De chicos se nos dice que hay que estudiar. Que debemos prepararnos para la vida, donde tendremos que ganar el sustento con el sudor de la frente. Claro que hay algunas opciones más cómodas. Siempre se puede ser un funcionario público vitalicio, donde uno puede hacer gala de una ignorancia supina, sin pagar ninguna consecuencia por ello y manteniendo siempre un holgado nivel de ingresos.
Uno de los tantos casos del kirchnerismo, donde un funcionario que vive hace décadas del Estado, puede decir cualquier estupidez (incluso en televisión) sin pagar ninguna consecuencia es el de Gustavo López. Él -ahora- ostenta el inútil y político cargo de “vicepresidente” del ENACOM. Uno de los tantos “entes autárquicos y descentralizados que funcionan en el ámbito de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación”.
Antes de eso tuvo un breve paso por la Cámara de Diputados en 2021. Venía de una “durísima” época de supervivencia, tras los cuatro años de Mauricio Macri donde no tuvo ningún cargo en el Estado. Es que, en la etapa previa ya se había acostumbrado a la comodidad del puesto gubernamental. Entre 2008 y 2015 fue subsecretario general de la Presidencia, luego de haberse desempeñado en 2007 como “presidente” del Sistema Nacional de Medios Públicos. Antes ya había sido tres años secretario de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires desde 2003, puesto que obtuvo luego de ser subsecretario de Gestión e Industrias Culturales de la Ciudad en 2002 y e Interventor del Comité Federal de Radio Difusión desde el año 1999.
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Es decir que, dejando de lado el período del macrismo en el gobierno, Gustavo López pasa de cargo público a cargo público hace casi veinticinco años. Puede que, a los 66 años, no tenga ya ganas de volver al sector privado después de tanto tiempo y prefiera aguardar por su jubilación. Claro que, si Javier Milei llega a ser electo presidente, López lo más probable es que tenga que tramitar su retiro al instante. En ese escenario, difícilmente consiga perpetuarse una vez más, luego de la implementación del necesario “plan motosierra“, que termine con los inútiles organismos estatales que sirven de refugio político económico para estos personajes a costas del contribuyente argentino.
“Javier Milei es una persona neonazi”, dijo sin ponerse colorado por televisión el eterno empleado público, Gustavo López. Claro que semejante afirmación necesitaría una justificación posterior, como para evitar las consecuencias del agravio absolutamente injustificado. Sin embargo, en lugar de la explicación de la acusación vino el ridículo. “La escuela de Austria no se caracteriza por la democracia”, señaló sin ninguna repregunta o comentario del panel el funcionario vitalicio desde 1999.
Milei (@JMilei) destrozó a Massa, El Rey de la Casta, pero a Maxi Montenegro no hay p*ronga que le venga bien…
"No lo arrobó en Twitter" 🤌 pic.twitter.com/h666JFAOZS
— Agarra la Pala (@agarra_pala) July 14, 2023
Resulta indignante que estas figuras de segunda línea no tengan amor propio y dignidad y no se tomen la molestia de leer algún libro, como para tener un mínimo de idea de lo que están diciendo. Relacionar a la escuela austríaca con el autoritarismo y el nazismo es un dislate descomunal, que deja en evidencia que estos personajes opinan desde la ignorancia más grande.
La única vinculación de la escuela austríaca con el nazismo podría ser que, tanto los pensadores fundacionales de la misma, como Hitler, nacieron en Austria. La misma tesis podría aplicarse con respecto a la Argentina con Jorge Rafael Videla y el mismo Gustavo López.
Los aportes de la escuela austríaca nada tienen que ver con lo que señala el funcionario kirchnerista. A finales del siglo XIX, sus primeros exponentes irrumpieron en el mundo de las ideas refutando las premisas marxistas más básicas, con los aportes de la subjetividad del valor y la teoría de la utilidad marginal. Luego llegaron los “austríacos” contemporáneos con el nazismo, que, lógicamente tuvieron que escaparse del país. Friedrich Hayek fue a desempeñarse a Inglaterra, mientras que el máximo exponente de la escuela, Ludwig von Mises, lo hizo en Estados Unidos. Él estaba en la lista más negra del nazismo por liberal, por crítico del régimen y, lógicamente, por judío. Curiosamente, la EAE tiene a muchos otros judíos entre sus pensadores destacados. Además de Murray Rothbard o Walter Block, el principal “austríaco” vivo en el mundo, incluso es rabino ortodoxo en Nueva York: Israel Kirzner, de 93 años. Conocido mundialmente por sus aportes sobre el “alertness” empresarial, que en más de una oportunidad lo tuvieron como candidato al Premio Nobel. Nada vinculado al nazismo o a la “antidemocracia” que señala López.
En vista de que lo mantenemos de casi toda la vida, el funcionario kirchnerista (ya que no piensa “agarrar la pala”) podría al menos agarrar un libro y evitar los papelones al aire. Es suficiente con pagarle sus jugosos sueldos en sus inútiles funciones como para tener que hacernos mala sangre escuchándolo decir estupideces sin ningún sentido. Ojalá algún periodista o panelista esté a la altura como para increparlo con alguna pregunta básica que le haga pasar la vergüenza que lo lleve a cultivarse culturalmente, aunque sea un poquito.