Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial de la izquierda en México, presentó hace unos días su plan económico, bajo el millennial título de Pejenomics. La intención, según el documento, es demostrar la viabilidad de sus propuestas económicas de llegar a la Presidencia. Por desgracia, dicho documento promete mucho y cumple muy poco o nada.
Así, Pejenomics no pasa de ser un listado de enunciados vacíos y frases bonitas, sin secuencia lógica, sin ninguna explicación de cómo lograr cada una de las seis propuestas generales que plantea, sin ningún tipo de estimados sobre sus costos, y peor aún: sin un diagnóstico sólido y creíble que las fundamente.
Es un documento sin metas concretas, sin compromisos reales y, en contraste, con ruidosos silencios en temas muy importantes: pobreza, energéticos, telecomunicaciones, las TICs, tipo de cambio, autonomía del Banco de México, TLCAN, medidas concretas contra la corrupción…
Las 18 páginas de Pejenomics solo son un vistoso power point, con citas inexactas y amañadas, y con un sumario de nombres e instituciones prestigiosas, para dar la impresión de cierto sustento. Así, es un simple conjunto de ocurrencias contradictorias, dignas de un trabajo escolar de nivel pre universitario, como esas tareas genéricas que uno encuentra al por mayor en Internet para estudiantes flojos y vagos.
No deja de ser paradójico que López Obrador, quien en toda su vida adulta no ha generado un solo peso mediante su esfuerzo productivo, ahora busque dictar políticas públicas creíbles sobre la economía del país. En toda su vida adulta, López Obrador solo ha sido burócrata y político, nada más.
Nada que indique que pueda hacer crecer un negocio, o que haya sido contratado alguna vez por su aptitud profesional o técnica, o que haya vivido mediante su esfuerzo productivo personal. Simplemente López Obrador ha vivido del favor, la complicidad y el engaño, como en el fondo lo hace casi cualquier burócrata o político.
Incluso más: López Obrador no logró hacer que sus hijos fueran productivamente útiles y generaran riqueza por sí mismos, y tuvo que emplearlos para controlar y administrar el partido político que él mismo creó, pero ya quiere conducir la economía del país y enseñar a empresarios y trabajadores a lograr mejores resultados.
Podrá alegarse que López Obrador no necesita saber cómo mantener y hacer crecer un negocio real o contar con un alto perfil profesional y laboral, que para eso tendrá asesores en la materia, como los que elaboraron el documento.
Pero los cuatro asesores que cita en el documento tienen un horizonte tan limitado como el del propio López Obrador: sólo han sido académicos y/o burócratas medianos. Nada que los haga ver con un conocimiento profundo y realista de cómo crear riqueza o de lo qué necesitan las empresas o los pobres del país.
Su máxima notoriedad es su keynesianismo militante. Al respecto, no puedo evitar pensar en el economista argentino Javier Milei, quien acaba de estar en México, y recordar una incontrovertible frase que dictó en la UNAM: “La teoría de Keynes es de suma utilidad para políticos corruptos, mesiánicos y ladrones (…) donde hay un keynesiano, siempre habrá un político corrupto”.
En realidad, la plataforma económica de López Obrador parece dictada únicamente para atenuar los temores de los empresarios del país, tras de haberlos amenazado e insultado. Buscaría pues tranquilizarlos mediante promesas y frases rimbombantes.
Y sobornándolos: prometiendo protecciones y subsidios a emprendedores y a las micros y pequeñas empresas, así como a campesinos, para convertirlos en su nueva clientela política. Un regreso no al México de los año 70, sino más atrás, mucho más atrás, al mercantilismo del siglo XVIII, denunciado por Adam Smith en La Riqueza de las Naciones.
Asalta la duda de si los redactores de Pejenomics no fueron conscientes de la falta de rigor y concreción del documento, o si advirtiéndolo, decidieron publicarlo y lanzarlo a pesar de todo, a fin de distraer de los temas que realmente preocupan en la agenda económica lopezobradorista.
Intervencionismo estatal, autarquía y proteccionismo, gasto público desmedido, déficit público, falta de seguridad jurídica a empresas e inversionistas, posibilidad irrestricta de expropiación de empresas, afiliación al socialismo de corte chavista… temo que la realidad sea esto último, de modo que Pejenomics sea no el instrumento de la cuarta transformación histórica del país (tras la Independencia, la Reforma y la Revolución), como presumen López Obrador y sus seguidores, sino el señuelo para distraer de la transformación de México en un país del cuarto mundo.