Es claro que el Frente de Izquierda de los Trabajadores no tiene ninguna oportunidad de ganar la elección presidencial. Sin embargo, la coyuntura le brindó una oportunidad ideal para crecer considerablemente desde el 2,65 % de las primarias de agosto.
Además de haber quedado en el camino, los otros partidos socialistas que no alcanzaron el 1,5 % del piso para acceder a las generales, el espacio encabezado por Myriam Bregman tenía una oportunidad excepcional para “pescar” una buena cantidad de votos. Aunque no sean suficientes para ganar la elección nacional, este voto potencial podría haber llevado al FIT a conseguir bancas legislativas en todas las provincias y municipios de Argentina.
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¿Dónde estaba esta “pecera” para buscar electores afines? En el 5,8 % del voto kirchnerista duro que eligió a Juan Grabois en la interna peronista, que finalmente ganó Sergio Massa. El “dirigente social” se llevó el voto más ideologizado del kirchnerismo tirado a la izquierda. Para este sector, Massa no es un candidato digerible. Lo encuentran demasiado “a la derecha” para el paladar progresista que viene votando al espacio kirchnerista.
El actual ministro de Economía, que debutó en la política en el partido liberal-conservador Ucedé y que se fue del kirchnerismo cuando Cristina Fernández quiso perpetuarse en el poder, se jacta de ser el que mejor relación tiene con los Estados Unidos. Este neoperonismo no tiene absolutamente nada que ver con el kirchnerismo de izquierda, por lo que una buena parte de ese casi 6 % llega sin representación clara al 22 de octubre.
Bregman y la candidata a jefa de Gobierno, Vanina Biasi, no tienen competencia por la izquierda. Si hubieran apelado a una mínima racionalidad para atraer al votante progresista, podrían haber crecido considerablemente de ese dos y medio de las primarias. La forma era clara: apelar a un votante que esté interesado en darle un mensaje al peronismo, para que no se vuelque a la derecha, además de darle al FIT bancas en el Congreso Nacional, las legislaturas provinciales y los espacios municipales.
Sin embargo, a Bregman y a Biasi las superó el sentimiento anti-israelí, dejando pasar una oportunidad histórica para sus compañeros de lista en el espacio legislativo. En las últimas horas, desde el debate presidencial, justificaron el accionar de Hamás y culparon a Israel, ante una sociedad argentina absolutamente horrorizada por las imágenes que llegan desde Medio Oriente. Además de las repudiables declaraciones, las dirigentes del FIT convocaron a marchas para protestar en contra del supuesto “apartheid” que el Estado de Israel impone al “pueblo palestino”.
Tanto rechazo generó las expresiones de la dirigencia izquierdista, que hasta no sería descabellado pensar que, en lugar de crecer del 2,65 % de las PASO, incluso terminen cosechando menos votos. Puede que la izquierda dura no vuelva a tener otra oportunidad como esta para crecer en cuanto a bancas en los distintos poderes legislativos del país.