Horacio Rodríguez Larreta se veía presidente. Hizo un cálculo, una hoja de ruta y se lanzó al objetivo. Promediando el gobierno de Alberto Fernández, el intendente capitalino pensó que podía venderse como el que posuiera fin a la “grieta”. Mostró un perfil de “gestor” (de cuestionables resultados, pero con mucha inversión económica encima), de diálogo y de crítico de la confrontación. Creyó que con los aparatos tradicionales de la Unión Cívica Radical podría consolidarse en todo el país y que su imagen impostada podría cosechar a los votantes moderados del kirchnerismo y del antikirchnerismo.
En su búsqueda por la presidencia incluso quiso dejar un sucesor en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Martín Lousteau, su exopositor que un día llegó a decir que Larreta “todo lo que podía comprar”, lo compraba. Parece que él terminó siendo parte del inventario, ya que pasó de crítico a aliado. El que en diciembre se convertirá en intendente saliente, hasta impuso un complicado sistema de votación para intentar perjudicar al candidato de su partido, Jorge Macri.
Pero le salió todo mal. Perdió por paliza la interna de Juntos por el Cambio con Patricia Bullrich y su delfín para, como le dice Jorge Asís, el “maxikiosko amarillo”, cayó ante el primo del expresidente. En su negra jornada del 13 de agosto, Larreta se quedó con las manos vacías y comenzó a resignarse a la idea de que, en el mejor de los casos, podría ocupar un cargo en un eventual gobierno de Bullrich. Cosa que, por estas horas, no parecería ser demasiado posible ante el huracán Javier Milei, que hasta podría ganar en primera vuelta.
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Pero como si el futuro político (o la falta del mismo) no fuese suficientemente complejo para Larreta, el presente también es sombrío. Termina su gestión de la peor manera. Luego del asesinato de un joven ingeniero, que fue apuñalado en el pecho para robarle un teléfono celular, se confirmó que el ministro de Seguridad porteño estaba en Estados Unidos, viendo un partido de tenis. Ante las críticas generalizadas, Larreta lo removió hacia el final de su mandato.
Como frutilla del postre amargo, luego que la policía porteña no haya podido dar con el asesino o su arma, un periodista encontró en la zona del crimen un cuchillo con sangre, que probablemente sea la herramienta utilizada en el marco de esta tragedia.
Mediante un comunicado oficial, el intendente capitalino aseguró que Eugenio Burzaco viajó con agenda de trabajo, pero que la circunstancia actual requiere del “100 %” del “foco puesto a disposición de la función pública”. Aunque en el marco de su campaña presidencial para la primaria de JxC, Larreta aseguró que CABA era una de las ciudades más seguras del mundo, día a día la realidad lo contradice.
CAMBIOS EN EL EQUIPO DE SEGURIDAD pic.twitter.com/TeRdte6vwu
— Horacio Rodríguez Larreta (@horaciorlarreta) September 1, 2023
El final de Larreta es una realidad. Se equivocó en el diagnóstico, leyó mal al electorado, no pudo convencer a los argentinos sobre el perfil que intentó mostrar y perdió en las urnas, a pesar de las fortunas de los contribuyentes invertidas. Él y su discípulo para el territorio porteño. Como si esto fuera poco, se va de la intendencia de la peor manera. Con otro escándalo en materia de seguridad, con un ineludible pedido de renuncia y por la puerta de atrás.