En una reciente entrevista a Infobae, la jefa del Comando Sur de los EE. UU., Laura Richardson, dijo que “la participación en el narcotráfico recorre todos los escalafones del régimen de Maduro.” Además agregó que “la corrupción es endémica en Venezuela, y el régimen participa activamente en el narcotráfico y da cobijo a grupos terroristas regionales como el ELN y las ‘disidencias’ de las FARC.”
Sin embargo, partidos de la oposición venezolana consideran que el chavismo es democrático y por lo tanto es necesario gobernar con ellos en un proceso de transición luego de la salida de Nicolás Maduro. En otras palabras, partidos opositores consideran que el chavismo es una fuerza política. ¿Podemos considerar esta afirmación una realidad?
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Reflexionemos sobre este planteamiento.
En teoría, Venezuela es una República con instituciones que conforman un sistema político en el que los venezolanos, a través de su consentimiento, influyen en el devenir del Estado. Para esto, existen unas reglas que todos aceptan y que mantienen un nivel de civilización tal en el que no es concebible la violencia para conseguir objetivos políticos. Insisto: en teoría.
Sin embargo, si consideramos la actuación del chavismo desde que llegó al poder, podemos encontrar testimonios de víctimas de persecución política, torturados, familiares de disidentes y políticos asesinados de manera selectiva, militares y civiles en prisión por opinar en contra del régimen, exiliados, desterrados, refugiados, medios de comunicación cerrados, corrupción y el sistemático uso de la violencia con fines políticos. A pesar de que es posible probar todos estos hechos, el chavismo se considera democrático.
La realidad es incontestable. Hoy Venezuela está muy lejos de ser lo que en teoría debería ser: una República. Y esto es gracias al chavismo y esos actores de la oposición. Desde el PSUV y la MUD no hay pluralidad, alternancia en el poder ni elecciones internas libres. ¿Acaso no es lógico pensar que si no quieren democracia a lo interno de sus partidos no van a querer tampoco democracia para el país?
Debemos tener en cuenta que los partidos políticos son organizaciones para viabilizar las aspiraciones de los ciudadanos de manera civilizada. Si el PSUV no es un instrumento político al servicio de los nacionales sino que conspira en contra de los venezolanos, privilegiando intereses extranjeros, ¿no es esto suficiente para determinar que esta organización va en contra de las leyes? Y si violan las leyes, ¿no los hace a ellos criminales?
Chantal Mouffe en Entorno a lo Político (2009) dice:
(…) “lo político” es la dimensión de antagonismo que considero constitutiva de las sociedades humanas, mientras que entiendo “la política” como el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea determinado orden, organizando la coexistencia humana en el contexto de conflictividad derivada de lo político.
Si vemos al chavismo a través de los lentes de la profesora Mouffe, considerada de una corriente de pensamiento postmarxista, es muy difícil poder catalogarles como una fuerza política que hace parte de un sistema, ya que el PSUV no funciona como un ente constitutivo de la sociedad humana venezolana sino de una organización transnacional que se propone, más bien, descomponerla, desagregarla. Es por ello, que en lo político no representa un ente antagonista sino que el chavismo es más bien protagonista de una estructura propia que sólo la sostiene por la fuerza y por redes de complicidad de cultura delincuencial que no permite la pluralidad.
La lógica chavista es que la revolución es la única que debe tener el poder y más nadie puede tener el atrevimiento de hacerlo. Para garantizar que esto sea así, han creado instituciones que organizan sus prácticas basadas en el sometimiento forzoso y la opresión por el uso consciente de la violencia.
Por lo tanto, no es posible considerar al chavismo como una fuerza política sino como un ente criminal que actúa, con alevosía, en contra de la ley.