China no perdió tiempo y apenas Donald Trump puso un pie fuera de la Casa Blanca arremetió contra quienes conformaron su Gabinete. Mientras se juramentaba Joe Biden como presidente de Estados Unidos, el régimen chino anunciaba sanciones contra el exsecretario de Estado, Mike Pompeo, y otros 27 exfuncionarios de Trump.
La razón fue la supuesta “violación de la soberanía”, un motivo que podría tildarse como irónico tomando en cuenta la intromisión de ese país en Estados Unidos y su continua violación de derechos fundamentales. Hay numerosas investigaciones en curso sobre el espionaje estratégico y tecnológico del gigante asiático a través de grupos sociales, plataformas digitales y hasta figuras políticas de EE. UU., apostando incluso a la división social para generar el caos.
Con sus sanciones, China dice defenderse. Pompeo, los demás exfuncionarios y sus familiares tienen prohibido la entrada a China continental, Hong Kong y la región de Macao. Tampoco podrán hacer negocios en ese país a través empresas o instituciones.
Probablemente se trate de una retaliación, ya que China no deja pasar ninguna ocasión para responder. Justamente antes de salir del cargo, Pompeo acusó al régimen de Xi Jinping de cometer un “genocidio y crímenes de lesa humanidad” contra la minoría musulmana uigur en la región de Xinjiang.
China por su lado dijo en un comunicado que los sancionados son “políticos anti China” y que están “motivados por intereses propios, prejuicios y odio contra China, sin mostrar consideración por los intereses de los pueblos chino y estadounidense, han planeado, promovido y ejecutado una serie de medidas sin sentido”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, en un comunicado reseñado por la cadena CNBC.
El acoso de China
El asesor comercial de Trump, Peter Navarro, figura entre los sancionados junto a Pompeo; también están la embajadora de EE. UU. ante la ONU, Kelly Craft; el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien; y el exasesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton.
La misiva continúa con afirmaciones como que estas personas han “interferido gravemente en los asuntos internos de China, socavado sus intereses, ofendido a su pueblo y alterado seriamente las relaciones entre los Estados Unidos y China”.
Pero habría que ver qué tan ofendido se siente el pueblo chino por Estados Unidos, cuando es el régimen de Xi Jinping y sus antecesores, quienes han acallado y sometido a los ciudadanos.
La acusación que hizo Pompeo antes de salir del cargo va en relación con un conflicto que data de hace décadas. La etnia musulmana uigur es perseguida e insertada en “centros de reeducación” creados por el régimen comunista para supuestamente “acabar con el extremismo”. China por supuesto ha negado las acusaciones de abuso.
Muchos uigures han sido encarcelados o han tenido que buscar asilo en el extranjero luego de ser acusados de terrorismo, relata BBC. La etnia había declarado su independencia a inicios del siglo XX, una alegría breve que la China comunista cercenó en 1949, apoderándose de la región.
El camino de Biden
Está por verse lo que hará la nueva administración de Joe Biden. El futuro secretario de Estado, Antony Blinken, dijo estar de acuerdo con la declaración de genocidio. Tanto es así, que afirmó que el presidente Donald Trump “tenía razón” al adoptar un enfoque más estricto hacia China.
“Creo que estamos muy de acuerdo”, dijo Blinken en relación con la acusación hecha por Pompeo, indicó Reuters.
Janet Yellen, candidata a secretaria del Tesoro, acompaña la línea inicial del candidato a secretario de Estado. “Necesitamos asumir las prácticas abusivas, injustas e ilegales de China”, dijo a los legisladores del Senado en su audiencia de confirmación el pasado 19 de enero.
Estos futuros funcionarios asomaron la posición del gobierno de Biden respecto a China, aunque dados sus antecedentes familiares con ese país, la verdadera política exterior se comprobará una vez la pongan en práctica.