Una serie de decisiones tomadas en las últimas horas por el gobierno de Joe Biden parecen mostrar gestos de simpatía hacia dos de los regímenes más autoritarios de América Latina. Luego de varios años del fracasado deshielo hacia Cuba promovido por el expresidente Barack Obama y de la imposición de sanciones bajo la presidencia de Donald Trump al régimen venezolano, la actual Administración demócrata muestra cada vez más acercamientos hacia La Habana y Caracas.
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Así lo evidencian las últimas medidas emanadas de la Casa Blanca como permitir a Chevron negociar su licencia con la estatal petrolera venezolana PDVSA; o el restablecimiento de vuelos comerciales a Cuba. A esto se suma la próxima Cumbre de las Américas, que tiene a la izquierda del continente presionando para que Estados Unidos invite a ambos países, así como también a Nicaragua. En el caso de Venezuela no solo exigen una invitación al país sino a la dictadura. Pues amenazan con no acudir a la cita que tendrá lugar en Los Ángeles entre el 6 y 10 de junio si Washington extiende la invitación a Juan Guaidó, a quien reconoce como presidente interino.
El evento permitirá determinar hacia dónde apunta la diplomacia de Biden en tiempos en que adicionalmente busca sobrevivir a las relaciones hostiles con Rusia, fracturadas desde el inicio de la invasión a Ucrania, y a pocos meses de las elecciones de medio término a las que acudirá el Partido Demócrata cargando con la baja aprobación del gobierno.
Biden obedece una agenda interna
Extender la invitación a estos regímenes se traduciría entonces en un “matrimonio nefasto”, según palabras de Guillermo Cueto, exfuncionario de Seguridad Nacional del Gobierno de EE. UU., en entrevista con PanAm Post. El experto no duda que tras los recientes gestos de condescendencia, el presidente demócrata esté a un paso de invitar a Venezuela y Cuba a la Cumbre de las Américas, evento creado en principio sobre la base del respeto al sistema democrático.
A su juicio, el factor fundamental de la actual posición de Biden es nada más y nada menos que su política doméstica. Un razonamiento acertado si se toma en cuenta la baja popularidad, con una desaprobación de 52,6 %, de acuerdo con el balance del portal FiftyThirtyEigth.
La Administración demócrata está en un momento complicado y busca una salida. “La clave fundamental y ápice de todo lo que ellos [gobierno de Biden] han estado formulando en los últimos días es parte de una agenda que indica la necesidad de hacer una serie de reformas y pronunciamientos que favorezcan a su política interior en cuanto al electorado. Aparte de una agenda que Biden y el Partido Demócrata tienen, sobre todo el ala más izquierdista y liberal”.
Partiendo de ahí es que se emiten las nuevas concesiones hacia los regímenes de Maduro y Díaz-Canel, indica Cueto.
El escenario geopolítico oculto
No son gratis entonces los guiños que EE. UU. viene haciendo hacia las dictaduras de América Latina, lo cual explica también el hecho de que las exportaciones agroalimentarias hacia Venezuela hayan aumentado 48 % en marzo pasado. Pero más que un espaldarazo evidente, también hay que analizar qué hay detrás.
Por ejemplo, a finales de marzo autoridades colombianas confirmaron la captura de un hombre de nacionalidad rusa “señalado de financiar acciones contra la Fuerza Pública en el marco del Paro Nacional de 2019”. Supuestamente, en beneficio de la “Primera Línea”, grupo anteriormente acusado por la Policía de ser parte de una red internacional que desestabiliza países a través de la violencia. La existencia de espionaje ruso en Colombia es un tema del que se habla desde hace varios años.
¿A qué viene todo esto? A los nexos que los dictadores de Cuba y Venezuela tienen con el Gobierno de Vladímir Putin. No solo las medidas que Biden está tomando a favor de Cuba y Venezuela —con una posible invitación a la Cumbre de las Américas— son “nefastas” tal como las califica Cueto. Sino que “ponen a EE. UU. en una posición de política exterior que favorece la presencia en la región de Rusia, China, y de actores negativos como Hezbolá o Hamás”.
“Le da facilidad a esas dictaduras, y al narcoterrorismo para consolidarse más. Tener más fortaleza económica, más libertad de facto en su política represiva interna y en su política de expansionismo, en el caso de Venezuela contra Colombia y la región”.
Un juego conveniente para Cuba y Venezuela
Joe Biden podrá creer que gana alianzas con sus vecinos continentales flexibilizando algunas restricciones. Pero en este momento esto no parece ser suficiente. La Cumbre de las Américas será la prueba de fuego. Para presionar está el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, exigiendo la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Caso contrario, dijo que no asistirá. Una posición que apoyan Chile, Argentina, Bolivia y Hondura. Esa es la razón por la que Biden enviara una delegación para reunirse con su vecino norteamericano.
Se ha hecho mención a que la flexibilización de EE. UU. también se debe a la necesidad de que chavismo y oposición retomen el diálogo en México, paralizado desde el año pasado. Luego del último levantamiento de sanciones, la Plataforma Unitaria opositora anunció conversaciones para reactivar la mesa de negociación ¿Coincidencia? No. El asesor de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental del presidente Biden, Juan González, aseguró que aliviarían presiones hacia unas “elecciones libres”.
Guillermo Cueto reitera que es parte de una agenda política, ya que también hubo acercamientos de Biden con Maduro cuando detonó la guerra de Rusia contra Ucrania. Se hablaba de una necesidad de recurrir al petróleo venezolano cuando EE. UU. envió una comisión a Caracas. “Acercarse a Venezuela por el petróleo creo que fue verdaderamente una excusa porque EE. UU. tiene reservas estratégicas. Creo que ahí había una agenda política de acercamiento, donde también quieren establecer presencia al estilo de la Administración de Obama dentro de Cuba”.
En reunión de trabajo para planes a futuro, en el rescate del espíritu de Mexico pic.twitter.com/YubOmQI8nZ
— Gerardo Blyde (@GerardoBlyde) May 17, 2022
Por otro lado, si algo tiene de eficiente la dictadura cubana es su aparato de inteligencia. Probablemente estaba al tanto de las concesiones que iba a anunciar EE. UU., afirma el exfuncionario de Seguridad Nacional, por eso unos días antes aprobó por “unanimidad” un nuevo Código Penal más duro, el cual incluye 37 nuevos delitos como “desórdenes públicos” para penalizar “las alteraciones producidas en grupos o individualmente”.
“Estoy seguro de que sabían lo que iba a hacer Biden y aprobaron la ley precisamente dos o tres días antes de las medidas de EE. UU. porque si lo hubieran hecho después, sería una contradicción absoluta en las relaciones bilaterales”.
¿Maduro puede pisar EEUU?
Mike Vigil, exagente de la DEA, también consultado por PanAm Post, es un poco más escéptico sobre una posible invitación de Cuba y Venezuela a la Cumbre de las Américas. Asegura que en todo caso el interés de Biden es “intentar mejorar las relaciones y posiblemente empujar a alguno de estos países” hacia un sistema democrático, incluyendo a Nicaragua.
En todo caso, hay un detalle no menor. Sobre Maduro pesan cargos por narcotráfico en EE. UU. y una recompensa de 15 millones de dólares anunciada por la DEA en marzo de 2020 “por información que conduzca a su captura”. Vigil explica que si hay orden de captura contra Maduro, este no puede ingresar a Estados Unidos.
“No creo que llegue hasta Los Ángeles, si hay diálogo tendría que ser en Venezuela u otro país neutral”, agrega. En este sentido, sería el Departamento de Justicia el encargado de levantar esa acusación para poder abrirle las puertas de la Unión Americana. ¿Lo hará?