Las democracias más o menos normales tienen ciertas normas que se repiten en todo el mundo. Los gobiernos que logran permanecer en el poder son los que tienen un buen desempeño en la gestión. También podemos decir que los ministros de los oficialismos salientes que se lanzan a la aventura de retener el poder para el partido al que pertenecen, son los que ostentan mejor imagen y más altos índices de aprobación. Bueno, eso aplica para casi todos lados, salvo para la Argentina. Aquí, el peronismo está terminando lo que para muchos es “el peor gobierno de la historia” y la asignatura más repudiada por la población es la de la economía.
Sin embargo, la coalición justicialista está desesperada por la permanencia en el poder, después de una administración absolutamente nefasta y reprobada por casi la totalidad de los argentinos. Lo curioso es que el candidato a suceder a Alberto Fernández será Sergio Massa. El ministro de Economía al que se le escapó el dólar por encima de los 1000 pesos y que no puede controlar en lo más mínimo la inflación, la que ya no se informa mensualmente, sino una vez por semana.
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Esta situación, absolutamente incomprensible para la mayoría de los analistas internacionales, trató de ser dilucidada por un expresidente de Uruguay, cercano afectivamente al peronismo y al kirchnerismo. Un exmandatario que, a pesar de sus afinidades internacionales, no trató de imitar ninguno de sus delirios en la gestión pública, donde fue mucho más racional que su amiga gobernante del otro lado del charco.
José Mujica, que debe desear el triunfo de Massa, tuvo que reconocer que es “inverosímil” que un ministro/candidato pueda presentarse luego de semejante desastre en el gobierno. Pero como para explicar la posibilidad de lo inexplicable, el expresidente uruguayo aseguró que todo puede pasar, ya que Argentina “es una cosa indescifrable”.
En este sentido, señaló que el ministro de Economía de la fallida gestión de Alberto Fernández “tiene posibilidades”, ya que está seguro de que hay gente que “lo va a votar”. Sin medias tintas, pero sin espacio tampoco para evadir la realidad, reconoció que el país tiene un fenómeno que es una suerte de “mitología” peronista.
Más allá de lo pintoresco de la analogía, lo cierto es que la preferencia de buena parte del electorado con el justicialismo solamente se explica como algo semejante. La creencia en una historia ficticia, absolutamente alejada de la realidad. Eso es lo que promete el peronismo en cada elección. Incluso Carlos Menem, que tuvo el mejor gobierno desde 1928, mintió descaradamente en su campaña. Con la idea de realizar las reformas necesarias, el exgobernador riojano del peronismo se limitó a hablar de “salariazo” y “revolución productiva”, mientras se ausentaba del debate presidencial con su rival Eduardo Angeloz.
Mujica tiene razón en un punto: hay gente que lo va a votar. ¿Saldrá segundo? ¿Tercero? ¿Tendrá alguna posibilidad de entrar al balotaje? Lo cierto es que, saque lo que saque por encima de los cuatro o cinco puntos, ya es inexplicable. Inexplicable para los países medianamente normales, no para la mitología peronista, donde todo es posible. Bueno, casi todo.