Terminaba el año 2020 cuando el régimen chino de Xi Jinping se dio a la tarea de difundir una teoría sobre el origen del coronavirus. Aseguraba que no comenzó en Wuhan sino en países de Occidente como Canadá y Estados Unidos a través de la importación de alimentos congelados.
Luego creó otra tesis, afirmando que el virus nació en un laboratorio de armas biológicas en Maryland, EE. UU. Nunca hubo pruebas, solo un fuerte ruido de parte de los medios de propaganda del Partido Comunista Chino (PCCh). Y para no perder la costumbre, ahora China lanza la teoría de que la seguridad alimentaria mundial está en riesgo por insectos genéticamente modificados.
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Esta última especulación fue difundida por el Global Times, que obedece a las directrices que emanan del régimen de Xi Jinping. Lo que reseña es que el Pentágono posee “insectos para entregar un ‘virus genéticamente modificado’ que podría afectar el crecimiento de los cultivos al alterar los genes de las plantas”.
Si bien indica que el riesgo de una crisis alimentaria mundial está originado por “el conflicto entre Rusia y Ucrania” —olvidando mencionar a Moscú como el causante de la guerra— también asevera que el futuro agravamiento del problema estará en estos insectos, que podrían ser usados “como arma” contra “países rivales cerca de sus laboratorios biológicos”.
US' #InsectAllies has been controversial since being announced. The US has conducted biological experiments in its overseas bio-labs using insects as vectors, which disregarded natural ethics. https://t.co/TXNAbXHNcf
— Global Times (@globaltimesnews) May 24, 2022
El proyecto Insect Allies
Para darle tintes de validez a esta teoría, China tomó Insect Allies, un programa anunciado en 2016 para mitigar daños causados por desastres naturales o patógenos a través de genética aplicada a cultivos por medio de insectos.
“Una capacidad sin precedentes de este tipo proporcionaría una alternativa que se necesita con urgencia a los pesticidas, la reproducción selectiva, la tala y quema y la cuarentena”, indicó en ese entonces la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA).
Por supuesto que este tipo de programas suelen ser objetados y el portal del régimen chino recolectó todas las críticas que pudo. Un ejemplo es la publicación de Science en 2018 titulada “Los insectos protectores de cultivos podrían convertirse en armas biológicas”. Es aquí donde el PCCh encontró la trinchera ideal para justificar las consecuencias de la guerra en Ucrania. Porque según su lógica el culpable de graves eventos globales siempre será otro país.
De esta manera continúa citando varios argumentos. Como el de Zhang Jie, del Instituto de Protección de Plantas de la Academia China de Ciencias Agrícolas (CAAS), quien dijo que “no solo existe” la posibilidad de usar insectos como portadores de virus y bacterias contra cultivos para provocar una crisis alimentaria, sino que es una idea con capacidad de “expansión”.
Los insectos no son el problema
Lo que dice China sobre los insectos creados en laboratorios va de la mano con aseveraciones hechas desde Rusia. Medios como el estatal RT difundieron en abril pasado afirmaciones del Ministerio de Defensa sobre la existencia de “60 laboratorios modernizados desde 2005” por EE. UU. en zonas fronterizas de ambos países. Lo que sugiere que el mundo estaría presenciando un nuevo esfuerzo propagandístico de estos modelos totalitarios. Tal como ha demostrado la historia, esta maquinaria funciona como una herramienta más de ideologización.
Aún si fuera cierta la existencia de esas instalaciones, lo que en este caso hacen Moscú y Pekín es desviar la atención del verdadero problema: Ucrania no puede recoger las cosechas ni exportarlas por la hostilidad y los bloqueos marítimos como consecuencia de la guerra, y Rusia padece sanciones económicas. Ambas naciones están catalogadas como las “despensas mundiales” de trigo y cebada. Respecto al aceite de girasol, entre los dos países representan el 80 % de las exportaciones mundiales, de acuerdo con datos citados por France 24. Aquí el problema no son los insectos, sino una fracasada y larga guerra iniciada por Vladímir Putin, aliado de Xi Jinping.
Otros factores que podrían provocar una hambruna mundial son los serios problemas de distribución causados por los incesantes confinamientos en China, excusados en los contagios por coronavirus. El puerto de Shanghái, con “los contenedores más grande del mundo”, tiene dificultad de funcionamiento, admitió precisamente Global Times. Por consiguiente, el resto del planeta sufre el impacto.
La teoría china sobre los insectos modificados se suma al catálogo de excusas de Xi Jinping para intentar ganar credibilidad rumbo a su tercer mandato.