La creación de los “consejos económicos sociales” es un fetiche histórico del peronismo. Siempre tiene la misma raíz, las mismas causas y, lógicamente, las mismas consecuencias. El Estado tiene déficit, se queda sin crédito, recurre a la emisión monetaria, genera inflación y, obviamente, los precios suben y los que menos tienen son los que peor la pasan. Entonces los dirigentes peronistas se llenan la boca hablando de “acuerdos” y “consensos” y la juegan de amplios y moderados por sentar en una misma mesa a académicos, empresarios, dirigentes sociales y sindicalistas. Claro que al final todo queda en la nada y no se consigue ningún resultado que mejore la vida de los argentinos más castigados.
El “consejo” estará presidido por el viejo amigo del presidente Gustavo Béliz. El flamante titular de la entidad mantiene una larga relación con Alberto Fernández. Ambos vienen de la derecha peronista porteña que fue en alianza con el economista Domingo Cavallo allá por el año 2000. Si había un espacio dentro del justicialismo que debería comprender que nada de esto funciona es justamente este sector, que ahora pone la cara para un fracaso más que anunciado y previsible.
Hugo Yasky, de la Central de Trabajadores de la Argentina; José Martins, de la Bolsa de Cereales; Carolina Castro, de la Unión Industrial Argentina; Iván Szczech de la Cámara Argentina de la Construcción; Natalio Grinman de la Cámara de Comercio y Carolina Carrillo del Conicet, son algunos de los 25 referentes que acompañarán a Béliz en este estéril rejunte.
En la presentación de hoy en el Centro Cultural Kirchner, el mandatario destacó que nadie puede ser feliz en una comunicad con infelices y que la ética política es sacar del pozo al que está en el poso. Muy nobles ideas, el problema es que aseguró que “este Consejo Económico tiene ese sentido”.
Seguiremos infelices y en el pozo.