Montoneros es como una mancha venenosa para la política tradicional argentina. Del centro a la izquierda, no se le menciona para no cuestionar el accionar violento de una organización peronista que quiso imponer el socialismo por las armas. Del centro a la derecha, al menos hasta la llegada de Victoria Villarruel al Congreso, generalmente no se mencionaba mucho la cuestión, por miedo a ser señalado de una supuesta justificación del accionar represivo de la última dictadura militar. Sin embargo, la precandidatura presidencial de Patricia Bullrich hace que el tema salga de abajo de la alfombra, con la única finalidad de “pegarle” a la titular del PRO. A diferencia de lo que vino ocurriendo desde hace años, todos se animan a hablar de Montoneros y sus acciones, si sirve para que “la piba” pierda algún voto.
Esta mañana, unos afiches con la figura en la juventud de la exministra de Seguridad de Mauricio Macri, con el logo de la guerrilla peronista y el nombre Carolina Serrano, se vio por varios rincones de Buenos Aires. Según los periodistas, biógrafos e historiadores que se especializan en los setenta, ese era el nombre con el que operaba Bullrich en Montoneros. También habría utilizado el de “Cali” en algunas oportunidades. Cabe recordar que, como la organización actuaba en la clandestinidad, sobre todo luego del enfrentamiento con Juan Domingo Perón, los miembros de la guerrilla utilizaban “nombres de guerra”.
Cuando se la consulta a la precandidata de Juntos por el Cambio sobre la cuestión, ella responde que, en aquellos años, sí perteneció a la Juventud Peronista (JP), pero no a Montoneros. Claro que reconoce que “la JP” era el “semillero” de la organización y que también reivindicaban el accionar. También resalta que la violencia política la llevó a un “quiebre” y a cambiar de filosofía, para abrazar la necesidad del “Estado de Derecho”.
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Los datos confirmados datan de su exilio con pasaportes falsos y su retorno al país para 1982, un año antes de la apertura democrática. A principios de los noventa llega a ser diputada en el menemismo y luego funcionaria de Fernando de la Rúa. Ya en la década del 2000, y desde la irrupción del kirchnerismo, junto a Mauricio Macri y Ricardo López Murphy representaron la “centroderecha” de la política argentina, hasta la irrupción del fenómeno de Javier Milei.
A contramano de sus propias declaraciones, varios periodistas (de diversa orientación política) aseguran que Bullrich sí participó de Montoneros y la ubican en al menos dos operaciones de la guerrilla peronista: El secuestro de los Born y el de un gerente de la empresa Sudamtex.
El recuerdo de “Carolina Serrano” y “Cali”, y alguna eventual pérdida de votos por esta cuestión, podría tener diversos beneficiados. Lógicamente, Horacio Rodríguez Larreta, competidor directo en la primaria de Juntos por el Cambio, pero también Javier Milei, con el que Bullrich se disputa el electorado más duro. Claro que muchas encuestas señalan que la exministra estaría varios puntos arriba del jefe de Gobierno porteño, por lo que equilibrar las cifras, tampoco le viene mal al kirchnerismo y a la candidatura de Sergio Massa.
Más allá de todo, hasta la izquierda (que siempre habló de una militancia juvenil “idealista” hoy se anima a recordar las violentas estrategias de Montoneros para acceder al poder. Todo para “limar” a una candidata del espacio más conservador. Claro que no viene mal recordar la complejidad completa de la década del setenta, pero el abordaje debería ser más general y no utilizarse como una chicana contra una candidata por sus acciones a los veinte años.