No se cansa el diario español El País de andar de mano con los malos. De amigos. Pero ya no disimula ni busca aparentar. Sonríe junto a ellos, encantado de jugar para el bando de dictadores o enemigos abiertos de la libertad.
Cuando el 3 de mayo de 2018 el medio español prestó su espacio al tirano caribeño Nicolás Maduro, con un artículo anodino y malintencionado, fue el preludio de las infaustas muecas que vendrían. En ese momento, este portal, el PanAm Post, publicó un editorial: “¿Qué pensarían grandes columnistas del diario como Javier Cercas, Javier Marías o Mario Vargas Llosa al saber que comparten el estrado, no con cualquier idiota, sino con un asesino? ¿No merece este terrible acto de complicidad de El País, una protesta que provenga desde las mismas entrañas del diario?”.
Pero nadie protestó y, entonces, el monstruo siguió creciendo. Ese otrora gran diario, que guarda todavía las firmas de gentes de primera, decente, distinguida y honorable, se fue convirtiendo en una cantera de información ruin, mezquina y para nada correspondiente con cualquier principio ético. Panfleto enemigo de las libertades.
Primero, luego de denunciar la dinámica esclavista de los acuerdos sociales del régimen dictatorial de Cuba con sus médicos, en un brillante artículo titulado Mais Médicos, el diario despidió a Héctor Schamis, uno de sus más agudos y acertados columnistas. Schamis, a propósito, denunció: “Luego de 5 años como columnista semanal, El País ha decidido prescindir de mis servicios de inmediato. Ello ocurre 24 horas después de mi columna que revela el tráfico de personas, el trabajo forzoso y la explotación en las misiones médicas del régimen cubano”.
No pasó una semana cuando otra de las columnistas del medio, la escritora española Almudena Grandes, publicó un texto bastante infeliz titulado Verdades alternativas. “No recuerdo haber leído en ninguna parte un relato fiable sobre lo que ocurre en Venezuela. Sobre mí se han derramado, eso sí, toneladas de información”, escribió Grandes. Esa supuesta candidez, que exculpa a Maduro, demostró que El País ya no era lugar para plumas como la de Schamis.
Pero ha seguido el diario, abrazado de los malos. No esconde las formas ni le interesa. Si hay que tratar con sutileza al chavismo y al castrismo, pues se hace. Callar en vez de denunciar o, para no quedar mal con nadie, dejar que algunos digan que tanta información empalaga.
Recientemente han asumido un bando en la contienda electoral española. Está bien, no es punible; ruin ha sido que, nuevamente, no guardan las formas. Van contra Vox, ese fenómeno imparable y desbocado de Santiago Abascal; y groseramente apoyan al socialista Pedro Sánchez, con sus peligrosos vínculos comunistas y separatistas. Y lo hacen trasgrediendo, otra vez felices por sus amigos, cualquier límite ético que concibe el periodismo.
En una nota titulada La prensa internacional alerta del auge de Vox y de la inestabilidad política tras el 28-A, mintieron. Dentro de ella, se lee: “El ‘Financial Times‘ pide en una editorial el voto para Pedro Sánchez y defiende la gestión del líder socialista ‘por su moderación'”. Ha tenido que salir el corresponsal del FT, Tobias Buck, desmintiendo aquello: “Nuestro editorial sobre las elecciones españolas ha sido ampliamente mal informado en la prensa española y en Twitter. Ofrece tanto elogios como críticas de Sánchez, pero no lo respalda ni pide una votación al PSOE”. “Lee antes de tuitear”, agregó Buck.
Otro artículo, misil directo a Vox, a horas de las elecciones, asegura, respaldado en una supuesta investigación de un think tank británico llamado Institute for Strategic Dialogue, que detrás del fenómeno de Abascal hay mucho aire.
“Una red de 2 882 tuiteros sospechosos de ser bots (usuarios falsos) está difundiendo el mensaje de Vox y contenido islamófobo, según una investigación del centro de reflexión británico que lucha contra el extremismo”, aseguran.
De acuerdo con la investigación del instituto, uno de los que pudiera estar detrás de este esfuerzo a favor de Vox es el venezolano Alberto Franceschi, disidente del régimen de Nicolás Maduro, hoy exiliado en la ciudad de Miami.
Al respecto, el prestigioso escritor y periodista del diario ABC, Hermann Tertsch, escribió: “Si apoyas a Vox eres cuenta falsa, si apoyas al plagiador Sánchez, a Otegi y a Maduro, a secuestradores de Revilla, a Torrás y agresores, a todos los enemigos de la constitución, eres cuenta estupenda”.
No habría opacidad con esta, quizá verídica investigación, si El País no llevara semanas en una insistente campaña, muy malsana hay que decir, a favor de Pedro Sánchez y en contra del fenómeno Abascal, que hoy llena plazas en España como ningún otro partido.
Los debates entre presidenciables apenas se acababan cuando ya estaban analistas en el diario diciendo que Pablo Iglesias triunfaba, que al del PSOE no le iba mal, y que Rivera había sido una vergüenza.
El cambio de línea editorial en El País es reciente. Soledad Gallego-Díaz apenas se instaló el 8 de junio del año pasado. En ese momento, alguien que escribía regularmente sobre Venezuela para el medio me dijo que la instrucción, ahora, era ablandar el discurso anti-Maduro. Coherente. Muy coherente para quienes ahora son amigos de los malos.