Una le salió bien. En Buenos Aires tiene el racho incendiado, pero al menos, Alberto se congració con los seguidores del MAS en Bolivia. Aunque no son votantes (salvo la importante comunidad en Argentina), el presidente tuvo su jornada de gloria populista en la ciudad fronteriza de La Quiaca, Jujuy. Allí despidió a Morales, que regresó hoy a su país tras la victoria de su aliado en las elecciones del 18 de octubre.
“Alberto Fernández me salvó la vida. Muchas gracias.”, dijo Evo Morales, sin barbijo pero distanciado varios metros de su amigo. Claro que la cuestión sanitaria fue otro espectáculo de ficción. A unos metros, del otro lado de la frontera, sus partidarios (¿inmunes al coronavirus?) estaban bastante más juntitos, por no decir amontonados. La escena era como la de un vuelo comercial. Adelante y con micrófono, las estrellas distanciadas con el protocolo exagerado. Unos metros detrás, la “clase media” de la burocracia, en sillitas de plástico y bastante menor distancia que los líderes. Atrás de todo, estaba la sección “pullman” o “económica”. Parados, juntos y cargando las banderas.
Al agradecimiento de Evo le siguió la falsa modestia de Alberto: “Lo más importante es que regrese a su patria, de la que nunca debió haber salido. Argentina y Bolivia son parte de una patria grande. Una patria que quiere abrazar a todos, no a algunos”, resaltó.
Morales pasó once meses en Buenos Aires en condición de “refugiado” y fue duramente cuestionado por mantener su accionar político con relación a Bolivia. Esta actividad era incompatible con su status y hasta tuvo una advertencia formal de las autoridades locales. Pero desde la victoria del Frente de Todos, Evo hizo lo que quiso en Argentina. Antes de llegar al país, el exmandatario boliviano había tenido un breve paso por México.
En la noche de ayer, tras participar en la asunción de Luis Arce, Fernández cruzó la frontera para cenar con Morales y varios funcionarios. En una larga mesa y con un clima festivo, con muchos comensales y pocos barbijos, el canciller Felipe Solá le dijo a Evo:
“Es un acto simbólico. Te recibimos y te despedimos, volverás a una Bolivia democrática donde no corrés peligro”.
De esta manera, Argentina retoma sus relaciones normales con Bolivia. La gestión peronista había definido como un “Gobierno de facto” el interinato de Jeanine Áñez. La exmandataria decidió no participar de la entrega de mando y retornó a su pueblo natal. “Entrego un país con la pandemia controlada, con la economía levantándose y con la democracia bien cimentada”, señaló Áñez desde sus redes sociales.