El presidente de Argentina, Javier Milei y el papa Francisco finalmente se vieron en persona y la repercusión era justo la que se esperaba. La imagen de los dos saludándose en la basílica de San Pedro del Vaticano recorre por estas horas las redes sociales para dejar por sentado el punto de mediación que ambos representantes quieren establecer.
El encuentro sucedió justo después de que el papa Francisco presidiera la canonización de la primera santa argentina, María Antonia de San José de Paz y Figueroa, conocida como “Mama Antula”. Fue llevado en silla de ruedas hasta donde se encontraba el mandatario libertario debido a sus problemas de rodilla. Se estrecharon la mano y conversaron animadamente por unos pocos minutos.
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Pero no será hasta el próximo lunes 12 de febrero cuando ambos mantengan un encuentro a puertas cerradas en en el Palacio Apostólico, donde posiblemente discutan temas fundamentales. Un asunto que quizás podrán sobre la mesa son las intenciones del papa Francisco de visitar Argentina este año, como dijo en enero pasado. Y es que el sumo pontífice no visita su país natal desde el año 2013 cuando fue elegido como papa.
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Lo cierto es que el saludo entre Javier Milei y el papa Francisco se convierte en un evento que determina la diplomacia con la que se maneja el presidente libertario, dispuesto a tender puentes luego de diferencias entre ambos. En lo que respecta al sumo pontífice, este ha demostrado ambigüedades dependiendo del contexto. En algunos momentos se siente cómodo saludando y respaldando a dictaduras como la de Cuba, y en otros, defiende la postura de Israel en medio del conflicto en Medio Oriente.
Varios funcionarios acompañan a Milei en esta visita al Vaticano: su hermana y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei; la ministra de Exteriores, Diana Mondino; el secretario de Culto, Francisco Sánchez; la de Capital Humano, Sandra Pettovello y el titular de Interior, Guillermo Francos; entre otros. Esta parada, ocurre luego de la visita a Israel donde visitó el Muro de los Lamentos y reiteró su decisión de mudar la embajada argentina a Jerusalén.
Mientras tanto, también mantiene su atención a lo que ocurre con la política argentina, donde a pesar del revés que tuvo la Ley de Bases, el gobierno libertario trazó un plan que no requiera la aprobación del Congreso, donde los intereses de sus miembros priman por encima de las necesidades de los argentinos.