El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, logró su objetivo de que fracasara la investidura del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y que el rey Felipe VI lo propusiera para la reelección. Hasta este punto puede presentarse como vencedor de unas elecciones generales que perdió. Sin embargo, el escenario es mucho más complicado. Al líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no le alcanzan los votos con sus aliados naturales de Sumar y algunas formaciones nacionalistas minoritarias. Está en manos de los independentistas catalanes que solo buscan la fractura de España y han elevado sus exigencias en los últimos días. Bajo este escenario, la próxima investidura está condenada al fracaso: el fracaso de Sánchez o el fracaso de España.
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Luego de la protocolar consulta con los líderes de los partidos con escaños en el Congreso, el rey propuso este martes a Pedro Sánchez como candidato a la investidura, en lo que será el segundo y último intento para formar gobierno antes de tener que convocar a nuevas elecciones. La presidente del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, comunicó la decisión al pleno pero no anunció fecha para el primer debate, puesto que Sánchez deberá iniciar los contactos formales con el resto de los partidos para concretar los acuerdos que le permitan garantizar que tiene los 176 votos necesarios para ser investido por mayoría absoluta en una primera votación o por mayoría simple en un segundo debate.
Las cuentas de Sánchez
El juego parece estar trancado. Con los 152 votos que tiene Pedro Sánchez en el bolsillo (121 del PSOE y 31 de Sumar) está incluso más lejos de la investidura de lo que estuvo Feijóo. Podría contar con los seis diputados de los nacionalistas vascos de EH Bildu y los cinco del Partido Nacionalista Vasco (PNV), llegando a 163. Pero tampoco le alcanza. El partido nacionalista gallego BNG, cuyo único diputado votó en contra la investidura de Feijóo, también anunció a Sánchez de que no tiene su apoyo garantizado.
En este escenario, los 14 votos de los independentistas catalanes (siete de Junts y siete de ERC) son vitales para formar gobierno. Ambos pedían en un inicio la aprobación de una ley de amnistía a los implicados en el intento secesionista de Cataluña en 2017, sobre lo que había avances, pero ahora han acordado en conjunto –con la aprobación además del Parlament (legislativo catalán)– condicionar el apoyo a la investidura de Sánchez a una negociación que permita “hacer efectivas las condiciones” para la celebración de un referendo de autodeterminación en Cataluña.
Fracasa Sánchez o Fracasa España
Aunque en un principio Sánchez parecía estar dispuesto a todo con tal de garantizar su reelección, en los últimos días ha dejado claro que este referendo sobrepasa el límite de su negociación. “Por ese camino, no hay avance posible”, respondieron la semana pasada en conjunto el PSOE y el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). Y este martes Pedro Sánchez ratificó esta posición.
Luego de haber sido propuesto por el rey Felipe VI como candidato a la investidura, Pedro Sánchez rechazó expresamente la celebración de un referendo de autodeterminación en Cataluña, en una rueda de prensa en la que no descartó avanzar con la amnistía, la cual evitó mencionar directamente pero la disfrazó como “generosidad” y “compromiso” para resolver el “problema político” de Cataluña y sacar adelante su investidura. Si Sánchez no logra formar gobierno antes del 27 de noviembre, se disolverán las Cortes y la repetición de las elecciones generales el 14 de enero será inevitable.