El feminismo de izquierda debería llamarse a silencio por un buen tiempo. En España, el fútbol femenino es la moda. Se multiplicaron las inversiones para la liga, se mejorarán los salarios y todo el proceso vino de la mano de lo lógico: más capitalismo. Aunque parece una obviedad, desde sectores ideologizados que van a contramano del sentido común y las leyes económicas básicas, se insiste con recetas absurdas, mientras que la economía de mercado florece y bate récords donde se deja funcionar la tranquila.
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Este boom, que ya está materializado en una millonaria capitalización en la liga femenina, empezó con una inversión. El Barcelona, que iba a enfrentar al clásico rival de Madrid, decidió regalarles las entradas a los socios y cobrar módicos precios de entre 9 y 15 euros para el público en general. El desempeño de las chicas azulgranas en el campo de juego, que vencieron al Real por 5 a 2, fue el espectáculo ideal para el partido de fútbol femenino con más asistentes en la historia.
Para entender desde el resto del mundo la locura que generó el match, solamente hay que escribir “Barcelona” en los buscadores de internet por estas horas para ver que los predictivos están relacionados con el evento de fútbol femenino. Habló el mercado y es inapelable. El mecanismo descentralizado basado en la libertad individual de las personas consiguió en pocos días muchísimo más que las “luchadoras” que reclamaban la “igualdad de salarios” entre hombres y mujeres futbolistas.
En el marco de una acción bastante más fértil que el reclamo político ideológico, empresarias mujeres vieron que había una gran oportunidad de negocio y abrieron la billetera. La plataforma Gloria, fundada por Victoria Cogevine Reynal, nacida en Boston y criada en la provincia de Buenos Aires, ya confirmó una inversión inicial de 10 millones de euros para la liga femenina española. La empresaria, lejos de los divagues feministas inútiles va a lo concreto: “El negocio más grande del fútbol en los próximos veinte años será el fútbol femenino”, asegura.
Algo parecido piensa la inversora Assia Grazioli, cofundadora del grupo Muse Capital e integrante del Club Washington Spirit. Ella está detrás de un desembolso de 40 millones de euros para profesionalizar la liga en cuestión.
Claro que por ahora las mujeres futbolistas profesionales no cobrarán lo mismo que los hombres. Pero esta inequidad no es más que el resultado de las preferencias de la sumatoria de todos nosotros. Sin embargo, si el camino es la libertad, y no la igualdad forzosa, puede que las preferencias generen cambios inimaginables. El capitalismo ya mejoró los ingresos de las futbolistas españolas. Y ese mismo mecanismo, que no es más que la libre manifestación de las preferencias, que se muestran en el sistema de precios, puede hacer incluso que llegue el día en que ellas cobren más. Puede que no, lógicamente. Pero lo que no ocurrirá jamás, bajo ningún punto de vista, es ninguna mejora sustancial en términos generales de la mano de la coerción.
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