A Javier Milei le fue bien en el sorteo de las posiciones para el segundo debate presidencial en Argentina. Le tocó el centro del escenario y también la apertura. Lo primero que hizo el candidato de La Libertad Avanza fue hacer referencia a los lamentables sucesos que tuvieron lugar en las últimas horas en Israel. Sin medias tintas, defendió el legítimo derecho del país a defenderse de la agresión terrorista de Hamás.
Lo siguieron Patricia Bullrich, Juan Schiaretti y el oficialista Sergio Massa. Los tres estuvieron de acuerdo en la cuestión y le dedicaron algunos de los segundos de la presentación para el asunto. El candidato peronista, incluso dijo que si le toca llegar al gobierno declarará a Hamás como “organización terrorista”.
A la que le tocó cerrar la ronda de las presentaciones fue a Myriam Bregman del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. A diferencia de sus contrincantes, no habló del tema al principio, sino que utilizó los últimos veinte segundos para indicar que le duelen “las víctimas civiles”, pero que el fondo del conflicto está relacionado con “la política del Estado de Israel”, que calificó de “ocupación y apartheid contra el pueblo palestino”.
Los gestos Bregman no se detuvieron solo en su manifestación ante las cámaras, sino que trascendió que la organización del debate propuso hacer un minuto de silencio, por las víctimas de Israel, una petición a la que Bregman se opuso. Esto ocasionó que quedará sin efecto la propuesta, porque no contó con el voto unánime de los candidatos.
Teniendo este contexto, que en evidencia que semejantes manifestaciones, que terminan dándole la razón a los que defienden el argumento de Hamás y compañía, resultan incompresibles en el marco de un debate presidencial.
La izquierda históricamente se nutrió de dos votantes claros a la hora de competir en las urnas, donde no aspira más que conseguir algún cargo legislativo nacional, provincial o municipal: el voto ideologizado, que es ínfimo y no alcanza ni para aspirar a la mínima representación y el de los ciudadanos descontentos. Estos que ven a la izquierda, a pesar de no comulgar con sus principios, como un espacio que no participará de la corrupción de la política general. Aquí hay siempre más votos disponibles para salir a buscar, en relación con los que se reivindican como marxistas leninistas ortodoxos. Puede que este sea el público al que Bregman espantó con sus declaraciones de ayer, ya que la gran mayoría de los argentinos se encuentran dolidos e indignados con la matanza y los secuestros de la organización terrorista en suelo israelí.
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Lo curioso es que la cuestión no terminó en el debate. Vanina Biasi, candidata del espacio de Bregman a jefa de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, brindó varias entrevistas con una bandera de Palestina en el pecho. Ante la pregunta directa de un periodista, la candidata de izquierda dijo que Hamás es “la respuesta” a las agresiones de Israel contra “el pueblo palestino“.
En los intercambios con los medios, la aspirante a la intendencia porteña se cruzó con Eduardo Feinman, con el que tuvo un acalorado debate. Mientras ella no respondía si condenaba las acciones del grupo terrorista, increpaba al periodista a que condene al Estado de Israel. Para no dejar dudas sobre su posición, mientras la candidata de izquierda gritaba, el periodista levantó un cartel con la leyenda “todos somos Israel”.