Horacio Rodríguez Larreta volvió a los medios luego de perder las primarias de Juntos por el Cambio frente a Patricia Bullrich. El intendente capitalino reconoció que la derrota fue muy dura e inesperada. Sin embargo, en vísperas de las elecciones nacionales, el dirigente del PRO dice que utilizará la experiencia “para aprender”.
Al jefe de Gobierno porteño se ve reflexivo, como intentando racionalizar lo que sucedió, cuando el 11 de agosto no pudo superar el 11% de los votos a nivel nacional. La jornada fue una paliza. Su contrincante de la coalición sacó 5 puntos más que él sin demasiado dinero y estructura y Javier Milei, su declarado enemigo conceptual, terminó ganando con casi el 30%.
Sin embargo, dada la obsesión de Larreta con la estructura política tradicional, habría que ver si realmente el intendente porteño puede comprender el fenómeno que se lo llevó puesto. Aceptarlo sería reconocer que todas las premisas que utilizó en su carrera política, y en esta campaña presidencial, quedaron absolutamente caducas.
Si tenemos en cuenta el manual, Larreta hizo todo bien: se posicionó en un distrito “ventana” para el país (Fernando de la Rúa y Mauricio Macri llegaron a la presidencia después de la gestión en Buenos Aires), consiguió aliados gobernadores e intendentes, gastó una fortuna en la campaña y se apegó a lo que le decían sus focus groups sobre la opinión permanente de la sociedad. Ahora ya reconoce que las encuestas no tienen ninguna utilidad, luego de haberse servido de ellas sistemáticamente.
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La desorientación e indignación de Larreta es comprensible. Con dos décadas de carrera política por detrás, justo coincidió el momento cuando le tocó a él ir por la máxima aspiración con el mayor cambio de época de la historia argentina. Cuando pudo ser él el candidato a presidente y aplicar la ortodoxia total del manual, los libros de texto habían quedado caducos tras la irrupción de Javier Milei. Mientras Larreta cuidaba su imagen corporativa según indican las reglas, midiendo cada palabra, con los colores y logotipos adecuados, siguiendo al pie de la letra la ortodoxia comunicacional corporativa, el candidato que ganó las elecciones se la pasó retuiteando en sus redes los comentarios descontracturados de sus seguidores.
Para consuelo del jefe de Gobierno saliente, que dejará el cargo próximamente en diciembre después de dos mandatos consecutivos, debería estar la idea que él no era el adecuado para interpelar esta verdadera ola de cambio. Por su personalidad, por su estructura, pero también por su filosofía política. Si en algo cree Larreta es en el Estado presente, eficiente y administrador. Justamente lo que hoy repudia la mayoría del electorado argentino. El estatismo en el que él cree (y que llevó al extremo en su gestión) ya está cuestionado por una ciudadanía agobiada, que se dio cuenta que necesita mayores márgenes de libertad. Esto quedará en evidencia con el resultado del 22 de octubre.
El escritor Jorge Asís, conocedor de los procesos políticos, le dio un consejo al peronismo para entender los cambios inevitables que se vienen. Él les dice a los dirigentes justicialistas que fracasarán si intentan frenar la inevitable ola de cambio. Les dijo que, si quieren reponerse, que se pongan al frente de la misma. Para Horacio Rodríguez Larreta esto era absolutamente imposible.
"Me la choqué, no la vi venir, hasta las 18 pensé que podía ganar"
Horacio Rodríguez Larreta recordó cómo se enteró que había perdido la interna de Juntos por el Cambio ante Patricia Bullrich: "Es como un terremoto de emociones por todo lo que te preparás, yo me rompí el culo". pic.twitter.com/oS94NcTL00
— Corta 🏆 (@somoscorta) October 6, 2023