En los sistemas autoritarios es común que los cabecillas de las mal llamadas “revoluciones” culpen a la población por las consecuencias de sus propios errores. Es decir, si algo sale mal, nunca es responsabilidad de las dictaduras de turno, sino de factores externos o de personas que “traicionan” sus nobles intenciones. Así ha ocurrido a lo largo de la historia bajo la ideología de izquierda.
En Cuba, la dictadura aseguró este fin de semana que 133 toneladas de pollo fueron robadas de un frigorífico estatal en La Habana. En total, 1660 cajas de pollo eran vendidas a 3800 pesos en la calle (12,6 dólares de acuerdo con la tasa informal). Supuestamente los implicados eran trabajadores del lugar que sustituían “los sellos oficiales de la entidad y transformaban esos sellos por otros que traían de la calle”.
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El régimen no tardó en ordenar la imputación a 30 personas, 11 de ellos bajo prisión cautelar. Por lo que la fiscal Marta María González del Sol, del Departamento de Procesos Penales de La Habana, aprovechó de decir que las sanciones serán severas por “el momento histórico que estamos viviendo”. El material audiovisual parece salido de una mala escuela de cine donde el narrador remarca que “los que roban el pollo en la cámara 414 se enfrentaron a muy bajas temperaturas, pero nunca comparado con el frío hielo de sus conciencias”.
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La doble vara del castrismo
La novedad no es más que una consecuencia de un sistema corrompido, donde mientras la población padece apagones, mala alimentación producto de cartillas de racionamiento cada vez más reguladas y muchas otras penurias, la élite castrista compra 315.000 dólares en pavo a Estados Unidos sin que se sepa a dónde va a parar tal cantidad de comida.
El racionamiento de alimentos empeora en la isla, los cubanos sobreviven comiendo mango o un pan relleno solamente con dos rebanas de tomate (con imágenes virales en redes sociales). De manera que el robo de 133 toneladas de pollo no debe ser visto como la causa de un problema cuya responsabilidad recae sobre la corrupción castrista.
Para empeorar el escenario de los imputados, estos se enfrentan a penas de hasta 20 años de cárcel “por los delitos como malversación, cohecho, receptación o incumplimiento de la protección de bienes del Estado”, indicó Cubanet. El director general y los funcionarios directivos de la empresa, fueron retirados de sus cargos, convirtiéndose en los chivos expiatorios de una problemática mucho más profunda.
Indicadores de la miseria
La falta de información oficial lleva a organizaciones y medios a investigar las cifras del declive de la isla. De hacerlo por mano propia, como corresponde, el castrismo se cavaría su propia tumba. Es así como la tasa de mortalidad infantil repuntó (de 3,6 por cada 1000 nacimientos vivos de 2017, a 7,5 en 2022). En paralelo, la esperanza de vida cayó de los 78,51 años en 2012 a los 71,25 en 2021, indicó un reporte de la agencia EFE.
En La Habana faltan 15 % de los profesores necesarios, con el propio régimen admitiendo que no puede garantizar la entrega de uniformes, material escolar o libros. En resumen, la dictadura cubana se aseguró por más de seis décadas de formar una dependencia total de la ciudadanía hacia el Estado. Luego de años de enriquecimiento de quienes gobernaban y sus familias, no queda nada para el resto de quienes habitan la isla.