
En una nueva presentación pública, el presidente argentino Javier Milei hablo sobre lo sesgado que estuvo hasta el momento el sistema educativo argentino, que le dio siempre visibilidad a pensadores que han contribuido a la decadencia del país. El mandatario ha hecho referencia en varias oportunidades a la Universidad de Ciencias Económicas como “la keynesianera” y ahora resaltó que a Marx se le conoce muy bien, a pesar de los desastres que han causado sus ideas en el mundo. Sin embargo, el referente libertario lamentó que si uno pregunta quién es Ludwig von Mises en la Universidad de Buenos Aires, lo más probable es que le respondan “el 9 de Holanda”.
Para Milei, el economista austríaco (1881-1973) es el más importante de la historia, junto a su discípulo Murray Rothbard. Curiosamente, esta mañana Elisa “Lilita” Carrió publicitó un curso donde expondrá sobre la obra de este último. Lo llamativo es que lo pronunció mal (Rotwald) y en el anuncio también salió mal escrito (Rothbald). Esto no hace más que darle la razón a Milei en su planteo. Parte de la decadencia argentina se explica en la pobreza cultural de su dirigencia, que desconoce por completo a los grandes pensadores que han resuelto varios de los problemas a los que nosotros seguimos dándole vuelta sin sentido.
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Los aportes de von Mises a las ciencias económicas son más que importantes. El próximo mes saldrá a la luz un libro que he escrito en coautoría con Nicolás Márquez, donde le dedico un capítulo íntegro a una introducción sencilla al pensador (porque fue más que un “economista”) y a su Escuela Austríaca. Allí el lector, sin necesidad de conocimientos previos en la materia, podrá tener una clara idea del asunto, como para comenzar a leer a los autores directamente, con las bases necesarias para comprender de qué se trata la obra.
El principal referente de la segunda camada de austríacos merece un lugar en la historia como el indiscutido sepulturero del socialismo. Mientras que en la década del 20 Occidente miraba con ilusiones al fenómeno soviético, von Mises desarticuló por completo la utopía comunista. ¿Cómo lo hizo? Simple, advirtió que en la búsqueda de la “igualdad” y de la eliminación de la propiedad privada, como indica el marxismo, la economía sufre un problema irresoluble. Se queda sin precios, ya que son el resultado de las valoraciones de las personas sobre la propiedad misma.
Al eliminar la propiedad privada desaparece el sistema de precios y así la posibilidad de asignar los recursos. Algo absolutamente fundamental, sobre todo si se tiene la fatal arrogancia de pretender una planificación centralizada. Mientras que mucha gente considera que el socialismo “es bueno en la teoría pero falla en la práctica”, lo cierto es que no es ni bueno ni malo, sino que es absolutamente imposible. Por eso su implementación es sinónimo de tragedia cada vez que busca aplicarse.
La predicción de von Mises se cumplió al pie de la letra desde el fracaso de la Unión Soviética hasta el desastre de Cuba, pasando por la calamidad venezolana. El denominador común de todos los experimentos sin propiedad (o con la misma vulnerada y regulada), ni precios de mercado, es el desabastecimiento, con sus cartillas de racionamiento y largas colas. Además del reiterado e inevitable proceso autoritario en lo político, claro. Como enseñó también su discípulo Friedrich Hayek, todas las intervenciones en la economía se terminan traduciendo, tarde o temprano, en severas violaciones a las libertades individuales.
De la misma manera que la búsqueda del socialismo no hizo otra cosa que corroborar las tesis de Mises, las economías “capitalistas” reguladas también le terminaron dando la razón. Cada vez que se manipuló la oferta monetaria y se digitaron artificialmente las tasas de interés, el sistema comenzó a operar con señales viciadas, que guiaron a los agentes a realizar inversiones insostenibles en el tiempo, que explotan indefectiblemente como una burbuja cuando el mercado limpia las distorsiones.
A más de medio siglo de la muerte de este gran intelectual, la realidad no hace otra cosa que corroborar sus advertencias. Todo lo contrario que sucede con Marx, al que a pesar de haber sido absolutamente refutado, se sigue estudiando como si se tratara de algo medianamente constructivo.
Afortunadamente, von Mises ya no es “el 9 de Holanda”, ya que Milei ha contribuido a ponerlo en el lugar que se merece. No solamente en Argentina, sino en todo el mundo donde ejerce su influencia.