %.
En lo que respecta a las coaliciones, el Pacto Histórico, de extrema izquierda, liderado por Gustavo Petro, cuenta con 43,1 %. La coalición de la Esperanza (de centroizquierda) acumula 30 % de apoyo, mientras que la alianza denominada Equipo por Colombia (derecha) recibe 26 % de respaldo. En esta última no se está considerando aún al candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga, quien se mediría con los aspirantes de este bloque.
La carta del uribismo
Pero justamente el caso de Zuluaga abre el debate sobre la alineación ideológica del actual partido de gobierno. El excandidato que perdió la presidencia en 2014 frente a Juan Manuel Santos ha tenido opiniones cambiantes con respecto al Acuerdo de Paz y ahora también frente a la política exterior con Venezuela. Hace siete años insistía en terminar “ya” con un acuerdo que “nació muerto”. Ahora cambió de opinión. El pasado mes de agosto dijo que si llega a la jefatura del Estado su intención es “respetar los acuerdos con las FARC”.
La semana pasada hizo una propuesta polémica que incluso contraría la política exterior del actual gobierno. Zuluaga pidió al presidente Duque restablecer el intercambio comercial con Venezuela, pese a que el mandatario ha sido enfático en no reconocer al régimen de Nicolás Maduro. Así lo reiteró incluso cuando el Senado pretendió acercarse al chavismo luego de aprobar por unanimidad la creación de una comisión de parlamentarios de ambos lados para zanjar la crisis diplomática.
Óscar Iván Zuluaga fue escogido como candidato del partido del expresidente Álvaro Uribe el pasado 22 de noviembre por encima de su más cercana rival interna, la senadora María Fernanda Cabal, quien presentaba una propuesta de derecha con una línea dura frente a la dictadura venezolana. La elección de Zuluaga aún deja un sabor amargo tanto en la senadora como en sus seguidores por la aparente falta de transparencia del partido en la divulgación de los resultados de las encuestas.
También alimentó las diferencias dentro de la organización política una carta pública firmada por unos 30 congresistas del Centro Democrático en la que promovían a Zuluaga como el candidato que contaba con el respaldo masivo de la bancada cuando la interna en la que participaban otros cuatro aspirantes aún estaba en curso.
El alto precio de las tibiezas
El exministro de Hacienda ya carga sobre sus hombres el peso de ser el abanderado por el partido de gobierno para enfrentar a Petro. Sin embargo, las encuestas aún no lo ubican como el principal rival del senador izquierdista y en la derecha colombiana no parece haber aún unanimidad en torno a su figura.
Otro factor que no se puede olvidar es el hecho de que Petro es candidato prácticamente desde el día siguiente de haber perdido la elección en 2018. Para esa contienda también lideraba la intención de voto antes de la definición de las alianzas mientras que Iván Duque aparecía en cuarto lugar en las preferencias.
Los números del reciente sondeo solo muestran una realidad: los colombianos son mayoritariamente de derecha pero esta tendencia ideológica hasta el momento no ofrece una opción que termine de convencer a los electores. Mientras tanto, por una indefinición que podría significar un error histórico para el país, la izquierda avanza aglutinada en torno a la figura de Gustavo Petro sin sonrojarse por su pasado como guerrillero y su presente como admirador del fracasado modelo chavista que llevó a la ruina a Venezuela.