Cada vez hacen más ruido las iniciativas de China para convertir el ADN en un arma de influencia geopolítica. Si hace tres años un informe citaba la creación y entrega de vacunas con este fin, esta vez el tema parece haber evolucionado al punto de que estaría involucrado un sofisticado laboratorio portátil, llamado Fire-Eye, que el régimen comunista chino se ha encargado de repartir en distintos países.
Todo comenzó en el año 2020 cuando gran parte del mundo estaba padeciendo los estragos provocados por el coronavirus. En medio de la suspensión global de vuelos, un avión chino aterrizó en Serbia con el novedoso invento. En ese momento, el Fire-Eye llegó para detectar infecciones a partir de pequeños fragmentos genéticos que deja el patógeno.
- Lea también: Régimen chino se acerca al delirio norcoreano de controlar hasta la forma de vestir
- Lea también: Alerta en el Congreso de EEUU por armas biológicas para atacar el ADN
El apoyo se celebraba en ese momento, incluso Ana Brnabic, primer ministro de ese país, agradeció a Xi Jinping. Con el tiempo, el invento llegó a cuatro continentes y más de 20 naciones. Pero lo que aparentemente era una creación orientada a entender y estudiar los contagios, tomó otro color. Un reporte de The Washington Post ahonda en un asunto que avanza sobre las sombras y sobre el cual el Partido Comunista Chino (PCCh) tiene su propio plan llamado “Made in China 2025″, que incluye la biotecnología “como uno de los principales objetivos de inversión pública y pilar del futuro económico del país”.
Biotecnología como arma china
Ahora bien, ¿de qué manera se podrían relacionar los planes biotecnológicos chinos con su economía? Es que el asunto no pasa solo por el posible acceso indebido a datos genéticos. También tiene que ver con la capacidad de monetizar esa información. Tal como explicó a dicho medio un alto funcionario de inteligencia estadounidense que sigue de cerca el sector biotecnológico de China y que prefirió hablar desde el anonimato:
“Si China puede convertirse en el único o principal proveedor de una nueva medicina o tecnología importante, ganará influencia”. A eso agrega que si el PCCh “adquiere una masa crítica de datos -y si es capaz de analizarlos y explotarlos- podrá cooptar el futuro”. Fuentes consultadas creen que el esfuerzo global de China “tiene como objetivo principal derrotar a Occidente económicamente, no militarmente”.
Desde el gigante asiático rechazan las afirmaciones —como suelen hacer cuando trascienden temas tan delicados— y aseveran que “los laboratorios Fire-Eye ayudaron a muchos países a combatir una peligrosa pandemia y continúan desempeñando un papel vital en la detección del cáncer y otras enfermedades”. Sin embargo, es cuestión de revisar unos pocos antecedentes y declaraciones de especialistas para entender que no es casualidad que ahora se sospeche de esos laboratorios chinos.
Por ejemplo, Gordon Chang, autor del libro The Coming Collapse of China, advirtió en plena pandemia que el régimen comunista había logrado recolectar más de 80 millones de perfiles, convirtiéndose en la base de datos de ADN más grande del mundo. Casi en paralelo, el entonces director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, John Ratcliffe, mencionaba pruebas en soldados para hacerlos “más poderosos”.
Los laboratorios Fire-Eye
Debido a que Pekín niega la revelación, es necesario recurrir a hechos pasados para tejer un hilo temporal sobre lo que ocurre tras bambalinas en este entramado de biotecnología, economía y relaciones internacionales. Detrás de la creación de los laboratorios Fire-Eye está BGI Group, empresa de genética. En marzo de este año EE. UU. la añadió a su lista negra comercial junto a otras 36 empresas. El motivo es que representan un “riesgo significativo” de contribución a la vigilancia del régimen chino.
“Las acciones de estas entidades relativas a la recopilación y análisis de datos genéticos presentan un riesgo significativo de desvío hacia los programas militares de China”, indicó el Departamento de Comercio. Entonces, efectivamente las intenciones benevolentes que dice tener el PCCh, no suenan tan bien para Washington.
Lo cierto es que mientras más tiempo pasa, más detalles salen a la luz en relación con este activo que pudiera estar acumulando el régimen chino, el cual no parece conformarse con el expansionismo comercial en países de ambos hemisferios a través de la Ruta de la Seda, o de sus proyectos por la conquista del espacio.
The Chinese-donated “Fire eye” lab in Serbia has significantly increased the country’s capability of detecting coronavirus by conducting around 2,000 coronavirus tests per day. Check out why it’s so efficient pic.twitter.com/zyKLx5LWyB
— China Xinhua News (@XHNews) May 4, 2020